Bolsonaro y Lula se enfrentan en una elección presidencial que definirá el futuro de Brasil y de la región. Los sondeos arrojan un escenario de balotaje.
Por Joel Sidler
En menos de 24 horas el país vecino comenzará a votar en una de las elecciones más difíciles desde el regreso a la democracia. Para poner en contexto, en este momento se encuentra vigente una resolución que emitió el Tribunal Superior Electoral, que prohíbe la portación de armas y municiones en todo el territorio nacional para cazadores, coleccionistas y tiradores deportivos. Esta medida abarca desde las 24 horas previas hasta las 24 posteriores a la elección. El motivo radica en la escalada de violencia política en Brasil, con tres asesinatos a partidarios de Lula en los últimos meses. Esta situación también preocupa al exterior de las fronteras, por ejemplo, el Senado estadounidense aprobó una resolución en apoyo de elecciones libres y pacíficas en Brasil, instando al gobierno de Biden a reconocer rápidamente los resultados frente a una posible demora por parte de Bolsonaro.
En este contexto de crispación se realizó el último debate presidencial, el pasado jueves 29 por TV Globo. La estrategia de Bolsonaro fue simple, atacar a Lula por corrupción en un intento por esmerilar a sus votantes y evitar su triunfo en primera vuelta. Contó con la colaboración de Ciro Gomes (PDL), quien se encuentra tercero en las encuestas pero que en las últimas semanas viene observando cómo sus votantes parecen dirigirse hacia el líder del Partido de los Trabajadores. Esto se observa en la última encuesta publicada por Datafolha, donde Gomes retrocede entre uno y dos puntos porcentuales respecto de las publicadas hace un mes, llegando apenas al 6%. En contrapartida, Lula gana un punto y alcanza el 48% de la intención de voto, mientras que Bolsonaro ostenta un 34%.
En teoría, a medida que se acerca el día de la votación las encuestas deberían ser más confiables, ya que una parte importante del electorado decide recién en los días previos. Sin embargo, en un contexto de tensión política es posible que existan votantes que prefieran no manifestar sus intenciones, para evitar represalias. A ello se le suman las dificultades y sesgos propios de las encuestas. Para tomar dimensión podemos recordar el caso de las elecciones presidenciales de Bolivia en 2020. Los sondeos electorales subestimaron el resultado que alcanzaría Luis Arce (candidato del MAS, de Evo Morales). Le asignaban un 44% y logró un 55%. Al mismo tiempo, sobreestimaron los de Carlos Mesa, quien supuestamente rondaba el 35% y apenas alcanzó el 28%.
En pocas horas abrirán los locales de votación en Brasil y alrededor de las 20hs se esperan los primeros resultados. Si Lula supera el 50% habrá logrado ser electo en primera vuelta, sin embargo, si el resultado está apenas por encima de ese porcentaje se pueden desencadenar hechos desafortunados para la democracia brasileña. Durante el debate, Jair Bolsonaro evitó responder si va a aceptar el resultado de las elecciones del domingo. Pronto sabremos la respuesta.