En una performance unipersonal, Julieta Taborda hace cuerpo la conciencia de Ofelia en una nueva vuelta por el universo Shakespeare.
“No es una obra de danza”, “es un dispositivo performático”, “una máquina transdisciplinar”. Cuando una puesta es difícil de definir quiere decir que bien logra desafiar los límites, que no se encierra en las consignas de un formato, que lo que tiene para decir excede a los modos. En el marco de las actividades por el 8M, Meraki Transdisciplinar y Roberto Galván estrenaron Máquina Ofelia, una tercera relectura del personaje creado por William Shakespeare hace, por lo menos, 420 años.
Como solo una clase especial de artista puede hacerlo, Shakespeare tenía una agenda adelantada a la de la sociedad de su época. En Hamlet, el personaje de Ofelia es atravesado por las tensiones que tironean su psiquis con fin instrumental, esto es, siendo manipulada por los hombres más importantes en su vida: su padre y su enamorado, que hacen con ella una mera herramienta de sus propios objetivos: "Desde mi punto de vista, lo femenino en tanto cuerpo o en tanto expresión sigue siendo considerando como funcional a lo masculino. Por lo tanto los mandatos van en ese orden: sumisión, perfección, eficiencia, docilidad, condescendencia, coherencia, silencio, abnegación, incondicionalidad, transparencia", declaró Julieta Taborda entrevistada por Periódicas días antes del estreno.
Taborda es la protagonista de esta propuesta que, a diferencia de sus otras versiones, se presenta en formato unipersonal, pero no por eso menos conflictivo, sino todo lo contrario pues, ¿no es con la voz de nuestra cabeza la que más nos atormenta? Las voces de afuera claro que también operan y cuánto. "Máquina Ofelia propone una revisión simbólica del arquetipo de este personaje shakespiriano en una sociedad con mandatos arcaicos que aún persisten sobre la visión de lo femenino”, aclaró el ideólogo de esta performance, en la misma entrevista antes citada.
Eso parece sucederle a esta Ofelia, quizás (arriesgamos) lo que en Máquina Ofelia se ve es cómo maquinea su mente al ser tensionada por esos mandatos con la que desde hace tanto se machaca a las mujeres. Margaritas en el piso, un asfixiante corsé rosado de quinceañera, un par de muñecas que son recordatorios de cómo “debe” regularse a sí misma. Mechones de pelos desordenados que, más que despeinados, están violentados. La presión y el goce se disputan su semblante, el sufrimiento y la alegría, la asfixia y la libertad. Todo en pocas palabras, poquísimas, pero con imágenes fortísimas una muerte estilo Laura Palmer incluida.
“Oyendo una voz que canta…” suena el poema de la poeta Idea Vilariño, en forma de canción. Algunas músicas más entran a escena cada tanto, Ofelia no reacciona directamente a ellas, pero sí que siente cómo resuenan en su conciencia interior, que es lo que ella se encarga de recorrer durante los aproximadamente 40 minutos de escena, que son algunos más porque hay todavía actuación en momentos en los que todavía no sabemos que el dispositivo ya está encendido y aún cuando presuntamente debiera estar apagado. Así como las voces en la cabeza, no tienen principio ni final.
Sinopsis
Máquina Ofelia, propone una revisión simbólica del arquetipo de este personaje Shakespiriano en una sociedad con mandatos arcaicos que aún persisten sobre la visión de lo femenino. En 1979, Heiner Muller estrena Máquina Hamlet, una obra creada, según sus palabras, para destruir a Hamlet y entender cómo funciona. Esta obra tiene esa misma
necesidad, ver como funciona el arquetipo de Ofelia y porque decide acabar con su vida. Tomo aquí el formato para realizar esta búsqueda porque la "Performance", es una máquina de guerra que actúa desde su nomadismo y posibilidades infinitas. Penetra en lugares a los cuales los formatos tradicionales no podrían llegar.