Aunque requieran cuidados, las personas mayores no pierden poder de decisión sobre sus vidas. Las políticas públicas para ese sector de la población apuntan a garantizar la autonomía y la autovalidez.
Al cumplir 60 años una persona comienza a ser considerada mayor. Sin embargo, se encuentra vital, con ánimo de trabajar o realizar tareas que le permitan mantenerse activa. A su vez, hay quienes requieren cuidados como consecuencia de dolencias físicas o enfermedades. Y no por eso, pierden poder de decisión sobre sus vidas, ni derechos. En suma, la población formada por adultos y adultas mayores –como se los y las conoce, aunque no sea la denominación correcta– es amplia y diversa por sus edades y sus historias de vida particulares. Por esas razones, las políticas públicas tienden a diseñar acciones desde la perspectiva de los derechos humanos, alejándose de una visión sobreprotectora. En ese orden, el buen trato –de igual a igual– se vuelve un factor fundamental no solo en el cuidado, sino también en los ámbitos de sociabilización y convivencia, desde la farmacia, el centro de salud, el banco y hasta la propia familia.
“Es una etapa de la vida que tiene un montón de edades. Hoy día hay personas que viven más de 100 años. No es lo mismo una persona mayor de 100 años que otra que acaba de cumplir 60. Son distintas las épocas en que se criaron, la cultura de la que vienen, las herramientas que tienen. Por supuesto, cuando avanzamos en la edad hay más dificultades”, esgrimió Lucía Billoud, directora provincial de Personas Mayores del Ministerio de Desarrollo Social de Santa Fe.
Cómo se nombra
Según recalcó la funcionaria, a partir de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (2015) quienes ya cumplieron 60 años, justamente, son concebidas personas mayores ya que “se busca poner en valor a la persona como sujeto de derecho y no como objeto de cuidado”. Al respecto, “también se habla del envejecimiento como un proceso: desde que nacemos somos cada día un poco más viejos y viejas”, subrayó Billoud. En tal sentido, es prioritario modificar ciertos patrones en el plano discursivo.
En efecto, suele ser común utilizar referencias como “abuelo”, “jubilado” o el “sector pasivo”. De esa manera, “suponemos que necesita ayuda porque tiene más de 60 años. Hay una discriminación relacionada con la sobreprotección. Al mismo tiempo, si esa persona cometió un hecho aberrante, al decirle ‘abuelo’ le restamos importancia a lo que hizo”, planteó la directora provincial. Para ilustrar con mayor elocuencia qué implica nombrar de un modo u otro, Billoud expresó que gran parte de la dirigencia y del funcionariado (como el gobernador o el presidente de la Nación) “son personas mayores y no se los piensa de esa forma”. Qué decir de otros referentes como Mick Jagger (78), Madonna (63), Ricardo Mollo (64) o Charly García (70).
Autonomía
Ahora bien, ¿cuáles son las problemáticas específicas que afectan a este sector social que, en la provincia de Santa Fe, alcanza al 17% de toda la población? Para profundizar en el tema –y ya en el ámbito local–, Soledad Artigas, secretaria de Políticas de Cuidados y Acción Social de la Municipalidad de Santa Fe, compartió la idea de “acompañar a los y las mayores para la toma de decisiones con respecto al cuidado de sus propias vidas”. Es decir, “uno de los principales problemas, que atraviesa las clases sociales, tiene que ver con la pérdida de la autonomía. En algún momento dejan de tener agencia sobre sí mismos. Ahí hay un debate muy profundo”, planteó la funcionaria municipal y agregó: “Las clases populares tienen menos acceso al cuidado formal y menos acceso al sistema de salud. En ese contexto es difícil garantizar la autonomía”.
Frente a este panorama, la pandemia de la Covid 19 evidenció de forma abrupta “la soledad, la pérdida de lazos sociales”, acorde a lo dicho por Artigas, quien remarcó que el hecho de permanecer en las casas, durante el aislamiento social, interrumpió el contacto y, en paralelo, fue necesaria “una adaptación veloz a las nuevas tecnologías”. “Son personas acostumbradas a ir al banco a cobrar su jubilación. Y de golpe, se produjo un cambio de paradigma muy grande en la organización de la rutina”.
Con relación al uso de la tecnología al hilo de lo que suscitó la pandemia, Billoud evaluó que “las personas mayores demostraron una vez más resiliencia en el aprendizaje en un momento en que lo tuvieron que hacer para poder comunicarse directamente. (No obstante) la brecha digital existe y en la pandemia se intensificó”. Fue por eso que el gobierno provincial impulsó el programa Mayores en Red con unos 300 talleres para formar en el uso del teléfono celular. “Promovemos que la persona vaya a un lugar a aprender y no espere que un familiar le enseñe”, manifestó la funcionaria de Desarrollo Social.
Cuidados
Si una de las premisas es alentar la autonomía y respetar la independencia, es perentorio quitar algunas obligaciones naturalizadas. “El rol de la abuelidad se ve, sobre todo, en las mujeres. Las mujeres mayores siguen cuidando. Tal vez la mujer mayor no quiere y ejerce de abuela sin remuneración. Son tareas de cuidado y muchas veces se hacen sin que se les pregunte. Se considera que la persona mayor tiene tiempo para cuidar a los nietos”, observó crítica Billoud.
Hoy día hay personas que viven más de 100 años. No es lo mismo una persona mayor de 100 años que otra que acaba de cumplir 60.
Asimismo, en el cruce de lo que se da y lo que se recibe, Artigas –atenta al plano local– identificó una cuestión interseccional. “Si bien hay problemáticas comunes por una cuestión etaria, lo cierto es que hay muchas diferencias en el acceso a los derechos. Las familias procuran el cuidado como pueden. A veces hay un choque de derechos”, indicó. “Por un lado está el derecho de las personas adultas a estar bien cuidadas. Y entendemos que es difícil que las familias se hagan cargo de esos cuidados. Tenemos chequeado que el 90% de las personas que cuidan son mujeres. Mujeres que dejan de realizar un trabajo para dedicarse al cuidado. Las políticas de cuidado vienen a generar un sistema más eficiente al que tuvimos hasta ahora que, básicamente, es que las familias se cuiden solas”, formuló la secretaria municipal.
No más asilos
En el campo de los cuidados se abren al menos dos líneas: cómo se debe cuidar a una persona mayor y qué sucede con las residencias y/o geriátricos. Además de los espacios privados, la provincia de Santa Fe dispone de servicios públicos de alojamiento para personas autónomas y autoválidas, más 19 residencias públicas provinciales y dos geriátricos provinciales (uno en Pilar y otro en Rosario).
“Hoy en día se está armando un proyecto de ley nacional sobre residencias con la perspectiva de la Convención (ya mencionada). En las residencias públicas, la mirada es con puertas abiertas porque son personas autónomas y autoválidas –enfatizó Billoud–. La provincia, como segundo nivel de aplicación, tiene la capacitación de promotores gerontológicos. Hablamos de acompañar a personas mayores en su autonomía. No solo formamos para el cuidado domiciliario, sino también para el barrio o la vecinal. Es un curso multidisciplinario porque el cuidado no es solamente físico”.
La funcionaria provincial señaló, además, que las capacitaciones brindadas por la gestión provincial apuntan al “buen trato”. “Lo importante es la sensibilización y la visibilización del tema. Hicimos capacitaciones, por ejemplo, con el Colegio de Farmacéuticos para el buen trato de atención al público. Se trata de cómo ayudar sin infantilizar, sin invisibilizar”, fundamentó y postuló: “La persona mayor está en la educación, la cultura, el turismo, la salud. La idea es que en todos esos ámbitos haya un buen trato”.
Por su lado, Artigas apuntó que “no todas las familias tienen las mismas herramientas”. “Nuestro desafío como Estado municipal es generar servicios de cuidado genuinos a través de los servicios y la jerarquización de las personas que cuidan”, añadió. De hecho, la Municipalidad de Santa Fe formalizó el Registro Único de Trabajadoras y Trabajadores del Cuidado, mediante el cual se pretende sistematizar la información sobre las personas que cuidan y que éstas se encuentren capacitadas. “Eso brinda mejores cuidados a las personas que lo requieren y jerarquiza la tarea, que hoy es la más informalizada. Las personas que están en el registro tienen determinadas horas de capacitación, títulos, cursos y perspectiva. Aspiramos a jerarquizar y buscar perfiles adecuados a las necesidades de cada familia”, explicó Artigas.
Con relación a los geriátricos, la secretaria municipal instó a “discutir estándares de cuidado”. O sea, “mirar televisión no es un estándar de cuidado. Hay que buscar otras respuestas porque cambió el mundo y tienen que cambiar los sistemas de protección. Hay que pensar algo nuevo para preservar la vida en comunidad y las decisiones de las personas”, concluyó.
Qué se hace
La Municipalidad de Santa Fe brinda asistencia directa a personas mayores en situación de calle, también en las Estaciones Municipales y a través de sus canales de comunicación. Del mismo modo, sostiene vínculos con organizaciones de la sociedad civil, centros de jubilados, hospitales y demás instituciones. También organiza actividades como la Peña del Reencuentro en el Mercado Progreso, clases de natación, Newcom y otras deportivas con el fin de alentar la recreación y la vida social.
De la misma forma, desde la órbita provincial se realizan actividades recreativas y de capacitación en distintas temáticas. Y en cuanto al hábitat –de la mano de una política del gobierno nacional–, se anunció que se edificará “Casa Activa” en el barrio La Florida de nuestra ciudad. Será un complejo de viviendas para personas mayores, autónomas y autoválidas que no requieran alojarse en una residencia.