Durante los últimos días ha circulado en redes sociales un video que muestra un registro de descontrol, gritos y carreras: personas persiguiendo y atrapando cerdos, que huyen a pie o en moto, con los animales. Este video fue compartido desde cuentas bolsonaristas en compañía de un texto que exclama "El regreso de la maldita izquierda" en Argentina.
Sin mucha dificultad organismos de verificación corroboraron que el video no es de este año y ni siquiera está ubicado en Argentina: era un episodio del saqueo de una finca en Colombia, en el municipio de Puerto Tejada, en 2021, durante las protestas (duramente reprimidas) contra el gobierno derechista de Iván Duque.
Noticias falsas como estas circulan todos los días con Argentina como protagonista. En los últimos días, un video de WhatsApp alerta sobre una ley inexistente que habría sido sancionada por el presidente argentino prohibiendo la herencia. “Ahora, si tu padre muere, el estado se lleva todo”, dice la voz en off.
La atención casi obsesiva de Jair Bolsonaro al país vecino se destaca como parte de una lista de países citados repetidamente por el presidente y sus hijos como amenazas a evitar en Brasil: Nicaragua, Venezuela, Cuba y, más recientemente, Colombia y Chile. Estos dos últimos son países históricamente gobernados por la derecha y que, tras procesos de insurgencia social, eligieron propuestas progresistas para el Poder Ejecutivo.
El discurso fue reforzado por el presidente candidato a la reelección durante el primer debate el domingo 16 de octubre. Dedicó la totalidad de los casi 6 minutos que quedaron a su favor durante el tercer bloque a su peculiar lectura de la geopolítica regional. “¿Qué tienen en común Lula, Ortega, Chávez, difunto, Maduro, Evo Morales, Fernández de Argentina, Petro de Colombia?”, dijo con tono de indignación. “Mira hacia dónde van estos países”.
Pero esta especial atención no se quedó en la retórica, y mereció otra visita del diputado federal Eduardo Bolsonaro, quien aterrizó la semana pasada en Argentina para hacer material de campaña para la reelección de su padre y reforzar la propaganda “antisocialista”. ¿Por qué Argentina fue elegida como objetivo por la familia Bolsonaro?
Cabe señalar el lugar que ocupa Argentina en América Latina en relación a la lucha por los derechos humanos. Reconocido internacionalmente por su legislación progresista en temas como el matrimonio igualitario, el aborto y la identidad de género, el país es también un referente en la rendición de cuentas de los crímenes cometidos por militares durante la dictadura, inversamente opuesto al proceso posdictadura en Brasil.
“En Argentina pasó algo que ni siquiera pasó en España en relación a la dictadura: se juzgó a los responsables”, señala a Brasil de Fato la periodista argentina Soledad Vallejos. Para ella, estos factores tienen que ver con la elección de Eduardo Bolsonaro de recolectar material de campaña precisamente en el país vecino.
“Los movimientos sociales logran instalar una agenda en la Argentina. Esta es una advertencia a la derecha, cada vez más cercana al fascismo, que trata de ocupar la agenda política con la desinformación, la manipulación, con el uso de la retórica pop para generar narrativas de indignación, que nada tienen que ver con información, datos, ni con lo que realmente sucede”, dice.
Es la primera vez que Brasil y Argentina son gobernados por fuerzas tan dispares, como señaló Ariel Goldstein, doctor en Ciencias Sociales e investigador de los nuevos derechos, del bolsonarismo en particular. “Alberto Fernández visitó a Lula en la cárcel, en Curitiba, y eso enfureció a Bolsonaro”, señala.
“En 2018, Bolsonaro usó principalmente a Venezuela como tema. Ahora, se expande a Nicaragua y Argentina, en un intento de equiparar cualquier gobierno de izquierda y asociarlo con el autoritarismo, con la corrupción, diciendo que lo que pasa en estos países puede pasar en Brasil. Es una estrategia de miedo, también porque el PT ya gobernó y nadie ha sido perseguido”, dice.
La invención de la “argentinización”
Con la vocación internacionalista de los llamados nuevos derechos, el discurso anticubano se renueva y se extiende al contexto y coyuntura de cada territorio. Hoy, en Brasil, eso es lo que se traduce en la narrativa antiargentina, pero con la misma raíz común: el discurso anticomunista.
Para el comunicador y secretario de Alba Movimentos, Gonzalo Armúa, la narrativa anticomunista sigue siendo bastante reiterada entre la extrema derecha a nivel internacional. “Es un sector que necesita construir otro al que enfrentarse”, apunta.
“En el 98% de los casos, ese otro siempre tiene que ver con el comunismo, y sabemos que ningún país en esta etapa histórica que tenemos, tanto en América Latina como en Europa, se puede caracterizar como comunista: no hay propiedad total del Estado de los medios de producción o empresas estratégicas”, dice.
Según varios expertos en geopolítica e historia regional, existen más similitudes que diferencias entre los procesos políticos de Argentina y Brasil. Como gobierno, nunca tuvieron una administración comunista, y los presidentes progresistas se caracterizaron por economías mixtas; en muchos sentidos, funcional para el capital nacional concentrado y las multinacionales.
“Ni Brasil ni Argentina tuvieron gobiernos socialistas. El capitalismo es una formación económica mundial, y tanto Argentina como Brasil están asociados a la dinámica del capital transnacional”, dice a Brasil de Fato el sociólogo Julio Gambina, profesor de economía política y fundador de ATTAC-Argentina . “Por eso, tanto los gobiernos del PT o Bolsonaro en Brasil, como los de Kirchner o Mauricio Macri, en Argentina, favorecieron la producción primaria-exportadora”, apunta, destacando la soja como principal producto en esta internalización de las exportaciones. de ambos países.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la estructura socioeconómica, Argentina y Brasil siguieron políticas funcionales a la lógica del mercado en cada gobierno.
“Ni siquiera Paulo Guedes pudo implementar el programa liberalizador que anunciaron en campaña, dando continuidad a políticas sociales que no pudieron desmantelar, como sucedió con Macri, en Argentina”, prosigue el sociólogo. “Si comparamos países de América Latina y el Caribe, gobiernos que se suponen de derecha o de izquierda, en los últimos 20 años, todos han implementado políticas sociales masivas para contener el crecimiento de la pobreza, que se ha dado en toda la región. .”
“Por otro lado, Venezuela, hoy mucho más enfocada en la dolarización y la venta de petróleo a EE.UU., también implementa políticas de mercado, porque está inserta en la economía capitalista mundial y regional. Entonces, ni Argentina se ‘venezolaliza’ ni Brasil se ‘argentiniza’. Esta es una gran falacia”.
La articulación internacional de la extrema derecha
Goldstein, autora del libro “La reconquista autoritaria”, destaca la importancia del partido extremista español Vox en esta articulación de derechos internacionales. “Esta idea de miedo al comunismo es una de las bases de la conexión entre sectores de la derecha radical en Europa, Estados Unidos y América Latina”.
El partido español tiene, en este sentido, un fuerte papel articulador, aliado a las acciones impulsadas por el estratega político extremista Steve Bannon. A principios de este mes, el líder ultraderechista argentino Javier Milei de La Libertad Avanza participó en el evento Viva22 de Vox, invitado directamente por el presidente del partido, Santiago Abascal. En el acto expresó su deseo de que Donald Trump “resurja en EEUU” y lo hizo extensivo a Jair Bolsonaro, “para que no estemos solos”.
Uno de los encuentros importantes de Eduardo Bolsonaro en suelo argentino la semana pasada fue precisamente con Milei, quien recibe el apoyo del diputado brasileño. Según una encuesta de Agência Pública, Eduardo Bolsonaro participó de al menos 77 encuentros con figuras de la política internacional conservadora en los últimos cinco años.
“Podemos decir que son derechos nuevos, pero el contenido es más o menos el mismo”, apunta Armúa. “Son políticas liberales, destruyen sin estabilizar, pero la forma es más radicalizada, con medidas autoritarias contra los indígenas, las mujeres, las mujeres políticas, atadas al racismo y al discurso de la colonialidad. Son articulaciones siempre patrocinadas por alguna derecha del norte, ya sea de Europa o de Estados Unidos”.
La nota original es de Brasil de Fato.
La traducción de la nota es trabajo de Emergentes Medio.