Verzeñassi: “Hay que restringir el uso de agrotóxicos como mínimo a 1100 metros"

Damián Verzeñassi.

Entrevista con Damián Verzeñassi, líder del equipo que publicó la investigación que evidencia la multiplicación de las chances de morir joven de cáncer en los pueblos  rurales fumigados.

El domingo 12 de febrero, la revista Clinical Epidemiology and Global Health publicó un estudio firmado por un grupo de médicos y médicas de Argentina, cuyo resultado es taxativo: las posibilidades de morir de cáncer antes de los 44 años se multiplican 2,48 veces en las mujeres y 2,77 en los hombres que habitan en comunidades expuestas a las fumigaciones propias de la agroindustria, en comparación con el promedio del resto del país.

“Nuestro trabajo ratifica el reclamo de las comunidades que vienen pidiendo que paren de fumigar, que vienen pidiendo vivir en poblaciones donde no estén expuestos a este tipo de sustancias. Con nuestro trabajo ya no quedan dudas, la única política pública que tiene sentido para cuidar la salud de la población es la regulación y la restricción de uso de productos agrotóxicos en los alrededores de las comunidades, como mínimo a 1100 metros. La gran deuda de quienes tienen que legislar y de quienes tienen que llevar a adelante la política pública es la de empezar a hacerlo en favor de la salud de los pueblos y no en defensa de los intereses de las corporaciones o de algunos pocos empresarios”, dice el médico Damián Verzeñassi, líder del equipo que firma el paper.

Desde el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, Verzeñassi y sus colegas produjeron una masiva cantidad de información sobre los efectos de la aplicación de agrotóxicos en las comunidades rurales de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires. Se trata del corazón de la producción de alimentos del planeta, junto con las planicies de Estados Unidos y Ucrania.

En 2010 realizaron el primer campamento sanitario, un dispositivo diseñado como actividad de fin de carrera para el estudiantado de la Facultad de Medicina. Se hicieron hasta 2019, visitaron 40 comunidades rurales. Para titularse, los futuros médicos y médicas tenían que ofrecer un servicio de atención primaria para los niños, brindar talleres de prevención y caminar casa por casa para efectuar en los hogares la “Encuesta de situación de salud y morbilidad percibida”. Más de seis mil médicos y médicas egresaron haciendo esos campamentos.

A partir de los resultados de esas encuestas, en el Instituto de Salud Socioambiental notaron que en las comunidades rurales proliferaban los trastornos endócrinos, los padecimientos neurológicos, los abortos espontáneos y las malformaciones de fetos, el cáncer. Verzeñassi se convirtió así en una referencia de la lucha de los pueblos fumigados.

Vivir en pueblos fumigados casi triplica las posibilidades de morir de cáncer en hombres jóvenes

A 13 años del primer campamento sanitario, el equipo del Instituto publicó su primer paper en una revista internacional de epidemiología, “Cancer incidence and death rates in Argentine rural towns surrounded by pesticide-treated agricultural land”, con datos de ocho localidades fumigadas de Santa Fe: Acebal, Arteaga, Chabás, Luis Palacios, San Genaro, Sastre, Timbúes y Villa Eloísa. En diálogo con Pausa, Verzeñassi aludió a la importancia del estudio.

–Durante mucho tiempo nos dijeron que nuestro trabajo, el ir, recorrer, estar pueblo por pueblo, ir casa por casa, hacer relevamientos que incluían hasta el 93% de la población que visitábamos, no tenía validez, no era científico por que los resultados no estaban publicados en ningún lado. Se publicaron en una revista internacional, con referato, una de las 50 revistas de epidemiología más importante a nivel global. No solamente valida el resultado del trabajo sino que valida la metodología que llevamos adelante durante los 40 campamentos sanitarios y ratifica que el trabajo que impulsamos con estudiantes, docentes y no docentes de la Facultad hasta el 2019 era un trabajo no solamente de docencia, sino también científico, desde la ciencia digna y la ciencia comprometida.

–¿Pudieron contactarse con autoridades de los ocho pueblos referidos en el paper?

–Al momento de hacer los campamentos tuvimos diálogos previos, durante y posteriores con las autoridades de cada una de las 40 localidades. Específicamente, antes de la publicación de este trabajo no hemos podido comunicarnos con cada una de las autoridades. Algunas ya han cambiado, no son las mismas que cuando hicimos los campamentos. Nuestro objetivo es hacer una nueva recorrida por esos lugares, antes de que termine marzo, y conversar con las autoridades.

–¿Qué efecto tuvieron en su momento los reportes de las encuestas de los campamentos?

–Luego de los campamentos tuvimos referencias de algunas localidades, no todas, de políticas públicas que se comenzaron a implementar para intentar cambiar el modelo de producción, como ocurrió en Chabás con el presidente comunal Lucas Lesgart, o de vecinos y vecinas que recurrieron a la Justicia y reclamaron el freno de las fumigaciones. En algunos casos nosotros fuimos convocados por la Justicia para dar nuestro aporte técnico.

–¿Qué pasa hoy con los campamentos?

–Estos campamentos dejaron de llevarse adelante a partir de que cambiaron las autoridades de la Facultad en 2019 y asumieron autoridades vinculadas al Partico Comunista Revolucionario. Nos sacaron de la práctica final y decidieron que la evaluación final iba a ser un multiple choice o un examen con simuladores, en la Facultad.

–¿Cómo evaluás el impacto de los campamentos?

–Desde lo académico pedagógico fue muy importante como herramienta innovadora, coherente con un plan de estudios que fue innovador y que proponía formar desde la vinculación con la comunidad, poniendo a la Universidad al servicio de la sociedad. Desde ese punto de vista, los campamentos fueron una herramienta todavía no superada. Al mismo tiempo, construía información científica sin la lógica del extractivismo académico, de llegar, obtener la información e irse, sino con el objetivo puesto siempre en la devolución inmediata a la comunidad. Por esa metodología de devolver a la comunidad la información éramos castigados en ese momento. La devolución de conocimiento a la comunidad antes de la publicación en una revista científica no es bien vista por la ciencia hegemónica. Para nosotros, la publicación del paper es una ratificación de que el camino emprendido era el que teníamos que transitar y de que tenemos que volver a ese tipo de prácticas.

Actualmente, el Instituto de Salud Socioambiental reorganizó sus actividades. En conjunto con el Rectorado de la Universidad Nacional de Rosario, Médicos del Mundo Argentina y el Colegio de Médicos, crearon un espacio que llama Clínica Ambiental Sede Argentina, que desarrolla dos líneas de trabajo. En la primera, se opera sobre las comunidades isleras de El Espinillo en procesos de recuperación de la salud y de los territorios, afectados por los incendios de los humedales en 2020, 2021 y 2022. En simultáneo, desarrollan una investigación para construir el perfil epidemiológico de los trabajadores de la tierra de Argentina, a partir de relevamientos en La Plata, Luján y Monte Vera. “Nos hemos reinventado para ano dejar de trabajar al servicio de las comunidades y los movimientos sociales”, dice Verzeñassi.

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