Con un marco previo de intensa violencia política de derecha, los máximos líderes sudamericanos de la izquierda popular y el fascismo de mercado se enfrentan en una votación que decide el futuro de la mayor economía continental y de la selva que da de respirar al mundo.
El presidente Jair Bolsonaro vota en Río de Janeiro, Luiz Inácio Lula da Silva, el histórico jefe del PT y favorito para ganar en primera vuelta, apretará el botón –el sufragio es electrónico– en la escuela de Sao Bernardo do Campo, cerca de San Pablo. Son los únicos dos candidatos expectantes, de once en total, en la polarizada elección brasileña. Las encuestas marcan que Bolsonaro se acerca al 36% de los votos válidos y Lula al 50%, la contienda puede llegar a definirse hoy.
Todo depende de la voluntad de las más de 156 millones de personas habilitadas para votar este domingo. El voto es obligatorio para los ciudadanos de entre 18 y 69 años y opcional para los que tienen 16 y 17 y los mayores de 70. Se cuentan sólo los votos válidos para elegir la presidencia (no se incluye en el cálculo del porcentaje los votos en blanco o anulados). Si Lula no supera el 50%, la segunda vuelta es el 30 de octubre.
Los resultados, de casi inmediata publicación por el sistema electrónico, serán recibidos por Bolsonaro en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial en Brasilia, mientras que Lula seguirá el escrutinio en un hotel de San Pablo, el distrito que lo vio nacer políticamente como dirigente sindical metalúrgico. Muy lejos de ambos se encuentra Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista. Gomes, antiguo aliado de Lula, va por su cuarto intento electoral, aunque los sondeos solo le atribuyen un 10% de los votos.
Los cierres de campaña tuvieron lugar en San Pablo. Bolsonaro encabezó una caravana en moto. "Hay muchas manifestaciones en todo Brasil de autos, motos, de diversos sectores de la sociedad. Es imposible que no tengamos al menos el 60% de los votos. Espero que así sea", dijo el actual presidente que se rodeó de influencers en TikTok para registrar el momento.
Lula participó de una caminata con la militancia en la Avenida Paulista, principal arteria de San Pablo, y saludó a la multitud desde arriba de una camioneta. "Primera vuelta, primera vuelta", cantaban los militantes.
Violencia fascista en la previa
La Universidad Federal de Río de Janeiro reveló en un estudio que en el primer semestre de este año hubo 40 muertos por motivos políticos, la mayoría votantes del Luiz Inácio Lula da Silva. Los bolsonaristas llegan al punto de atacar hasta a los encuestadores. Los hijos de Bolsonaro y miembros de su gobierno califican a una de las mayores encuestadoras, Datafolha, de “comunista” y la llaman “DataLula”.
Brasil vota en medio de una creciente ola de violencia política
Justamente, Datafolha reportó una encuesta donde halló que siete de cada diez brasileños temen ser agredidos por causas políticas durante la campaña electoral. Según el Observatorio de Violencia Política y Electoral de la Universidad Federal de Río de Janeiro, desde que Bolsonaro asumió en enero 2019, los casos de violencia política se incrementaron 335% en el país, con un total de 1209, de los cuales 214 se produjeron en el primer semestre de 2022.
La violencia genera temor político. En el PT hay cierta inquietud respecto de la abstención electoral, que podría incidir en la primera vuelta en contra de Lula. Es más, se teme que la violencia fascista se incremente en los 28 días que separan la elección del 2 de octubre de la eventual segunda vuelta.
Durante los debates previos a la elección, Bolsonaro minimizó los hechos de violencia y dijo no tener responsabilidades por los casos que se registraron en el país. Lula, en cambio, condenó el lunes "la violencia política porque alguien tiene una remera roja (color de su partido)" y subrayó que el país necesita "ser pacificado".
"No podemos tener una guerra, Brasil no tiene guerra con nadie y no podemos tener peleas entre nosotros", afirmó Lula, quien usa chaleco antibalas desde el inicio de la campaña luego de que dos de sus actos fueran blanco de ataques.
Casi en respuesta, el ministro de Justicia de Brasil, Anderson Torres, afirmó ayer sábado que las elecciones "no serán una guerra" y anunció que habrá 500.000 agentes de seguridad en las calles. "Garantizaremos la seguridad para que el pueblo brasileño pueda ejercer su derecho a votar de forma libre y transitar con tranquilidad por las calles", afirmó el funcionario.
El Supremo Tribunal Federal (la Corte Suprema de Brasil) prohibió la portación de armas de fuego en todo el país por 48 horas antes de cada vuelta electoral y 24 horas después de la divulgación de los resultados. "El inicio de la campaña electoral exacerba el riesgo de violencia política", lo cual "torna de extrema y excepcional urgencia" la necesidad de restringir el acceso a las armas y municiones, expresó el magistrado del Supremo, Edson Fachin.