¿Qué hicieron las pibas y los pibes de Santa Fe para conquistar su derecho al voto? Jóvenes de la provincia explican por qué se tiene que reconocer su derecho a sufragar.
La acusación de que la juventud “está en otra” no es noticia. Quizás sea la forma que encuentra el mundo (más) adulto de salvar la brecha generacional, los gustos que nos separan, las visiones sobre el presente configuradas en momentos históricos diferentes. ¿Qué es un joven o una joven hoy, en el mundo del trabajo formal dinamitado y de la resignación ante el derecho a una vivienda propia? ¿Cuál es la edad de la juventud en el tiempo de la precarización y la incertidumbre?
Cada tiempo histórico tiene sus propias maneras de ser joven, sus formas específicas de salir de la escuela (ese espacio de socialización que, al menos en nuestro país y en los papeles, se establece como paso obligado para niñas, niños y adolescentes), su vinculación distintiva con la participación política y su relación con lo público. En cada etapa, hubo un sector de la sociedad afín a idealizar la juventud como una etapa dorada o a demonizarla como un grupo social despreocupado de los problemas de “la vida adulta”.
En estos tiempos se dice de las pibas y los pibes que no ponen atención en lo político, que no están interesados en el tema o que la única forma de hablarles de política es fingir que no se les habla de política a través de una cuenta de Tik Tok. Olvidamos que hace apenas cuatro años las estudiantes de las escuelas secundarias fueron unos de los grupos que protagonizaron las movilizaciones en favor del derecho al aborto en Argentina. En esos momentos había redes sociales y selfies, pero nadie negaba o escondía que esas expresiones masivas en las calles estaban profundamente ligadas a la discusión institucional sobre la sanción de una ley en el marco de la democracia liberal.
Un paso más hacia el voto joven tras el rechazo de la Corte al avocamiento
La discusión por el derecho al voto joven en Santa Fe es otra muestra de que la despreocupación o el hartazgo aparente de la juventud en relación a la política está más cerca de ser un nuevo estereotipo que un rasgo generacional contrastable. Recuerda también que fue hace sólo dos años que un grupo numeroso de centros de estudiantes secundarios de la provincia participaron de las audiencias públicas e hicieron sus aportes a la redacción de un proyecto de ley de educación sexual integral que el nada joven Senado se ocupó de cajonear.
La franja etaria de los 15 a los 20 años en nuestro país es hija de la crisis de 2001. Es también fruto de un proyecto educativo empobrecido (en un sistema que todavía no puede levantar cabeza tras la Ley Federal de Educación) y finaliza la secundaria después de transitar parte de ella en la virtualidad. Es decir, cursando desde la casa, sin recreos, sin abrazos, sin la comunidad que genera la Coca Cola a la salida o la juntada del fin de semana.
¿Qué hicieron las pibas y los pibes de Santa Fe para conquistar su derecho al voto?
Fortalecer la democracia
Irina Gariboglio Zóttico tiene 16 años y fundó el centro de estudiantes de su escuela, la 262 República Argentina de la ciudad de Santa Fe. Forma parte de la Federación de Centros de Estudiantes de la provincia. Cuenta que en su centro están abocados a mejorar la convivencia. “Nuestros compañeros nos planteaban que querían más espacios de participación y el voto fue uno de ellos. Querían votar en las elecciones provinciales y municipales”, relata.
Para Irina, votar a partir de los 16 “es una súper oportunidad para asumir una responsabilidad política, para participar de la vida ciudadana, para ser parte de las decisiones y sentir que no somos dejados de lado y que podemos cambiar el rumbo de la sociedad”. La estudiante considera que, al ejercer el derecho del voto, puede opinar “directamente” sobre las cosas que le pasan. “Si no podemos hacerlo, tenemos que confiar en que un adulto entienda nuestras necesidades y la mayoría de las veces no es así”, matiza.
La fundadora del Centro de Estudiantes indica: “Por lo que fui charlando con mis compañeros, vemos que siempre quedamos para lo último: las escuelas quedan a lo último, nuestros espacios de participación quedan para lo último. El voto es el inicio, faltan un montón de otros lugares para poder involucrarse”.
“Diría que la tarea hoy es seguir avanzando en la consolidación de la democracia, en el aumento de la ciudadanía. No es posible que las escuelas se caigan a pedazos y no tengamos un lugar para plantear esos problemas y para pedir ayuda”, reflexiona.
Ana Agüero tiene 17 años, vive en Reconquista y va a la Escuela con Orientación en Teatro 582. Es la presidenta del centro de estudiantes. Allí abordan temáticas vinculadas a género y a diversidad sexual y, por estos días, realizan actividades para aprender a votar.
“Organizamos cursos para que nos enseñen cómo se vota, cómo se usa la boleta única y todo el proceso de la votación”, añade. Para ella, “votar es nuestro derecho y somos totalmente capaces de asumir la responsabilidad que conlleva”.
Santino Arduini es de Venado Tuerto y tiene 16 años. Asiste al Colegio Nacional N° 1, más conocido como EESO 446. Milita en el Partido Justicialista de esa ciudad y en el centro de estudiantes de la escuela y comenta que, con su grupo de compañeros, están buscando que “haya más participación de los jóvenes, que se interesen más” en las cuestiones colectivas. Desde ese lugar, proponen que las problemáticas de la escuela (como la convivencia entre los turnos) sean abordadas a través de torneos y de otros espacios para mejorar los vínculos grupales. Desde el sur de la bota, al igual que en Reconquista, buscan capacitarse para el voto de cara a las próximas elecciones.
“Dicen que los jóvenes no estamos preparados para votar. Mi postura es que hay que informar más a las pibas y pibes, pero ¿por qué no podríamos votar si tenemos el mismo derecho a elegir a nuestros representantes? Creo que el problema es que no nos quieren dar voz”, esgrime Santino.
Y arremete contra la dirigencia que intentó, a través de una presentación judicial, oponerse a este derecho: “Yo le diría que les falta estar más con los jóvenes. Dicen que no estamos preparados. ¿Qué asesoramiento proponen para que lo estemos?”.
Los argumentos sobre el desconocimiento reaparecen cada vez que un sector de la sociedad quiere negarle derechos a otro. Pasó con el voto de las mujeres y también con las leyes de cupo. Las y los jóvenes entrevistados coinciden en que no se trata más que de una excusa, y comentan experiencias concretas de autogestión de la información. Si no organizan cursos desde el centro de estudiantes, piden a alguna o algún docente que les explique. Lejos de los mitos paternalistas del “con mis hijos no te metás”, las juventudes muestran hoy que para ejercer la autonomía (política, en este caso) se necesita información. Y la buscan.
Noelia Camusso tiene 17 años e integra el centro de estudiantes de la Escuela N° 700 en Nuevo Torino, departamento Las Colonias. Entrevistada por Pausa, cuenta que una de las preocupaciones que tienen ella y sus compañeros es por la situación económica del país. “La gente de mi edad se quiere ir del país porque no veo futuro acá si la inflación sigue al nivel que va. Queremos saber que vamos a poder tener nuestras familias tranquilas y conseguir un trabajo digno y bien pago”. Por eso, desde los 14 años una de sus tareas —cuando no está militando en el centro o en la escuela— es anotar la propuesta económica de cada candidato para comentarla a sus padres. “Hasta que yo pueda votar, hago eso”, relata.
La experiencia de Noelia se volvió colectiva. “Le pedimos nosotros mismos a los profesores, evaluar las propuestas en economía. Y también vamos a evaluar las propuestas en lo referente a derechos humanos. Dicen que no estamos capacitados, pero es mentira. Queremos votar justamente porque nos sentimos capaces de hacerlo”.
Facundo Blanco, de 16 años, va al Liceo Argentino de Navegación Fluvial “Nuestra Señora de Guadalupe” y está a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos y Género del centro de estudiantes. Cuando se le pregunta por qué quiere votar, sostiene: “Es importante que vean que los jóvenes también somos capaces de hacer cosas. Dicen que no podemos votar porque no podemos ir presos, eso no tiene nada que ver. En mi caso, quiero votar para tener mi futuro asegurado. Capaz que no cambio ahora el presente, pero lo que pase hoy influye en el mañana”.