La ONU ya afirma que el “mejor escenario” para 2100 es un aumento de la temperatura global promedio de 2,1 a 2,9ºC, un infierno catastrófico. En sus últimos reportes señala que las medidas estatales son insuficientes y que el financiamiento de los países ricos no se cumple.
Pese a que la mayoría de los países sí están haciendo un esfuerzo para reducir las emisiones de gases de efecto, las medidas no alcanzan. Y, además, el compromiso del Acuerdo de París para hacer fluir 100 mil millones de dólares anuales desde el norte rico al sur pobre, en pos de financiar la transición, tampoco se cumple.
Esas son las conclusiones principales de una serie de reportes publicados por la ONU de cara a la COP27, un nuevo capítulo de la conferencia que se dedica a observar cómo evolucionan las medidas para enfrentar el calentamiento global y la crisis climática, que ya es una realidad. El encuentro, donde todos los países están representados, se realiza en Sharm El Sheij, Egipto, entre el 6 y el 18 de noviembre.
En la última reunión, el COP26, el texto final conminó a los países ricos a que paguen los costos de la transición (entre otras razones, porque fueron y son los principales beneficiarios de la depredación planetaria). En esa ocasión, Argentina presentó como propuesta el canje de deuda externa por acciones climáticas.
Con las medidas que actualmente se están tomando en el mundo, se espera que el pico de emisiones de gases de efecto de invernadero se dé recién para 2030. En el mejor escenario, eso resultaría en una suba de la temperatura global para 2100 que estaría en el rango de 2,1 a los 2,9ºC. Es una crisis climática letal ya para las generaciones que hoy tienen 40 años, ni que hablar para sus hijes.
Haciendo muy poco
Con las acciones actuales de los países, las emisiones de gases de efecto invernadero se reducirán en un 0,3 % para 2030, en comparación con los niveles de 2019. El último informe científico del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, en inglés), publicado a principios de este año, expresa que esa reducción debe ser del 43% para 2030, sólo con el objetivo de que el calentamiento global no supere los 1,5ºC. En suma, estamos hasta las manos.
Cabe recordar que el IPCC ya había advertido que “Entre 3300 y 3600 millones de personas viven en contextos que son muy vulnerables al cambio climático”. Es la mitad de la humanidad que está en eventual riesgo de migrar o sufrir en los próximos 20 años. El IPCC ya cambió su lenguaje y su tema es cómo “adaptarnos” –esa es la palabra clave que repiten– a una realidad irreversible: la temperatura global al menos va a subir 1,5ºC en los próximos 20 años, con consecuencias catastróficas que todavía pueden ser muchísimo peores si no actuamos ya.
"La tendencia a la baja de las emisiones prevista para 2030 muestra que los países han hecho algunos progresos este año", dijo Simon Stiell, Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático. "Pero la ciencia es clara y también lo son nuestros objetivos climáticos en el marco del Acuerdo de París. Todavía no estamos ni cerca de la escala y el ritmo de las reducciones de emisiones necesarias para ponernos en camino hacia un mundo de 1,5ºC. Para mantener vivo este objetivo, los gobiernos nacionales deben reforzar sus planes de acción climática ahora y aplicarlos en los próximos ocho años”.
Desde la ONU, afirman que en la mayoría de las naciones “muchos de los objetivos de reducción a cero siguen siendo inciertos y posponen al futuro acciones críticas que deben llevarse a cabo ahora”.
"La COP27 es el momento en el que los líderes mundiales pueden recuperar el impulso en materia de cambio climático, dar el giro necesario para pasar de las negociaciones a la aplicación y poner en marcha la transformación masiva que debe producirse en todos los sectores de la sociedad para hacer frente a la emergencia climática", afirmó Stiell.
Con muy poca plata
"Sólo se destinan unos 133 mil millones de dólares anuales a soluciones basadas en la naturaleza, y las inversiones deben triplicarse de aquí a 2030 para alcanzar los objetivos de neutralidad climática, natural y territorial", declaró Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Según la ONU, si bien se ha producido un aumento de los flujos globales de financiación para el clima, no se han alcanzado los objetivos clave de movilización para los países en desarrollo. El ejemplo más claro es el compromiso tomado en el Acuerdo de París de 2015, donde se establecía que los países ricos debían aportar 100 mil millones de dólares anuales a los países pobres para financiar los esfuerzos en la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. De eso, ni noticia. La financiación climática de los países desarrollados a los países en desarrollo aumentó entre un 6 % y un 17 % en 2019-2020. Pero el objetivo de los 100 mil millones no se cumplió en 2020.