Las batitas blancas, símbolo de las personas que buscan su identidad, en la muestra “De eso no se habla” de Claudia Raimondo.

Hay personas en Argentina que no conocen su identidad de origen. Fueron apropiadas, robadas, sustraídas siendo recién nacidas. Hablamos con tres santafesinos que están en esa búsqueda.

Hace muy poco Mara se animó a preguntar por eso que le resonaba en el cuerpo desde que era pequeña. “De chica siempre dudé. A los 11 años empecé a verme diferente, a no verme reflejada, y desde lo ideológico también había como un montón de cosas con las que no había un ida y vuelta. Siempre tuve la duda, pero nunca me animé a preguntar. Me enteré de todo hace cuatro años”.

A un Martín muy niño, las diferencias visibles y palpables, también lo alertaron. “Yo mido 1,85 y en mi familia eran todos bajos. Como a los 10 años empecé a preguntar por qué había tanta diferencia y ahí me contaron que era hijo adoptivo, pero sólo eso, no todo lo otro. Hace dos años empecé con la búsqueda”.

Para Daniela fue diferente: su mamá se lo relató casi como un cuento. “A mi me contaron desde muy chiquita que era adoptada, siempre lo supe. Cuando tenía casi 23 años tuve a mi nene y a los dos años le detectaron púrpura, y yo estaba muy asustada porque me preguntaban si tenía antecedentes familiares. Ahí fue cuando me dije ‘tengo que empezar a saber qué es lo que pasó antes, quién es mi familia biológica’. Antes de eso nunca tuve la curiosidad”.

Mara Cardot, Martín Broggi y María Daniela Artigue son tres santafesinos que se encuentran en la búsqueda de su identidad biológica. Sus historias, sus vidas, sus circunstancias y motivaciones son distintas, pero guardan un punto de partida en común: los tres crecieron en familias que no son sus familias biológicas y ninguno llegó a esas familias a través de procesos legales de adopción.

Identidad de origen

En la provincia de Santa Fe, desde 2016 en adelante, unos 400 hombres y mujeres se presentaron en la Secretaría de Derechos Humanos para pedir asistencia en la búsqueda de su origen. Son personas que sufrieron la vulneración de su derecho a la identidad, aunque el número real podría ser bastante mayor.

En nuestro país esas búsquedas de identidad están, en el imaginario social y colectivo, muy ligadas al período de la última dictadura cívico-militar, pero la realidad es que el robo, la apropiación y sustracción de bebés, sucede desde antes de 1976 y no terminó con el retorno a la democracia.

Mara nació el 23 de junio de 1968 en Neuquén. Luego, a sus tres años, su familia se vino a vivir a Santa Fe. Recién se animó a preguntar y comenzar su camino de búsqueda cuando su padre de crianza, un militar, falleció. Su mamá de crianza le reconoció que fue adoptada pero le dijo no saber nada de cómo había sucedido. “Ellos no tenían que preguntar absolutamente nada, ni de dónde venía ni quiénes eran mis padres, esa era la condición para que yo llegara a ellos”, cuenta.

Cuando supo la verdad, Mara comenzó a entrar a grupos de búsqueda en redes sociales, a comunicarse con otras personas en su misma situación. “Hay como un hilo conductor en las historias, que es el silencio, los secretos de familia. Pero en estos breves e intensos años como buscadora, una va como entendiendo que no solamente hay una familia que quiere tener un hijo a como dé lugar, sino que también hay en la salud pública, en el Registro Civil, jueces, profesionales, trabajadores de diversas áreas, metidos en todo este tipo de ilegalidades”.

Esa red también queda claramente expuesta en la historia de Daniela. En su caso, su mamá y su papá le dijeron la verdad desde muy pequeña y siempre la ayudaron con la búsqueda. Según relata, luego de que su madre perdiera un embarazo y cayera en una depresión, una tía de su padre “apareció” con ella.

“La tía de mi papá trabajaba en una clínica acá en Santa Fe que se llamaba el Instituto Materno Infantil (IMI), que cerró el año pasado. En ese lugar no se hacían partos, pero sí había neo. Ella ahí tenía mucho contacto con médicos, lógicamente. Un día esta tía le dijo a mi mamá que se prepare porque a la tarde le llevaban a su nena. Mi mamá no entendía nada y ella le dijo que no haga preguntas, que una chica muy jovencita había regalado a su hija y que necesitaba una madre para la criatura”. Nació el 23 de febrero de 1981, pero la anotaron el 26 y en Mendoza, donde por esos días su papá estaba trabajando.

“¿Viste qué hermosa gringa que te mandé?”, cuenta Daniela que le dijo un médico a su mamá pocos días después cuando la llevó a un control pediátrico. Muchos años más tarde, ni ese médico ni otros que durante esos años estuvieron ligados al sistema de salud quisieron decirle nada sobre su origen o sobre el mecanismo que permitía que se den estas situaciones ilegales. “Todos dicen que no se acuerdan, que ya están grandes, que si busco plata. Pero yo solo quiero saber”, dice Daniela.

Martin tiene muy en claro cómo fue su llegada a la familia en la cual se crió: “La mujer que me tuvo me entregó a una señora, ella se subió conmigo a la línea 5, después a la 10 y ahí llegamos a la casa donde crecí”. Esos datos los obtuvo luego de publicar su historia en redes sociales. Allí fue contactado por esta mujer encargada de entregarlo, quien en realidad era amiga de su familia y lo había visto crecer. “Cuando vio eso ella se comunicó conmigo y me contó cómo había sido el día que nací”. Martín nació el 28 de noviembre de 1978 en el Hospital Iturraspe y, según los datos que ha podido conseguir, tendría tres hermanos mayores. A ellos busca.

En la familia de crianza de Martín hay también otra hija que llegó en esas mismas condiciones, “pero ella sí sabe quiénes son sus padres”, cuenta. Daniela también tiene una prima que fue entregada a la familia por esa tía que trabajaba en el sistema de salud. Pero a diferencia de su casa, la mamá de crianza de su prima sí le había pedido a la mujer que si se enteraba de que había un bebé que necesitara una familia la tuviera en cuenta.

Su prima se llama María Milagros Fernández, nació en 1982, y también busca sus orígenes.
Los tres, Mara, Daniela y Martín, tienen diferentes sentimientos respecto de sus padres de crianza y de sus madres biológicas. Los tres, también, llaman de formas diferentes a lo que les sucedió. “A mi no me gusta la palabra apropiada, yo digo adoptada”, dice Daniela desde el principio. Para Mara, ese es el término correcto: “La palabra es apropiación, sustitución, robo o trata de bebés”. Pero juzgar no está en las intenciones de estos y estas buscadoras, que entienden que cada circunstancia, proceso y sentimiento es muy íntimo y personal.

La búsqueda

Publicar sus fotos a diferentes edades, dónde nacieron, en qué año, sus características físicas, poder armar un relato con toda la información que tienen, es el primer paso para poner a rodar las búsquedas.

Hay grupos en redes sociales donde estos buscadores y buscadoras intercambian información, y también hay algunas ONGs, como Encontrarnos, que trabajan en la temática. Daniela Artigue es representante de esta organización en Santa Fe y cuenta que desde allí trabajan con los kits de ADN autosomal, que son aquellos que mediante una simple muestra de saliva analizan los otros 22 pares de cromosomas que no son el cromosoma X ni Y, para identificar orígenes étnicos. “Ayudamos a la gente no solamente a hacerse el ADN, que por suerte conseguimos para que los puedan realizar gratuitamente quienes no tienen recursos, sino también a leer y entender los resultados, los match y toda esa información”.

Actualmente hay siete provincias que cuentan con leyes de Identidad de Origen. Santa Fe fue pionera: la sancionó en 2017, pero aún falta su reglamentación. “Nosotros estamos peleando por tener un Banco Nacional de Datos Genéticos y una ley Nacional de Identidad de Origen. Eso sería clave para que nuestros datos estén centralizados, con un legajo y que desde ahí se acompañe nuestra búsqueda, el acceso a las partidas de nacimiento, que no siempre es fácil de conseguir, el acompañamiento psicológico”, comenta Mara Cardot.

Dónde recurrir para iniciar la búsqueda

Quienes sospechan que su identidad ha sido suprimida, alterada o buscan a integrantes de su familia biológica, pueden contactarse con la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, en su oficina de Mendoza 3443 o al teléfono 342-5-502604. También pueden comunicarse con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) al 11-5-300-4140 y 11-2756-8330, o por mail: [email protected].

Un solo comentario

  1. Soy la prima de Daniela.
    Agradezco que compartan las historias.
    Pero lo correcto es que publiquen las historias tal cual son o no modifiquen o agreguen cosas que no son ciertas.
    Mi historia no es cómo la redactaron, por más que haya sido escueta.
    No me parece correcto que se ponga a mi madre de crianza como si hubiera pedido un bebé por catálogo, porque no fue así.

    Gracias por contar parte de la historia de mi prima.

    Saludos

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