En este 2023 electoral se multiplican los outsiders y se impone la reflexión sobre la eficacia de esta estrategia repetida. ¿Los partidos quieren capitalizar el descontento social a través de caras conocidas?
Como cada año electoral, las expectativas están puestas en el desfile de nombres del cierre de listas. Pero lo que sigue llamando la atención es que parecen multiplicarse cada vez más los outsiders en las candidaturas santafesinas, lo que nos lleva a reflexionar sobre las condiciones de éxito de esta estrategia repetida.
En estas elecciones, mayo tuvo una fecha clave: el viernes 12 cerraron las listas de precandidatos y precandidatas para las Paso del 16 de julio. Año tras año este tipo de eventos regalan algunas sorpresas, ya sea por traer a la escena nuevamente a alguna figura que se creía olvidada, o por la aparición de nuevas caras en la política. Pero esas caras no son desconocidas, sino todo lo contrario.
Periodistas, locutores, profesionales de la salud, artistas. Todos nombres que resonaron y resuenan en la opinión pública por alguna presencia destacada en su área de desempeño profesional. ¿Pero en política? Nada o casi nada.
Si ampliamos el espectro hacia atrás podríamos observar que en la ciudad de Santa Fe, estos candidatos outsiders tuvieron un gran éxito y apoyo electoral. Alcanza con observar la historia reciente: el intendente Emilio Jatón, los concejales santafesinos Saúl Perman y Juanjo Piedrabuena, años atrás el concejal y ahora senador Marcos Castelló, y décadas atrás, el intendente Enrique Muttis, la concejala Marta Fassino y el concejal Eduardo González Riaño.
En la provincia también fueron prolíficos y con potencia electoral: basta recordar a Carlos Reutemann o Miguel Torres del Sel.
Este año, en el frente opositor Unidos para Cambiar Santa Fe, los nombres de precandidatos y precandidatas al Concejo Municipal provenientes de medios de comunicación santafesinos son Martín Ferratto (lista “Adelante”), Silvina Cian (lista “Santa Fe Puede”) y Mario “Marito Ariel” Rodríguez (lista “Arriba Santa Fe”). También se postula Ignacio Laurenti por el Frente Vida y Familia.
Además, la presentadora Pamela Cocco compite como precandidata a senadora por Unite Somos Vida y la locutora Selva Kuxhaus es suplente en la lista “Adelante” para el Senado provincial.
Eugenio Fernández, el conductor de Telefe Santa Fe, secunda a la socialista Mónica Fein como precandidato a vicegobernador en una de las fórmulas de Unidos.
En el peronismo, para el Senado provincial, se presentaron los músicos Marcos Castelló (avalado por el gobernador Omar Perotti) y Nicolás Mattioli (por Marcos Cleri).
A la terna por la intendencia de Santa Fe se sumó el ex director del Hospital Cullen, Juan Pablo Poletti (Unidos), con guiños de Carolina Losada, presentadora de televisión, actualmente senadora y precandidata a la gobernación.
María Inés Masino, madre de Julio Cabal, un joven que fue víctima de un homicidio en el marco de un robo en 2019, también anunció su precandidatura al Concejo Municipal por la Coalición Cívica.
Salvando las diferencias de origen de estos actores, las distancias ideológicas y el compromiso militante en cada uno de los casos, y que por supuesto no son todos y todas iguales, resulta significativo pensar no tanto cuáles son las razones individuales de quienes deciden lanzarse a la política teniendo protagonismo en otro campo, sino cuáles son las razones sistémicas que llevan a optar por estas candidaturas, que sean exitosas y que los partidos políticos consolidados las incorporen a su oferta política.
¿Qué es un outsider?
Si bien tiene sus controversias y un carácter polisémico, alguna vez hemos leído o escuchado el término outsider para referirnos a este tipo de candidaturas. Entre una de las tantas definiciones, podemos decir que son personajes nuevos para la política, que vienen de un outside (afuera) en oposición a quienes se encuentran inside (adentro). Ese adentro comprende a quienes mantienen una vinculación constante con partidos políticos o con sectores de la política, ya sea por un arista profesional o por sus convicciones.
Lo atractivo de este tipo de figuras es que emergen como resultado de una vida pública por fuera de lo político (por ejemplo, los medios de comunicación) con la que se ganan cierto reconocimiento. Y llegado el momento, utilizan ese capital social para transformarlo en capital político.
Quizás un aspecto desde el que se puede pensar el devenir de las candidaturas de outsiders puede adjudicarse a un juego de interpretaciones que está en danza desde hace algunos años (o tal vez décadas): la idea de la “casta política”.
Ya es algo conocido
Bien sabemos que esta categoría (si se puede llamar como tal), que reitera una y otra vez el león Javier Milei, puede ser ampliamente criticada, pero ya ha logrado permear en la agenda política y la discusión actual sobre quienes componen el establishment político.
Incluso quienes criticamos a Milei por sus contradicciones en la selectividad de quién es casta y quién no, teniendo en cuenta que en sus armados provinciales ha generado acuerdos con políticos “tradicionales” como Ricardo Bussi en Tucumán, inevitablemente caemos en la trampa de usar su mismo concepto para decir que “Milei también está con la casta”.
La idea de “casta” penetró fuertemente en la discusión política. Podríamos pensar que muchos y muchas se sienten envalentonados para pelear contra esa supuesta casta desde distintos márgenes de la esfera pública, ya sea un señor que regala abrazos o alguien con una larga trayectoria en medios de comunicación locales. Todos intentan usufructuar ese lugar de lo novedoso y lo opuesto a lo que ya está consolidado y es conocido.
Por esta razón, una hipótesis es pensar que la proliferación de este tipo de candidaturas surgen al calor de estos discursos que manifiestan una abierta desconfianza, y hasta enemistad, con los resultados de la democracia y sus tendencias a consolidar cada vez más un supuesto elitismo, una oligarquización de la política. O más bien, también los outsiders pueden ser resultado de momentos de crisis.
¿Y si probamos por este lado?
Los momentos de crisis pueden ser muy productivos políticamente. Es más, pueden configurarse como coyunturas para desplegar verdaderas estrategias exitosas de obtención del poder. Y los outsiders pueden aprovechar estos contextos porque justamente se posicionan como actos de rebeldía, de posición crítica frente a un sistema político.
El sociólogo peruano Carlos Meléndez Guerrero sostiene que en su país los outsiders suelen ser agresivos contra los partidos políticos existentes. Sin embargo, en Argentina se presenta otra realidad, no solamente porque no se admiten las candidaturas individuales por fuera de partidos, sino que los partidos políticos no parecen incomodarse mucho con incorporar a sus filas a los outsiders. Al contrario, en diversas oportunidades se benefician.
En este sentido, sería interesante preguntarse cuáles son los espacios que admiten estas candidaturas y por qué razones las adoptan, incluso en cargos que son de gran importancia. ¿Por qué arriesgarían en dejar gobernar a alguien que no tiene experiencia acreditable en política? ¿O, quizás, las probabilidades de que dichas fórmulas tengan éxito electoral actualmente son tan bajas que se permiten dar lugar a estas propuestas rimbombantes? Porque históricamente contamos con casos exitosos de candidaturas de outsiders en la provincia, y algunos con gestiones desastrosas (y hasta delictivas).
De nuevo, no está de más recordar que, por lo menos en Argentina, detrás de cada gran outsider hay un o una gran insider, es decir, un dirigente de gran peso en un partido político, que admite y apoya esta incorporación “extravagante”. Porque en definitiva hay que poner los huevos en muchas canastas: mantener el acompañamiento del simpatizante del partido y capitalizar el descontento social que alimenta las candidaturas de outsiders. ¿Cuál es el precio? Vaciar de contenido los partidos, generar mayor personalización política y ahondar aún más la crisis de representación.
El outsider como llave
Definitivamente son una gran herramienta. Un outsider sirve cuando el partido se muestra incapaz de interpretar y representar diversos sectores sociales. Sin embargo, este as bajo la manga no solamente no es garantía de victoria, sino que tampoco permite articular ideológicamente una propuesta, porque en realidad no hay propuesta, hay una identidad.
Y esta estrategia es bastante exitosa en la provincia de Santa Fe, cuyo sistema electoral con boleta única de papel tiende a beneficiar a candidatos y no a partidos. Esto se debe a que su diseño contempla la utilización de una foto del candidato, que en otros sistemas electorales no es admitida.
Si bien aún el cierre de listas nos ha dejado muchas sorpresas (y también preguntas), habrá que aguardar a las próximas semanas a que comience, al menos oficialmente, la campaña electoral y veremos a todas estas personalidades en juego. Veremos sus entrevistas, sus declaraciones, sus palazos y sus emociones, para luego llegar al día de las PASO, que promete ser una verdadera gala de los Brigadier.