El aniversario de la sala dedicada al teatro experimental invita a recorrer su historia y su presente como un espacio clave para la estética y la formación teatral en Santa Fe.
De vestido blanco, el pelo largo sobre el pecho, Cintia Bertolino, a quien alguna vez describieron como la actriz más bertolucciana de Santa Fe, entona un canto popular. Casi completamente tirado en el piso, Luis Machín se lamenta y abre su pena desde el pecho al descubierto, imposible saber en qué momento se desprendió los botones de la camisa.
De adentro de un sillón sale Mefistófeles, con un traje de la misma tela que el tapizado y una actitud de troll andrógino para aterrorizar a Fausto. Emma Barrandéguy, Alfonsina Storni y Salvadora Medina Onrubia erran el brindis con la copa, se ríen y prueban de nuevo, en los cuerpos de Melisa Malatesta, Mariana Mosset y Jennifer Vallejos. Una calesita de fierro viejo gira y arriba de ella viaja en el tiempo una familia, en busca de la hermana fugada. Con los ojos vendados, Ana Woolf busca también, pero a alguien que se fue porque se lo llevaron. Con una tela blanca, como si estuviera en una corrida de toros, se defiende de la ausencia.
Hoy cumple 50 años la Sala Leopoldo Marechal del Teatro Municipal “1° de Mayo”, donde alguna vez pasó todo aquello. Desde 1973, la Marechal, como se la conoce, es el escenario ideal para una diversidad de hechos escénicos, tanto nacidos en la ciudad como llegados desde otras partes del mundo. Teatro experimental, antropológico, monólogos, de autor, títeres, festivales, danzas, ball rooms, talleres y seminarios eligen la sala que lleva el nombre de un poeta popular porque su plasticidad y su equipamiento técnico la vuelven una cámara de los deseos: se convierte en lo que la obra quiera, en lo que cada puesta necesite.
Desde abril, la programación del ciclo “Marechal Experimental: 50 años de artes escénicas” invita a celebrar el aniversario con funciones de elencos locales y grupos invitados de Rosario, Rafaela, Córdoba y CABA. Esta noche será el festejo central con el estreno de la performance “Nací en el 73’”. Con dramaturgia y dirección de María Rosa Pfeiffer, la puesta está basada en cinco obras emblemáticas de la Sala Marechal, interpretadas por actores y actrices que fueron parte de las puestas originales. Luego, habrá dos funciones para público en general el jueves 29 de junio a las 20 y a las 21. Para asistir se deben retirar previamente las entradas (gratuitas) en la boletería del Teatro: de lunes a sábado, de 9 a 13 y de 17 a 21; y domingo, de 17 a 21 horas.
Laboratorio teatral
“Nuestra propuesta es celebrar los 50 años de la Sala Marechal festejando, celebrando y poniendo valor la que consideramos que es una de sus principales y más hermosas y virtuosas condiciones que es el de ser una sala a prueba del tiempo y a prueba también de todos los lenguajes posibles”, explica Paulo Ricci, secretario de Educación y Cultura del gobierno municipal. “La Sala sigue teniendo y ostentando su condición de sala avanzada, de sala que permite puestas, montajes, desarrollos, investigaciones escénicas, experimentaciones escénicas realmente inusuales en lo que son las salas clásicas o los formatos de espacios escénicos más tradicionales. Es una sala contemporánea, experimental, que tiene realmente condiciones de laboratorio teatral o para las artes escénicas en general y que desde su primer momento ha estado siempre muy vinculada a las expresiones teatrales de la ciudad, a los grupos teatrales y a sus proyectos más innovadores y más modernos, valga el anacronismo de la palabra ya por la década del 70”, destaca.
“Nací en el 73’” será un homenaje a esas cinco décadas de vida, “muy intensas pero muy distintas en el buen sentido de la palabra, porque en el recorrido de las artes escénicas santafesinas desde junio del 73 a junio del 2023 han pasado nombres propios, expresiones, grupos, grupalidades, búsqueda de lenguajes, búsqueda de simbolizaciones distintas que han realmente tenido en la Sala Marechal un lugar absolutamente generoso para esas investigaciones escénicas”, describe el secretario. A partir de una selección de cinco obras emblemáticas, la performance se compone como una muestra de aquellos hechos escénicos que “le dieron vuelta la cabeza al público y al espectador, a los actores y las actrices, a los directores, a los puestistas, mostrándolas las distintas, diversas y maravillosas cosas que se podían hacer y que se pueden, por suerte, seguir haciendo en un espacio escénico como el de la Marechal”, dice Ricci.
Además, por el aniversario se estrenará una producción audiovisual en la plataforma pública de contenidos Capital Cultural, que reúne voces que hacen a la memoria y la historia presente de la Sala y del hacer teatral santafesino. Entre ellas, la de Silvina Montemurri, la Colo, que explica que la Marechal es “una sala que tiene todos los condimentos que tiene que tener desde lo técnico y lo escenográfico y tiene las dimensiones exactas, no es ese teatro gigante donde uno está perdido ni tan chiquita que se siente asfixiado”. “Una había venido a ver una función, se sentaba como a la italiana de una manera y al otro fin de semana venía a ver una función y resulta que la sala era circular y en el otro fin de semana la sala estaba totalmente dada vuelta y se miraba para la otra pared y seguían las cañoneras, con las luces, trabajando para ese lado que era el objetivo de la sala experimental, darle la forma que se quisiera a la escenografía”, recuerda. “La verdad, que para alguien que le gusta tanto el teatro, ver todas esas posibilidades era maravilloso, y cada vez que actúas parece que te cobijaras en todos los que estuvieron antes”, comparte.
Revolucionario en lo bello
Entre los testimonios también está el de Roberto Schneider, el cronista en tiempo presente del teatro santafesino, que afirma que “la sala Marechal es la protagonista indiscutible de los 50 años de teatro independiente de Santa Fe y también de teatro independiente de todo el país. Con mucho orgullo hay que decirlo, siguen pensando los teatreros que es una sala perfecta la Marechal, es muy perfecta”. “La Marechal, con las sillas como un reflejo y un fantasma tal vez de épocas doradas siguen sirviendo como soporte para un marco escenográfico, el de hoy”, dice quien estuvo tanto frente a las butacas como sentado en ellas. “Estas sillas son testigo lo mejor del teatro santafesino, lo mejor del teatro local que nos fue alimentando, que nos fue haciendo crecer con el tiempo, que fue haciendo que cada uno de nosotros en los distintos roles que ha debido ocupar en la escena santafesina pueda además decir hoy que se añora con delicia una etapa de oro, una etapa que nos hizo crecer a todos, que de alguna manera nos hizo sentir protagonistas de un tiempo nuevo, de un tiempo distinto, revolucionario en lo bello que se iba construyendo, que era la historia del Teatro Santa Fe”.
“El primer recuerdo que tengo de la Sala Marechal fue muy impactante en términos de emoción y de emoción estética, sobre todo” recuerda por su parte Raúl Kreig, y explica que no habla de la primera vez que entró, sino de una función de El Jorobadito, en 1981, basada en el cuento de Roberto Arlt y dirigida por Jorge Ricci. “Fue un espectáculo que a mí me impactó muchísimo por varias razones y por el momento que vivíamos en el país. Estábamos entrando en el último tramo del proceso militar, se vislumbraba como un amanecer democrático por allí lejos. El espectáculo estaba vinculado un poco con esto, con la posibilidad de hablar de temas que estaban muy prohibidos, un autor como Roberto Ar y una gran apuesta estética de Jorge Ricci y de todo el equipo”.
Kreig trae también el recuerdo del impacto que le produjo el trabajo actoral de Rafael Bruza, un actor que lo marcó en su formación. “Era una época también donde no había demasiados espacios para la formación actoral, no existía la escuela de teatro, prácticamente no había talleres, entonces uno se formaba mucho en el marco de los equipos, trabajando y viendo actores. La experiencia del Jorobadito tiene que ver con eso, con ver actuaciones que, a mí, actor, me impactaban, me movilizaban, me maravillaban en realidad”, explica Kreig. Roberto Schneider destaca también la experiencia de El Jorobadito porque “marcó una tendencia a seguir y una tendencia, que esto es importante decirlo, de cómo el teatro santafesino se iba a ir apropiando de las tendencias que iban apareciendo en la Sala Marechal”, señala.
En ese sentido, María Rosa Pfeiffer recuerda la maravilla que le produjo, apenas llegada a Santa Fe, ver “Final de partida” de Samuel Beckett en la Marechal. También marca la importancia del Jorobadito, “que fue volver a abrir la cabeza, aprender muchísimas cosas, leer Roberto Arlt del principio al fin, una experiencia que marcó un antes y un después en el teatro santafesino”, dice. “Recuerdo que una de las críticas de los críticos de aquel momento fue que era inconcebible que los actores se estén arrastrando por el piso”, agrega.
Desde su nacimiento, las estéticas del mundo, desde el cabaret hasta el teatro antropológico, pasaron por Marechal y entraron en tensión con los proyectos y búsquedas creativas del momento, en cruce con el hacer local, regional y nacional. En los últimos años, ha sido el lugar para recorridos experimentales por el teatro, guiados por los títeres del elenco municipal, así como para cientos de estrenos de los grupos teatrales independientes de la ciudad, óperas primas de nuevas directoras, versiones de autor de obras universales y obras de temporada en el país, todas buscando brillar en la intimidad de la caja negra.