Todos, todas, todes tenemos al alcance de la mano a un señor que se cree más feminista que sus compañeras, que su pareja, que su madre, que sus docentes, que las personas con las que trabaja o milita. Tan feminista que no soporta que nosotras y nosotres no seamos sorores con él. Tan feminista que, si pudiera, abortaría. Por solidaridad y por conciencia histórica. Porque sabe, en su fuero feminista más íntimo, que las cosas que importan son las que los hombres protagonizan y motorizan.
Leé el retrato completo de estos contemporáneos personajes tragicómicos: los aliades.