El ingreso de agrodólares bate récords, la inflación local de los alimentos también. El precio del trigo y el girasol se duplicó desde la invasión de Ucrania. ¿Por qué no se puede debatir el valor de la comida?
El precio del grano de soja listo para salir exportado de un puerto argentino en mayo valía un 62% más que el precio promedio que tuvo entre 2015 y 2021. El del maíz subió un 73%. El del trigo, 104%. El girasol está 134% arriba, según los datos del Ministerio de Agricultura.
Por la invasión de Rusia a Ucrania, por los problemas logísticos internacionales posteriores a la pandemia y por los masivos cierres de exportaciones de alimentos de países que protegen sus mercados internos de las variaciones de los precios internacionales. Por múltiples motivos concurrentes, la inflación vuela en todo el mundo, a ritmos que no se veían en décadas, impulsada por el precio de la comida. En marzo, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, anticipó el futuro con una calificación: “huracán de hambre”.
En este escenario, Juntos por el Cambio se opone a cualquier gravamen sobre una renta excedente que lejos está de haber sido generada por un esfuerzo extraordinario, y tanto el ministro de Economía, Martín Guzmán, como el de Agricultura, Julián Domínguez, repiten que no habrá suba de retenciones. Argentina está otra vez hundida en su paradoja: un puñado de exportadores juntan agrodólares en pala y casi toda la población se funde con el alza de los precios de la comida.
El director del Programa Mundial de Alimentos de la FAO, David Beasley, también traduce políticamente el escenario, al que pondera como “mucho peor que el de la Primavera Árabe de 2011”, las revueltas en el norte de África y en el Medio Oriente desencadenadas, sobre todo, por el precio del pan, “y la crisis de los precios de los alimentos de 2007-2008, cuando 48 países se vieron afectados por la inestabilidad política, las revueltas y las protestas”. 2008 en Argentina fue el año del lock out de más 100 días de las patronales agropecuarias en razón de una suba de retenciones que bloqueó el voto “no positivo” del vicepresidente Julio Cobos.
Todo verde
El ingreso de agrodólares es el más alto de la historia, no como resultado de una mayor productividad, sino por variación de precios, sobre todo en el trigo (el pan) y el girasol (el aceite).
En consecuencia, sólo en los primeros cinco meses de 2022 entraron más agrodólares que los que ingresaron anualmente en 2003, 2004, 2005 y 2006, según los datos de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales. Las cifras récord se suceden: 2021 fue el año de mayor ingreso de dólares del sector, con más de 32.807 millones exportados, un 31% arriba del récord de 2011.
Los más de 4231 millones de dólares que entraron en mayo son un máximo total. Nunca ingresaron tantas divisas por ventas de cereales y oleaginosas en un solo mes.
Qué hacer
Según la FAO, a la primera semana de junio había 20 países que prohibieron la exportación de alimentos, sacando del mercado global el 16,3% de las calorías comercializadas. Es un montón. Y todas las semanas se suman más países.
El caso más conocido es el de la India, que cerró sus exportaciones de trigo para proteger a su mercado interno. Pero también está Irán, que sacó del mercado el 6% de todas las calorías comercializadas de cebollas, berenjenas, papas y tomates, o Kazajistán, de donde viene casi el 11% de las semillas de girasol y el 4% de trigo, o Malasia, que provee el 61% del pollo.
Junto con la de Argentina y la de Estados Unidos, la pradera ruso-ucraniana es una de las principales proveedoras globales de alimentos. Ucrania cerró sus exportaciones de trigo, avena, mijo y azúcar, más del 7% de las calorías comercializadas de esos productos. Rusia dejó de vender trigo, cebada y centeno por un volumen equivalente al 13% del mercado global.
Según el último dato de mayo, la inflación anual en nuestro país está en 60,7%, pero la de alimentos está en 64,2%. Sólo en lo que va de 2022, ya se llegó al 29,3% de alza de precios al consumidor, un 33,7% en alimentos. Mientras tanto, según la Bolsa de Comercio de Rosario en nuestro país las retenciones a la soja están al 33%, cuando en 2015 estaban en 35%, las del trigo y maíz están en 12%, cuando en 2015 estaban en 23% y 20%, y las de girasol están en 7% cuando en 2015 estaban en 32%.
El récord de ingresos en moneda dura se da al mismo tiempo en que el país sufre una disparada de la inflación, impulsada por la suba del precio de los alimentos. El campo viene de un año y un comienzo de 2022 inmejorables, aun con un aumento significativo del costo en fertilizantes y combustibles. Sin embargo, no parece haber volumen político para descalzar precios internacionales de precios nacionales. Es decir, incrementar las retenciones a las exportaciones. La crisis global actualiza el conflicto de 2008, que transformó el sistema político argentino de punta a punta y que parece que nunca cesa de latir.