Relato de Julieta Ríos, 4 o 5 años en abril del 2003, residente entonces de Las Lomas
Vivo en el barrio Las Lomas. Nací acá, en Santa Fe. Y estoy trabajando como reemplazante docente idónea. Este trabajo es para ayudar a los chicos de la comunidad Qom, porque a ellos se les dificulta entender el castellano. Entonces ahí entro yo para ayudarles a ellos a traducirles lo que no entienden.
En el 2003 vivía en Las Lomas, en Boneo y el segundo pasaje. Tenía entre 4 y 5 años. Iba al jardín de infantes, no me acuerdo el nombre, pero uno que está en la esquinita de dónde vivo. Iba a esa escuelita, la mayoría de los chicos iban a esa escuela. Como era la única que conocían mis papás fui ahí también.
Yo sabía que a veces se juntaba la comunidad porque mi mamá me dejaba con mis otros hermanitos, ya que yo soy la mayor, porque ella se tenía que ir a reuniones. Qué actividades hacían o de qué hablaban no sé. Pero el día de la inundación todos nosotros estábamos en la casa.
Lo que recuerdo es que de a poquito empezó a entrar el agua a la casa de mis papás. Con mi hermano agarrábamos el escurridor y sacábamos el agua como podíamos. Yo era chiquita y mi hermano era todavía más chiquitito, habrá tenido 3 años. Después, lo que recuerdo es que nos pusimos a cargar bolsas con arena para poner en la puerta para que no entre el agua. Mi papá y mi mamá se encargaban de subir las cosas arriba del techo. Las únicas poquitas cosas que hemos tenido. Cama, ropero, aparador, la ropa de nosotros. Me acuerdo que subieron también una heladerita que teníamos. Arriba del techo con una escalera subían las cosas.
Nosotros estábamos esperando que nos vengan a buscar. Se decía que iban a llegar los camiones de los militares, que iban a venir, pero nunca llegaban. El agua avanzaba, subía más, crecía más, entraba más a la casa. Hasta que después empezaron a aparecer los camiones y empezó a subirse toda la gente desesperada. Llovía, era de tarde, tipo cuatro, llovía mucho y la gente se desesperaba por subir a los camiones.
Recuerdo que mi abuelo, que ya no está, nos fue a buscar a nosotros a la casa. A mí me cargó en su espalda y a mi hermano lo sacó alzado para subirlo al camión que iba a trasladar a la gente a un lugar a donde no llegó el agua. A mi mamá el agua le llegaba a la cintura. A mí me tenían que llevar upa sí o sí. Piquete Las Flores creo que se llamaba el lugar, nos dejaron ahí. Los vecinos también subieron, estábamos todos en ese lugar.
Me acuerdo que casi se queda parado el camión, porque como el barrio no tiene asfalto, se moja y se hace mucho barro. Me acuerdo que casi se queda atrapado y algunos padres tuvieron que bajarse a empujar y sacarlo del barro. Mi papá no, porque no estaba con nosotros. Los días de la inundación se quedó en la casa para cuidar las cosas para que no se las roben, porque también siempre estuvo la delincuencia ahí. Mi abuelo también se quedó.
Al lugar donde estuvimos alojados, Piquete las Flores, me acuerdo que llegaba gente a traernos ropa, alimentos no perecederos. También recuerdo que nos daban una vianda, que nos traían para que comamos, a la mañana nos traían el desayuno. Nosotros jugábamos en el patio de ese espacio, todos los chicos jugábamos ahí, algunos chicos del barrio y de otros lugares.
De ese momento lo único que recuerdo es la desesperación de la gente. Algunas madres llorando porque tenían que dejar sus hogares, algunas personas porque perdieron sus cosas. Era muy triste. Lo único que recuerdo es que lloraban. Era muy triste para mí verlo y yo solamente lloraba. Veía que perdía mis cosas también, porque no todo se salvaba.
Estuvimos como una o dos semanas sin volver. Durante todo ese tiempo no vimos ni a mi papá ni a mi abuelo, ellos se quedaron, dormían arriba del techo, se hicieron carpas para que no se mojaran las cosas porque llovía. Recuerdo que los militares les llevaban comida a los que se quedaban en sus casas, les llevaban agua en bidones.
Recuerdo que primero fue mi mamá sola a la casa. Después nos dijo que no nos podía llevar porque la casa estaba en mal estado y ella tenía que limpiar con mi papá. Entonces nosotros estuvimos tres días más sin ir, nos quedamos con mi abuela, mis tías, mis primas.
Cuando volvimos encontramos la casa toda… toda así como cuando le queda el color ese del agua verde, todo con barro, las paredes por dentro, todo mojado, muchas cosas perdidas, mojadas, que ya no iban a servir.
Cuando volvimos no había luz, había olor a pescado, a podrido. Los militares nos traían artículos de limpieza para higienizar bien la casa. Alguna ropa la perdimos, los teles se nos mojaron, uno solo se salvó. Lo que era colchones ya no servía porque se mojaron, tenían muchos bichos, la ropa también. No recuerdo si hubo otras ayudas, solo sé que nos trajeron colchones y frazadas.
Me acuerdo que perdí todos mis útiles, mi cuaderno se había mojado, mi mochila, se ve que flotaron con el agua, no sé. Las fotos de nosotros de cuando éramos bebés, eso ya no estaba en la casa. Flotaron todas las cosas.
Mi mamá y mi papá escuchaban la radio porque al principio no teníamos tele.
Nadie nos ayudó. Yo me acuerdo que mi papá se iba con mi mamá con un carrito a pedir trabajo, a limpiar casas de otras personas. Ahí se ganaban un poco de dinero para comprarnos a nosotros para comer en el día o en lo que necesitábamos.
Durante ese tiempo no volvimos al jardín. Me acuerdo que jugábamos arriba de la cama con los colchones nuevos que nos habían regalado y con rompecabezas que nos habían dado ahí en Piquete Las Flores, nos entreteníamos con eso. A la noche, cuando oscurecía, nos dormíamos temprano porque no había luz, entonces mis papás prendían velas. Apenas oscurecía ya nos dormíamos. Estábamos solamente entre nosotros, no jugábamos con otros chicos porque no nos dejaban salir.
Había muchos bichos, víboras, que quedaban todavía. La calle estaba re mal, con arena, con mucho barro, era un desastre. El barrio era un desastre. Había muchas cosas tiradas en la vereda que eran de los vecinos, todo con barro. Había veredas con animales muertos. Por eso mis papás no nos dejaban salir.
La gente empezó a volver a sus casas. Empezaban a limpiar, a juntar los bichos, a tirarlos. Todos empezaron a volver de a poco, pero no todos volvieron.
Ese año yo no volví al jardín. La escuela también perdió todas las cosas, se mojaron todas las cosas que tenían para nosotros. Solamente abrió el comedor en el jardín al que íbamos, porque cuando lo terminaron de limpiar nos daban una viandita. No cocinaban ahí porque no estaba en condiciones, sino que traían la comida de otro lado y nos daban la vianda para que tengamos para comer. A veces era polenta con milanesa, creo que de pescado. Nos traían puré de papá con hamburguesas. También me acuerdo que comíamos guisos, que nos traían guiso de arroz, guiso de fideos.
No volví al jardín porque ya me tocaba ir a primer grado. Para mí ese comienzo fue lindo, porque nos dieron útiles en la escuela. Me dieron un cuaderno, un lápiz, una cartuchera con colores, me regalaron todo eso. Me acuerdo que una seño me regaló un par de zapatillas. Me había quedado sin y usaba unas cholitas.
Otra cosa que recuerdo es que la vecina de mi mamá, que ya no vive, le preguntó si la podía ayudar a sacar las cosas perdidas que ella había dejado en su casa. Y después nos compartíamos alimento. Mi mamá ya había empezado a cocinar a fuego y me acuerdo que les pasaba comida porque ellos no tenían nada. Los vecinos nos ayudábamos entre nosotros.
Para mí la inundación es algo triste porque sigue doliendo haber visto tanta gente desesperada. También recuerdo, no sé si estaría bueno que yo lo diga y que quede, pero me acuerdo que a una señora que trasladaban en canoa se le cayó la bebé al agua y no la encontraban. La buscaban, todos los vecinos empezaron a ayudarla, pero no la encontraban. Estuvieron varios días buscando a esa bebé. Después flotó. Me acuerdo de eso, de que encontraron a la nena pero ya muerta. Era bebé, era. Me acuerdo de esa mamá gritando, buscando, “¡mi bebé, mi bebé!”. Eso es lo que recuerdo, lo que me quedó más.
No volvimos a inundarnos en otra ocasión. Esa inundación para mí fue única. Sigue doliendo hasta el día de hoy, porque la verdad es que no la pasamos bien. No puedo asociarla a nada más. Es algo que quedó, que quedó y sigue doliendo, es dolor y tristeza. ¿Me puedo largar a llorar?
Entrevistas y edición: Larisa Cumin y Emilia Spahn.