El poeta santafesino Juan Pablo Bagnarol acaba de publicar su cuarto poemario, “Los cuerpos nacieron para luchar” (Palabrava). Conversamos sobre el nuevo libro, las luchas, el amor y los avatares de la escritura, que hace una década encara desde diversos ángulos: poeta, editor, coordinador de talleres, organizador de ciclos.
Por Mariano Peralta
Cada nuevo libro es como una estación en el camino del poeta. Juan está ahí ahora, como detenido en “Los cuerpos nacieron…”, para compartirlo, conversarlo y, de alguna manera, soltarlo. Hablar del último libro es hablar del momento del escritor, la excusa para hacer un balance de lo aprendido tanto a nivel literario como a nivel personal. O, por lo menos, para eso aprovechamos esta entrevista.
–Se supone que el último libro es el que más nos acerca al mejor momento de la escritura en un poeta, que ha limado asperezas. ¿Es así? ¿Considerás a este libro mejor o más logrado que los anteriores?
–Considero que ahora tengo más herramientas digamos, para trabajar mis poemas y me siento más cómodo escribiendo también. Aunque siempre cuento con la mirada de amigues para hacer este trabajo, siento que emprendo esta tarea con más madurez. Hace 10 años que estoy haciendo esta labor de escritura poética y me siento más cómodo con el producto final. Pienso que en los dos primeros libros que escribí tuve muchas dudas sobre el resultado, más que nada por mis expectativas. Buscaba la aceptación hacia mi obra por inseguridades mías. Que compren mis primeros libros era una forma de que acepten una parte en mí. Así lo vivía y tenía que ver con mi baja autoestima. No puedo decir que Los cuerpos... sea mejor libro que los anteriores. Sí puedo decir que es distinto. Yo quiero mucho a mis otros libros y no puedo decir que sean peores ¿Me entendés? No reniego de ellos. Pienso que tienen otra madurez quizás. Eso sí creo. Considero que también es la madurez que da el tiempo, el crecimiento personal que ayuda a que los libros también, de alguna manera, sean más maduros. Reconozco además que hay una madurez en la observación motivada por las lecturas que he hecho. Autoras como Sharon Olds, Denise Levertov, Camila Sosa Villada, Gloria Fuertes o Mary Oliver me han ayudado mucho a entrenar el ojo y tener una mirada más sensible sobre temas como la familia, el amor, incluso sobre la muerte.
–"Los cuerpos nacieron para luchar" alude a un mandato, como dice Laura Kiener en la contratapa del libro. Llegado a este punto de la vida, habiéndote despojado del mandato varonil, ¿para qué creés que naciste?
–¡Qué pregunta! Creo que el paso del tiempo va develando esta razón de ser o existir. Tiene que ver con una sensibilidad que puedo ver en la poesía y también en lo social de mi escritura, digamos, la humanidad de algunos de mis poemas. Siempre contemplo la posibilidad de si alguien se siente representado/a/e, si a alguien le llega mi poesía y cómo le llega, un poco inspirar también, motivar a la escritura, a decirlo.
–¿Qué otros mandatos seguís remontando? ¿Hay nuevos mandatos?
–Pienso que hay cosas que tengo más claras por vivencias dolorosas de mi vida, determinadas por el patriarcado y el machismo. A la vez, siento que hay micromachismos difíciles de detectar y erradicar en la práctica y que todavía lucho contra eso. Igualmente, creo que siempre hay una provocación desde el machismo que imparten los varones, como una especie de código o membresía a un club al que no pertenezco, y eso me da pruebas de que no encajo en ese molde de masculinidad. Esa provocación me hace reverme siempre, incluso pensar en mis principios y valores como persona y eso está bueno.
–¿Por ejemplo?
–Ser más consciente de los privilegios que se tiene por el solo hecho de ser varón. Yo soy alto y grandote y no reparo en que la sola presencia de mi cuerpo en el espacio público ejerce cierta autoridad y que hay personas que se sienten intimidadas con mi presencia. Estas personas no me conocen, no saben cómo soy, evalúan la capacidad de mi cuerpo de tener fuerza, de tener esa potencia. Cuando camino por la calle siempre pienso que mi contextura corporal es un capital que ayuda a mantenerme a salvo y eso me da alivio y también me entristece porque es una forma de naturalizar la violencia en el mundo. Queda mucho por deconstruir.
–La lucha está entendida como violencia, como imposición, pero también tiene su connotación política, la lucha por los derechos, por la libertad. ¿Y en el amor, hay lugar para la lucha?
–Creo que después de haber tenido una serie de experiencias con varones en un intento de relación amorosa, considero que sí, que uno lucha por conseguir el amor y lucha durante la relación. Durante la etapa de enamoramiento las personas solemos ser divinas, es una especie de encantamiento. Una vez roto el hechizo es cuando empezamos a ver la persona real, con sus defectos, vemos que no es perfecta y que la teníamos un poco idealizada. No vemos sus miserias también y que nosotres también las tenemos y me parece que este es un poco el juego. Uno empieza a pelear por ese amor, a luchar en el cotidiano, en el día a día, en la vulnerabilidad de lo cotidiano. Me parece que eso es lo que hay que reconocer, poner en evidencia la vulnerabilidad de lo cotidiano, que es algo presente, muy fuerte y muy humano que tenemos que abordar con valentía y me parece que de esa manera se lucha por amor.
–Y dentro del campo de la poesía –usemos un poco a Pierre Bordieu–: ¿cuáles son las principales luchas? Hacia adentro y hacia afuera.
–Creo que tode poeta lucha por el reconocimiento y ese reconocimiento incluye ser leíde. Igualmente considero que hay que salir a conquistar nuevos públicos, nueves lectores, porque les poetas nos leemos mucho entre nosotres. También pienso que hay que moverse un montón para que tu obra sea publicada y eso que hay muchas editoriales independientes en nuestro país. Es un trabajo arduo y hasta a veces frustrante. Yo la remé mucho para poder publicar mis libros y siempre me moví en el ámbito independiente, por eso no sé cuánto se le puede pedir al Estado. Me basta con que el Estado promueva nuestro trabajo a través de los eventos de los que formamos parte. La difusión y promoción es muy importante. Si pienso en Bourdieu y en el capital social y cultural, considero que el trabajo de años, en distintas esferas de lo literario, me permitió relacionarme con diverses editores, entre quienes está Patricia Severín. Ella quiso conocer el borrador de Los cuerpos nacieron.., y ahí empezó el camino de la edición con Palabrava. Trabajamos en su corrección y puesta punto y después vino el trabajo con les diseñadores. Cada colega escritor/ra/e hace su camino y tiene las convicciones o valores que quiere tener. Yo priorizo la obra siempre, lo que va a quedar en el tiempo son nuestros escritos.
–Has cultivado varios oficios alrededor de la escritura: editor, coordinador de talleres, organizador de ciclos, jurado y, por supuesto, poeta. ¿Cuál te cuesta más?
–Yo creo que toda disciplina asociada a la literatura se hace difícil cuando las personas que se acercan a pedirte una devolución, un consejo o una reseña no son receptivas con lo que vos tenés para decirle. Cuando se prioriza el ego por sobre digamos la poesía en sí misma, sobre el texto escrito. Fue algo que yo tuve que aprender también. Me costó mucho en realidad por el hecho de considerar a mis poemas como mis propios hijos y no quería que nadie se meta con ellos, nadie quiere que se metan con los hijos ¿me entendés? y que le marquen sus defectos. Esto fue algo que tuve que aceptar y me ayudó mucho hacerlo, ubicar mi ego y aceptar la mirada de les demás escritores hacia mi trabajo. En mi tarea como editor yo también soy muy respetuoso de las visiones de los/las/les demás escritores, trato de meterme en la cabeza de cada une y pretendo que si la persona pidió mi servicio acepte lo que yo tengo para decir, en eso creo.
–Sos un tipo bastante santafesino, que curte los colectivos, que anda por la ciudad, que lee la ciudad y a quienes escriben desde ella. ¿Podrías definir la poesía santafesina?
–Considero que la poesía santafesina tiene un poco de todo y eso tiene que ver con la diversidad de su geografía. Les escritores de la provincia tienen muchas influencias. Sin ir más lejos, acá en Santa Fe tenemos la influencia de varies escritores del otro lado del río Paraná que forman parte del litoral y pienso en el norte también, más árido. Pienso en Rosario también, con un puerto más pujante y con la salida y entrada de barcos, es otra su cercanía con el río. Toda la poesía santafesina está atravesada por ese caudal de agua y también por el cemento asociado al avance y a la civilización. Pienso que es muy difícil de definir, porque es una mezcla de procesos en continuo hacer eso que llamamos poesía santafesina. La poesía de nuestra ciudad, por ejemplo, es más que la laguna Setúbal, la cerveza, el verano hostil con la humedad, el calor y los mosquitos.
–¿Cómo ingresaste vos al mundo de la poesía?
–La curiosidad me llevó a acercarme, a introducirme en el mundo de la poesía. Ocurrió allá por 2012 cuando tuve la posibilidad de leer el libro "Bar de copas", de Graciela Prieto Rey. Quedé muy impactado por la potencia de las imágenes poéticas y las metáforas y de alguna manera sentí que había encontrado una forma de expresarme y de enfrentar situaciones de mi vida que no hubiesen podido salir de mí si no fuese por la poesía. A colación de esto, recuerdo uno de los poemas del libro que dice: "el poeta / trenza cada hebra / la carga al hombro / sale / su última presa está fuera"... creo que es un poco la tarea del poeta, primero siempre tiene algo que decir y está sobre los hombros, como una carga esperando a ser dicho y segundo también siento que el poema está afuera, que tenemos que salir a buscarlo. La poesía ayuda a enfrentarnos a hechos de nuestras vidas y, en mi caso, llega también a darme alivio.
Tres poemas
"Los cuerpos nacieron para luchar" pertenece a la colección Rosa de los Vientos, de Editorial Palabrava. Dicha serie se inicia con la idea de indagar diferentes voces del territorio santafesino: lo que se denomina literatura situada. Se han publicado cuentistas, novelistas y poetas. En cada libro, la foto de portada pertenece a reconocidos fotógrafos locales y nacionales. Al libro de Juan Pablo Bagnarol lo acompaña la fotografía "San José del Rincón" del santafesino Federico Inchauspe.
Compartimos tres poemas, uno de cada apartado que compone el libro: Euforia, Los cuerpos nacieron para luchar y Satélites
Abstinencia
Me propuse hacer ayuno
y no escribirte
hacerme uno en esto de
extrañarte
pienso en la torpeza
de quien se enamora
el mal cálculo en la pisada
llevarse puestas cosas
estar al pendiente
hago fuerza
pero no…
tengo hambre
y soy el hambre
inútil
querer
evitarlo
Verso libre
Cómo me gustaría
enamorarme ciegamente
y que eso afecte
mi escritura
no existen
buenas palabras para definir
la felicidad
no a la altura
de aquellas que abundan
la tristeza
amor vos podés
destruir el espacio de la poesía
la sacrificaría por un sentimiento así.
Fe
¿Qué clase de bestia convertiría su vida en palabras?
¿De qué se trata esta expiación?
—y sin embargo, escribiendo palabras así, yo también vivo.
Adrienne Rich
Creo
en la función política de la poesía
en poder decir todo aquello
que el lenguaje no puede