Organizaciones sociales movilizaron para denunciar el abuso policial contra los pibes de sectores populares y la violencia institucional. Dialogamos con Gabriela Campins, de la Casita de Luján.
Se llevó a cabo ayer en la ciudad de Santa Fe la cuarta edición de la Marcha de la Gorra, una jornada de lucha nacida en 2007 en Córdoba con el objetivo de denunciar el abuso y la represión policial contra los jóvenes de sectores populares y la violencia institucional.
Este año, los principales reclamos fueron la represión, el abuso de autoridad y los casos de gatillo fácil por parte de las fuerzas de seguridad, la criminalización de los sectores populares, de pibxs en situación de calle, infancias y disidencias y del consumo, la persecución de las personas en situación de prostitución, la connivencia entre la Policía y el narcotráfico y las redes de trata, la militarización de la ciudad, la complicidad de los medios de comunicación con la violencia policial y "la responsabilidad de un Estado que recorta presupuestos en salud y educación implementando políticas de muerte y exclusión".
Participaron de la movilización diversas organizaciones sociales de la ciudad, entre las que se destacan Nuestramérica, Red Puentes, Casita de Luján-Hogar de Cristo, Movimiento Evita, Ni un Pibe Menos por la Droga, Marea, Ciudad Futura, Frente Estudiantil de Trabajo Social y Octógono.
En Pausa dialogamos con Gabriela Campins, coordinadora de la Casita de Luján, un espacio de abordaje en consumo problemático y situación de calle bajo una perspectiva integral y comunitaria, que nos detalló las principales aristas de la convocatoria.
—Esta es la cuarta edición en Santa Fe pero la tercera en la calle, porque en una nos agarró la pandemia. Buscamos principalmente denunciar el abuso y la represión de las fuerzas policiales contra los jóvenes de los sectores populares. Están totalmente estigmatizados y son discriminados por la apariencia, vestimenta, color de piel; cuando sabemos que los que se llevan toda la plata usan traje y corbata. El lema de este año es "sin miedo ni silencio exigimos nuestros derechos".
—¿Cuáles son sus principales reclamos?
—La represión, los abusos de autoridad, los casos de gatillo fácil. La complicidad de los medios de comunicación, porque de algunas cosas no se habla. En un barrio capaz te matan y te encuentran a los dos o tres días. También le reclamamos al Estado, que es el principal ejecutor de estas órdenes, porque las órdenes no se dan solas. El gatillo fácil, la represión, la criminalización, los ajustes en salud y educación, todo siempre recae sobre el mismo sector. ¿Quién mina los barrios de droga? La droga no cae del cielo, hay una clara complicidad del Estado y el poder policial, que criminalizan al que consume y no al que vende. La persecución a las chicas y disidencias que están en situación de prostitución, la cantidad de personas trans que murieron este año: es una locura.
—¿Y cómo luchar frente a todo eso?
—La consigna fue clara: organización y cultura. Un montón de los pibes que transitan por nuestros dispositivos presentaron shows, se sumaron bandas a cantar, hubo puestos de emprendedores. Lo vivimos como un día de fiesta.
—¿Cómo ven la situación en el territorio hoy?
—Reclamamos porque hay una política de ajuste con los que menos tienen. Yo todos los días recibo a un montón de personas y no solamente tienen hambre o se quieren bañar, hay mucho más. Hay todo un sector que está olvidado, que todos los días crece un poco más. No tener un techo para vivir también es violento. Ahora demoraron el pago del Potenciar Trabajo, y siempre especulan con los que menos tienen. Estamos haciendo 150 raciones diarias de comida, y al Estado le sale mucho más barato tirarnos dos pesos con cincuenta para acompañarnos que hacerse cargo de la problemática. Es algo de todos los días, y la responsabilidad la tienen todos los gobiernos, tanto el nacional como el provincial.