Los clubes de barrio se quejan por las nuevas limitaciones que les impone el proyecto de ordenanza de nocturnidad, mientras que las vecinales alzaron su voz en protesta porque esperaban mayores restricciones.
El proyecto de ordenanza sobre nocturnidad acentuó los cortocircuitos entre los lugares de esparcimiento y los vecinos de esas zonas. Mientras que los clubes de barrio donde todavía se pueden organizar bailes y fiestas se quejaron por las nuevas limitaciones que les impone el proyecto, las vecinales –incluso algunos grupos de vecinos autoconvocados– alzaron su voz en protesta porque esperaban mayores restricciones.
Desde República del Oeste dijeron lisa y llanamente que es una “barbaridad” el texto de la ordenanza. “¿Quién va a salir a consumir un bailable a las 9 de la noche y a las 12 va a volverse a la casa? No se van a ir, se van a quedar dando vueltas. Además, te condicionan a que vos puedas trabajar un solo día de la semana”, señaló Javier Arredondo, encargado de la Vecinal República del Oeste.
En el club Villa Dora también cayó mal el proyecto. El presidente de la institución, Adrián Ramseyer, reveló que “cuando nosotros hablamos con la Municipalidad, habíamos negociado hasta las 3 de la mañana los domingos y hasta las 4 de la mañana la víspera de feriados. Cedimos una hora, pero ya dos horas te liquidan y encima te dejan abrir una sola vez por semana. Es muy difícil. No queremos ser un club fantasma”.
Ramseyer remarcó que las nuevas restricciones van a impactar de lleno en el financiamiento del club, que lleva adelante actividades deportivas solventadas –en parte– con las ganancias de los bailes: “Nos cortan las piernas, pero nos regalan las muletas. Nosotros queremos seguir laburando. La estructura que tiene Villa Dora es tremenda. ¿Cómo hacemos para mantener el club si no es con el baile? ¿Cómo hacés para jugar la Liga Nacional de Vóley?”.
Los vecinos también protestaron, pero por otros motivos. Un grupo de autoconvocados de barrio Sargento Cabral, donde está emplazado el club Villa Dora, envió una nota a los concejales en la que afirman: “Venimos cediendo horas de descanso, de seguridad, de tranquilidad y de salud cada semana desde la noche del domingo hasta cada lunes antes de amanecer. Entendemos que el espíritu de una norma es ordenar y asegurar la sana convivencia entre vecinos y que por ninguna razón se debe vulnerar absolutamente ningún derecho. ¿No son el derecho a la salud y a la seguridad vulnerados cada lunes a la madrugada sea hasta las 2 o hasta las 4? ¿Existe una diferencia entre sufrir más o menos horas, más temprano o más tarde, ruidos molestos, inseguridad, trapitos, descontrol, suciedad?”.
“Venimos sufriendo desde hace años por el desorden que provoca el baile y por la indiferencia con que se nos ha tratado. No queremos seguir cediendo derechos ni queremos seguir siendo invisibles”.
En tanto, desde la Vecinal Siete Jefes reconocieron que el nuevo proyecto es una “pequeña mejora”, pero que no resuelve el problema de fondo: el volumen de la música de los paradores ubicados en la Costanera Este, frente al barrio.
“Todos quedamos incómodos. No hay nadie que haya quedado conforme con la nueva normativa. Si me pongo del lado del empresario, voy a quedar limitado en el accionar y si me pongo del lado del vecino, que es la parte que nos toca, vamos a tener música todos los días hasta las 12 de la noche. No es nada agradable. Justamente lo que uno busca es poder descansar. Es una pequeña mejora, pero nada más”, sostuvo Gabriel Crespo, presidente de la vecinal Siete Jefes, en diálogo Aire de Santa Fe.
“Esto es insostenible. Una cosa es tener un evento por semana y otra cosa es todas las noches. Los niveles de decibeles son muy altos, por encima de la ordenanza de ruidos molestos que sigue vigente”, agregó.