Sonido fresco con detalles clásicos y una reivindicación de los que viven el ahora: “A esos que creen haber ganado”, el álbum debut de Cazadores Recolectores.
Después de algunos años de ensayos, rotación de integrantes y un montoncito de material grabado, finalmente Cazadores Recolectores se animó a grabar y publicar un álbum completo: A esos que creen haber ganado, tal es su título, funciona también como dedicatoria y hasta como invitación a pensar en quiénes serán “esos”.
En “Comer, caminar, vivir”, el primer tema, ya se define un tipo de clima templado, o sea santafesino, que domina casi los 34 minutos de duración del LP, sus melodías son aparentemente cálidas y palabras que nublan el cielo. La vida post pandemia (“detrás de las paredes/al final, sí se puede/comer, caminar vivir”, por ejemplo), la leña y el fuego como elementos (que remiten en algún punto al nombre del grupo) y unos coros que replican a los “aah… aaah… aaaah” de los Beatles en “Twist and shout” operan como una síntesis de los ingredientes de “A esos…”.
Como buenos profesionales de la historia (el frontman, Mariano Rinaldi, es también docente de la asignatura en cuestión), el imaginario de Cazadores Recolectores se nutre de esos elementos naturales como los que recién decíamos y de recursos musicales de varias épocas. Además de los Fab Four, se huelen otras notas británicas, los Smiths quizás, en las guitarritas juguetonas de “Oro puro” o algunas secuencias de “Coco”, que tranquilamente podría estar tocada por Los Brujos. Como perlas, no pasan desapercibidas algunas citas al pie como el reprise de “Perfidia” o el pedacito de “Hablando a tu corazón” al final de “Amor”.
La grabación, cuenta la banda, llevó un poco menos de año y medio y reunió a Mariano en voz y guitarra rítmica, Ignacio Barreda como bajista, Emiliano Raffin en coros y primera guitarra y Álvaro Fernández en batería. Además de este núcleo duro, que grabó sin metrónomo siguiéndose entre sí a puro sentimiento, resultan muy enriquecedores los aportes de Antonia Mercado en sintetizador, Agustín Leyendeker en teclado, Marcos Bastía en saxo y Nacho Palacín en clarinete.
Como jinetes al galope, la banda sale a cazar su sonido y así supo recolectar canciones y cumplidos, aún de personajes inesperados como el propio Manal Javier Martínez, uno de esos señores que no largan un elogio porque sí, quien les reconoció su “sonido original” cuando compartieron escenario en Santa Fe en 2021. Con su álbum debut ya publicado, no está mal decir que los Cazadores Recolectores se hacen cargo de sus canciones con la personalidad propia de quienes ya tienen a su presa entre las manos, de quienes confían en que no hay arrepentimiento cuando a la música nos entregamos.
Un spoiler chiquito: la identidad de los “que creen haber ganado” es finalmente revelada, en la canción en la que aparece la cita, claro, pero también en otras letras (“Chocó, bajó, miró y se fue”, que obviamente habla del que atropella y se fuga pero ¡ah! en Twitter es el Gran Moralista), pero también el uso de adverbios de tiempo son pistas repartidas en el resto de las canciones, estas palabras alientan por los que viven “hoy”, mientras que, a los que están atravesados por el “mañana”, no los dejarían entrar a su casa. O sea: especuladores, abstenerse.
Como dijimos, ya sean eventos puntuales o yeites del oficio, lo histórico es un ordenador innegable del quehacer de esta tribu. También se les puede acusar en este sentido al detallar la portada del álbum (coautoría entre Bruno Zupel y Nacho Barreda), que consiste en material periodístico de archivo del tipo pedazos de diarios con protagonismo central de una vieja fotografía del Palomar santafesino con su fauna correspondiente. Interviniendo en esa escena en blanco y negro aparecen los cazadores recolectores, tal cual lo hace esta banda con la que comparten nombre.
Llegando al final del disco, en “El mal necesario” el clima cambia totalmente: de repente nos levantan y nos bajan en un western habitado por el fantasma de Ennio Morricone, nos miramos con los feos del pueblo mientras el piso tiembla y los ídolos caen azotados por el bombo de Álvaro Fernández, que parece querer que todo, todo se derrumbe. Hasta que se derrumba. Todavía aturdidos, un canto gregoriano emerge de entre los escombros, nos dice que son muy pocos los que están ayudando, nos hace sentir que todo tiene que terminar de caerse, para empezar de nuevo. Y repetir el ciclo.
A esos que creen haber ganado se puede escuchar tanto en YouTube como en Spotify.