El Encuentro Plurinacional de Mujeres, Trans, Travestis, Lesbianas, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries transicionó y cambió de nombre. Pero nosotres, ¿cambiamos nuestras prácticas?
Por Victoria Stéfano
El 35° Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, intersex y bisexuales celebrado en San Luis fue el primero en la historia del evento que incluyó a las identidades trans de forma específica en la convocatoria.
La construcción horizontal del espacio se vio sacudida en 2019 por una ruptura que se vino gestando durante varios años, en torno a un eje específico; el sujeto político de los feminismos.
En esa discusión fueron varias las perspectivas que entraron en tensión, pero que fundamentalmente abonaron a discutir la mirada de los feminismos centrada en un sector acotado: mujeres cis, blancas y heterosexuales.
La propuesta fue ampliar esa mirada a la multiplicidad de sujetas, sujetos y sujetes que sobreviven a las violencias machistas y que forman parte, desde hace varios años y de manera progresiva, de los Encuentros. Como es el caso de las mujeres trans y las travestis que gracias a la lucha de Lohana Berkins y de aliadas transfeministas formamos asistimos hace 13 años.
Las distancias insalvables en el debate alcanzaron un nivel de polarización que terminó en algo impensado, pero que se venía previendo. El Encuentro finalmente se rompió.
Mientras que quienes apostaron por un reconocimiento pleno del vasto espectro de resistencias que habitan y nutren a los feminismos construyeron un encuentro que reconoce las bases racistas, coloniales, capitalistas, clasistas, capacitistas y hetero-cis-sexistas que alimentan al sistema de cosas que conocemos como patriarcado, otra parte decidió sostener la posición histórica de los Encuentro Nacionales de Mujeres, que insisten en mantener el nombre anterior y también las tradiciones.
Hay que decir que la ruptura también germinó en un contexto en el cual se sucedieron episodios sociales que no podemos obviar como el auge de los espacios feministas trans-excluyentes, la organización partidaria de los sectores de ultraderecha, y el recrudecimiento de la criminalización y persecución de los pueblos originarios. Todo ello en un contexto político que marcó un retroceso real en materia de derechos humanos entre 2015 y 2019.
Y es que los feminismos no son un paréntesis social impenetrable, sino que se ven atravesados por los climas sociales. Y si la sociedad se derechiza… Ya saben.
Finalmente se vivió en San Luis ese Encuentro tan esperado durante la pandemia, y que se propuso incluir a todas y a todes. Pero, del dicho al hecho siempre hay una distancia. Por eso conversamos con activistas trans de Santa Fe para conocer su experiencia en el marco del evento político transfeminista más grande de Latinoamérica.
Giovi Novello es un varón trans santafesino de 28 años. Estuvo en San Luis y asistió al taller de masculinidades trans y no binarias. Sobre sus primeras percepciones en torno al encuentro dice que lo vivió “con el alivio y la alegría de saber que nuestras luchas y reclamos están logrando ocupar esos lugares que históricamente nos fueron negados”.
El músico remarca que “nombrarnos es entender que existimos, es reconocer la cantidad de años que lleva la comunidad trans acompañando las luchas de los feminismos aunque en muchas de las agendas de estos feminismos nosotres no entremos” y desliza que de mano de este reconocimiento nominal “quizás se empieza a entender la importancia y la fuerza de nuestro colectivo a la hora de organizarnos para pedir por nuestros derechos”.
Pero Novello también apunta a una cuestión no menor. El activista por las niñeces trans remarca que, a pesar de encontrar refugio en muchos de los espacios que recorrió, no dejó de pensar que “la invisibilización de los varones trans en la sociedad toda sigue siendo tan grande que aún en los espacios de lucha transfeminista seguimos siendo el blanco de la mirada que juzga, el cuestionamiento constante, la palabra anulada, la corporalidad que incomoda”.
El joven sostiene que “en los propios discursos que los feminismos traen marcados a flor de piel muchas veces la costumbre hace que se olviden de nombrarnos, que las convocatorias sean siempre con pronombres femeninos” lo que según señala, hace que para muchos compañeros trans los espacios no sean accesibles, y no solo eso. No sean seguros.
“Las ansiedades y los miedos naturalizados que acarreamos muchos varones trans no nos permiten darnos la oportunidad de habitar estos espacios en donde, aun sin intención, se siente cierto ‘misgender’ señala Novello, en referencia a la práctica de adjudicar pronombres arbitrariamente a las personas trans, invalidando su autopercepción.
Gora Ortiz Fuentes es un varón trans no binarie. Es español pero eligió Santa Fe como su casa hace 10 años. Sobre cómo vivió el Encuentro usa una frase definitoria: “Se siente como cuando te invitan a una fiesta donde en realidad no te esperaban”.
Y coincide con Novello en un punto fundamental respecto de las transmasculinidades: “La problemática en esta edición pienso que viene dada por la ausencia de la representación social que supone y asume el cisfeminismo cuando se trata de pensar en las transmasculinidades no binarias y en los varones trans. Mis vivencias en este encuentro se vieron impregnadas de situaciones de violencia generadas por el cisfeminismo”, sostiene Ortiz Fuentes.
Pero construye una mirada crítica respecto de la construcción de la masculinidad entre las transmasculinidades, aduciendo que el hecho de que lo asumieran como un varón cis tiene una relación con la representación estereotípica sobre este espectro identitario que lo representa.
En el marco de las jornadas puntanas Gora identificó situaciones de violencia concreta hacia él, sostenidas desde una lectura errada de su identidad. “Me miraban con odio, cuestionando mi presencia y pertenencia. Conclusiones que bien pueden parecer la interpretación subjetiva de un recorte de realidad, de no ser por las habilitaciones que surgieron tales como cuando oímos cómo me verbalizaban al pasar a mi vera frases tipo ‘fuera macho’ y ‘macho violento’”.
En el caso de las mujeres trans, Shazmin Ramos Moreira, referenta de la Red Diversa Positiva en la ciudad, relata que vivió el encuentro en una mezcla de sensaciones.
“Lo viví de la misma manera que todo el mundo allí: una gran intensidad, euforia, militancia. Me reencontré con amigas de todas las provincias que no veía hace mucho, más que compañeras hermanas de la vida que pensé que estaban muertas o que no iba a volver a ver más” dice Ramos Moreira.
Respecto de la accesibilidad la activista señala que sintió que “la lucha de ir siendo participe de estos espacios todavía no terminó. No tenemos que bajar los brazos ni cansarnos. Si bien la provincia de San Luis mostró de boca para afuera ser inclusiva, en algunos talleres dejaban mucho que desear en cuanto a nosotres, ya que los espacios los querían habitar y comandar heteros cis”.
La salida siempre es colectiva aunque el saldo del encuentro tiene mucho más de voluntad de incluir que de una cohabitabilidad plena, está claro que, como en todos los aspectos de las luchas trans y travestis, la militancia pedagógica es el camino inevitable.
Ortiz Fuentes considera que “resulta posible pensar que a partir de la concientización, protagonismo y sobre todo a través del reconocimiento real, lo que implica un interés indagatorio de conocimiento sobre los diferentes espectros transidentitarios, tengamos la esperanza de una construcción plural”.
En tanto, Novello añade que “lo primero y principal es empezar a entender a las transmasculinidades desde el lugar que corresponde”.
Para el activista lo fundamental es “borrar este pensamiento acerca de que cuando transicionamos automáticamente pasamos a ser varones cis y a contar con esos privilegios, no entendiendo estamos atravesados por las mismas violencias y los mismos mandatos desde nuestra crianza como mujeres y desde nuestras corporalidades, que vienen también un poco a interpelar a esa forma de ser varón que nos enseñaron y que existe”.
En el mismo sentido apunta que el quiebre pasa por “empezar a entender nuestra masculinidad desde un lugar en el que también estamos oprimidos y que necesitamos eso como punto de partida”.
Shazmin coincide con Gora en que la salida es pedagógica. “La solución sería exponer nosotres nuestra realidad, y después poder fortalecernos entre nosotres”.
Para la mujer también es fundamental apuntar a los espacios de decisión y a la democratización de espacios y decisiones. Remarca que hay que construir una visibilidad considerando que “a través de la votación es que podemos también lograr cosas. Yo creo que la votación también ayudaría mucho”.
El cambio histórico de nombre fue un paso, un gran paso, porque supuso una nueva identidad, pero que es apenas el punto de partida para construir concienzudamente un transfeminismo plurinacional que nos vea, nos reconozca y nos cuente.