El precandidato a intendente por la lista Proyecto Futuro (PJ) da cuenta de su plataforma política. Participación ciudadana, modernización, reducción del precio de los alimentos y generación puestos de trabajo son algunos de los ejes principales. Cómo es hacer campaña con dos listas al Concejo Municipal.
El precandidato recibe a este medio en el local de Unidad Ciudadana de Lisandro de la Torre al 2400. Es la siesta santafesina pero se nota, en el búnker, que no hay tiempo para descansos. El equipo que acompaña a Federico Fulini en su carrera hacia la intendencia de la capital provincial va y viene por la sala con computadoras portátiles, llamadas telefónicas, agendas, café y más café. La cuenta regresiva para las Paso del 16 de julio se siente en el aire: ansiedad, trabajo duro y mística.
Del otro lado de la terna peronista, está Ignacio Martínez Kerz, secretario de Prácticas Sociocomunitarias del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia.
Fulini se muestra afable pero conciso. Seguro, dispuesto a la repregunta. Por su predisposición a leer los procesos a contrapelo, la charla comienza por los orígenes: cuál es la historia de este santafesino de 34 años que desde 2019 es concejal y hoy apunta a ser el titular del Ejecutivo municipal a partir de este año. Sobre la experiencia en el legislativo local, es contundente: “Me enseñó que con el Concejo no alcanza, que las fuerzas populares tienen que disputar los Ejecutivos. Las aventuras individuales que intenten mantener el confort de una banca no tienen vuelo. Hay que ir por el poder en serio, porque si no, no se transforma la realidad de la gente”.
El barrio, la parroquia, el peronismo
La historia personal del candidato comienza en el barrio Roma, donde vivieron sus cuatro abuelos, donde se conocieron sus padres, donde creció y conoció a sus amigos de toda la vida. En 2003, después de que su familia perdió todo por la inundación, tuvo el impulso de acercarse a la parroquia San Pedro y empezar a juntar zapatillas o lo que fuera que necesitaran quienes, por el crimen hídrico, se habían quedado sin nada. Fue el comienzo de la historia política, colectiva.
“Todos perdimos todo. Y las imágenes que vimos en esa época eran las de un éxodo. Recuerdo a la gente llorando, destrozada, confundida. Nosotros le asignamos la responsabilidad a Carlos Reutemann de lo que nos pasó y se la seguimos asignando. En ese momento dije ‘hay que involucrarse’”, recuerda.
La colecta de zapatillas mutó a una instancia heredada de los sacerdotes que, en los 60, quisieron revolucionar la Iglesia Católica y acercarla a los pobres: las experiencias eclesiales de base. “La idea era generar una descentralización de la parroquia, acercando a los vecinos”, explica Fulini.
Tiempo después llegó el salto a lo partidario: “Con un grupo de compañeros entendíamos que desde el Estado se pueden hacer muchas cosas para dar vuelta la ecuación de que haya mucha gente que tenga poco, y poca gente que tenga mucho. En ese entonces, a eso le decíamos el ‘pecado estructural’, pero es la desigualdad social”, relata. Y el paso a la vida partidaria llegó de la mano de Néstor, de Cristina y del peronismo.
El precandidato no olvida mencionar que, otra cosa que lo marcó fue la discusión por la Resolución 125 que promovió Cristina Kirchner en 2008. “No tanto como la inundación” —aclara— “pero ahí me definí como peronista porque dije ‘la pucha, esta gente está queriendo que la torta sea más pareja, entonces yo tengo que estar acá”. En esa época, también empezó a estudiar historia. “Con los compañeros de la parroquia los viernes a la noche, en lugar de irnos de joda, nos quedábamos a leer. Era mucha política, mucha política. Así llegué al peronismo”, rememora.
—¿Cómo recuerda aquellos primeros años de militancia partidaria?
—Me decían que era la oveja negra de la familia y a veces tenía que mentir para ir a los actos —recuerda entre risas. El primer acto al que fui, fue el último en el que estuvo Néstor Kirchner. Se llamó “La juventud le habla a Néstor, Néstor le habla a la Juventud” y fue en el Luna Park. Habló Cristina, porque Néstor estaba recién salido de una intervención quirúrgica. Esto en mi casa era una revolución, porque no es una familia politizada. Es una familia de trabajadores, como ellos decían, “apolíticos”. Ahora son los primeros militantes, me están acompañando. En esos años yo sentía felicidad. Me sentía pleno, sentía que estaba cambiando el mundo, que íbamos a lograr resolver los problemas de los más humildes. Pronto se cayeron todos los mitos que escuchaba: que los peronistas son delincuentes, que dan el pescado y no enseñan a pescar… Para mí, era vivir una revolución.
Y reflexiona: “Siempre que hablo con mis compañeros y compañeras de juventud les digo que disfruten mucho lo que están viviendo, porque es el momento más lindo que tiene la vocación política: cuando uno es militante de juventud. Después cuando uno va creciendo y empieza a entender que hay más dificultades para poder romper esa rueda que hace que existan tantos excluidos. Empieza a ver que juegan otros intereses, mezquindades, cuestiones personales. Hay mucho eso en la política, lamentablemente, y no digo que desilusionan pero liman todas las inocencias y deseos con los que uno se suma. Lo bueno es que el piloto del calefón, la llamita, siempre está prendida. Eso nunca se pierde”.
—¿Cuál fue el camino que hizo para llegar a ser hoy el candidato a intendente de tu espacio político, pensando en ese pibe que se quedaba estudiando en la parroquia?
—Caminar mucho, conocer las barriadas del oeste y del norte y tratar de poner creatividad a la hora de construir un discurso que se transformó en plataforma electoral. También, creo que sumó la capacidad de persuadir a los compañeros de la importancia que tienen los gobiernos locales, porque nosotros veníamos formateados en una cosa muy nacional, discutir más el crecimiento económico, el producto bruto interno… Y empezamos a pensar en la importancia de un frigorífico municipal, en el rol del puerto. La sintonía fina pasa por este lado, de abajo hacia arriba también se pueden dar luchas importantes, Por ejemplo, es fundamental recuperar el puerto de Santa Fe para todos los santafesinos y santafesinas y no que esté en manos de los privados como pasa ahora. También estudié la historia de la Municipalidad de Santa Fe y sé que en el pasado había una municipalidad muy cercana a la gente. Había mercados populares, frigoríficos, ferias… Ahora está reducida la capacidad del municipio, con muchos de sus servicios tercerizados, privatizados o cerrados, como en el caso del frigorífico. El desafío es volver a construir una municipalidad cercana a la gente.
—¿De qué manera se construyó esta opción electoral?
—Salimos de la muralla del Partido Justicialista para abrazar a otros compañeros y compañeras de distintas expresiones del campo popular que, por la actual coyuntura, iba a ser muy difícil que se puedan sumar al esquema del Partido Justicialista. Y ahí fue que pudimos socializar un programa de ciudad que pone a la persona en el centro, que trata de humanizar al Estado municipal. Así nació Proyecto Futuro. Para nosotros la necesidad de la gente no es sólo el cemento, sino también el precio de la comida, los clubes, las vecinales y mejorar la eficiencia de la municipalidad. Dar la discusión sobre eso era una breve síntesis del programa que supimos construir y que tiene un acuerdo en lo local. Por eso estamos, yo como candidato intendente, Claudio “Turco” Cherep encabeza de la lista de concejales del Frente de Todos —sería la pata peronista de la interna— y Pablo Landó encabeza la lista de concejales del sector de izquierda con el que llegamos a un acuerdo
—¿Cómo es hacer campaña con dos listas para el Concejo?
—Es desafiante. Yo le tengo un cariño muy grande a los dos candidatos. El Turco Cherep me conoce desde que nació, desde que yo nací, más grande que yo. La conoce a mi familia. El Turco tenía un carribar con mi viejo en Santiago del Estero y Avenida Freire. Le tengo un cariño enorme, como casi un tío para mí. Y con Pablo estoy forjando una amistad que tiene que ver, que está cimentada en el amor por nuestro pueblo. Así que la tengo muy difícil. Trato de distribuir mi tiempo para estar presente en las actividades en las que los dos me inviten. Pero bueno, yo creo que no tengo ninguna duda que los dos serían grandes concejales.
—En la práctica, ¿cómo se hizo el armado con otras fuerzas políticas, por ejemplo, con el Partido Comunista Revolucionario?
—De forma muy natural. Entendíamos que era fundamental mantener las identidades de todos los espacios. Teníamos el deseo de que Barrio 88 integre este sistema de paso, pero por decisiones vinculadas a preservar su identidad por fuera de este armado no se dio. Volviendo a la lista, el objetivo es que las tradiciones de cada espacio hagan vértice con la candidatura a intendente. Entendemos que con eso vamos a poder generar un impacto electoral lo suficientemente fuerte para que la ciudadanía en su totalidad nos pueda escuchar. Creemos que vamos a llegar a la general fortalecidos, que vamos a tener un concejal y que, si nos da la posibilidad el pueblo de Santa Fe de llegar a las elecciones generales, vamos a lograr enamorar a mucha gente por este modelo que estamos proponiendo.
Que el precio de la comida sea accesible
Fulini comenta que, desde 1980 en adelante, la Municipalidad de Santa Fe perdió su posibilidad de intervenir en el precio de los alimentos. “Contaba con varios mercados populares. Dentro de un galpón había más de 100 puestos. Cuando entraba un cliente, los puestos se peleaban en el buen sentido por ese cliente, con ofertas, con mejores productos y demás. Esa sana competencia hacía que los precios fueran menores. Y además se generaba mucho trabajo. Hoy en día, esos cien puestos son de una sola persona, que es el dueño del supermercado. Queremos volver a los mercados populares”, sostiene.
La propuesta es abrir un mercado popular por año. “Para eso hay que hacer un estudio de adónde se va a colocar, hay que ser preciso para no desertificar la zona y no perjudicar a los comercios cercanos. Hay que enfrentarse a intereses concretos, porque no creo que los dueños de los supermercados estén a gusto con esta idea. Pero hay que avanzar porque tiene que ver con el derecho a comer”, argumenta.
Otro punto en este eje es la recuperación del frigorífico municipal y la construcción de una empresa público-privada, que incida directamente en el precio de la carne, creando programas locales de cortes populares y ofreciendo un servicio municipal de faena que reduzca los precios en góndola. “Todo esto no se va a hacer de un día para el otro. Pero hay que cortar con este modelo que concentra la propiedad y la decisión del precio”, dice Fulini.
La tercera pata son las ferias de productores hortícolas. Fulini recuerda “las viejas ferias de los camiones con las lonas verdes que caían a tu barrio con productos de nuestros productores”. Y asegura que replicar la experiencia es posible: “Para esto la municipalidad puede aportar logística y ayudar hasta que las ferias cobren vida por sí mismas”.
El candidato define: “Garantizar el acceso a los alimentos es fundamental en nuestro programa”. Pero aporta un dato fundamental: “Para llevarlo a cabo, convocaría al diálogo a los comerciantes. Porque si vos pones un gran mercado donde hay comercios barriales, vas a afectarlos porque no van a poder competir. Entonces, hay que convocar primero a esos comerciantes, para que se sostengan esas fuentes de trabajo”.
Y en este punto, es clave su mirada sobre el puerto local.
—¿Cómo puede intervenir en este tema el gobierno local?
—Pidiendo a la Legislatura que modifique la ley 11.011, que creó el Ente Portuario que hoy está integrado por cuatro miembros del sector privado, el presidente que lo pone en la provincia, un director por parte de la municipalidad y un representante de los trabajadores. Por lo tanto, cuatro privados deciden cuál es el rumbo del puerto de Santa Fe, que no es el que uno quiere. Ahí tiene que haber astilleros, fábricas. Y se está desaprovechando esa oportunidad.
Salud, clubes y prevención
El precandidato indica que es central la prevención y el abordaje de los consumos problemáticos en la ciudad. “Con respecto a la prevención, entendemos que un niño o una niña que pase más tiempo en el club, cuando no está en la escuela o en su casa, va a pasar menos tiempo en los lugares donde las situaciones de consumo empiezan a proliferar”, aporta. Y menciona: Más allá de la prevención, también ingresamos un proyecto de ordenanza para declarar la emergencia en consumos problemáticos en la ciudad y que el municipio construya cinco centros de día que tengan atención las 24 horas”.
Sobre el deporte, matiza: “Hay familias que no pueden mandar a sus hijos al club, por dos motivos: porque no hay un club en condiciones en la zona o porque la plata no alcanza. Sostener un niño en el club, entre la cuota, el transporte, la vestimenta, cuesta 5000 pesos por mes”. Y propone: “Queremos garantizar que nadie se quede afuera de los clubes. Eso es posible a través de una transferencia directa de fondos para los clubes. Sería una suerte de beca que además le dará previsibilidad financiera a las instituciones”.
“Y en los casos en que las vecinales no tengan infraestructura deportiva, la oferta puede ser artística: talleres de teatro, poesía, de lectura, de escritura”, afirma.
A través de esta política deportiva, desde Proyecto Futuro se busca “generar un estilo de vida saludable que descomprima los efectores públicos de salud”. Fulini considera: “Hay veces que los mejores aportes son indirectos y no directos. Otro ejemplo: las obras de saneamiento aportan de manera indirecta a lo sanitario y ambiental. Si mejoramos nuestro sistema de recolección de residuos y reducimos los microbasurales, también vamos a tener un impacto en la salud de la gente. El municipio en su labor puede aportar a un concepto de salud preventiva”.
Digitalizar y modernizar el Estado municipal
La plataforma de Proyecto Futuro propone convocar a las universidades y a las decenas de jóvenes que estudian y trabajan en la creación de aplicaciones y programas para analizar de qué manera se puede agilizar la atención en los servicios municipales.
“Hay algunas experiencias que por falta de control o por mala gestión se abandonaron, como el Cuando Pasa del colectivo. Además, proponemos la creación de un app para el servicio de taxis y remises y otra para las rotiserías. No necesitamos que venga ninguna empresa fantasma a poner recursos que nosotros podemos garantizar y con ello mejorar las condiciones de los comercios que realizan la producción y de los repartidores que trabajan en condiciones paupérrimas”, dice Fulini.
Contra la inseguridad, más comunidad
Para Fulini, “Abordar las situaciones de consumo, en algunos años va a tener sus frutos en la cuestión de la seguridad”. Pero, admite, “a eso hay que acompañarlo con la creación de puestos de trabajo y atendiendo situaciones urgentes en el hoy”.
—¿Por ejemplo?
—Hay que prevenir el delito; las situaciones donde te roban la moto, o en tu comercio, o te asaltan en la parada de colectivo, los hechos de violencia intrafamiliar, entre clanes.
—¿Qué propone al respecto?
—Es importante la capacidad que pueda tener el municipio de obtener información y de organizar a la comunidad, no sólo a través de las alarmas comunitarias. Queremos promover la creación de juntas barriales de seguridad, integradas por vecinos, vecinas, dirigentes de las instituciones, los curas, los pastores, la Policía, los funcionarios municipales y los funcionarios provinciales. Y a través de esos espacios, diagramar las políticas de seguridad. La clave de todo esto es que lo orqueste la municipalidad, que es quien tiene la mayor cercanía con las vecinales, con las instituciones, con los vecinos. Además, hay que profesionalizar el centro de monitoreo, incorporando patrones de movimiento e inteligencia artificial. A una aplicación se le podría enseñar qué movimientos significan un robo, que si una moto aborda a una persona de determinada manera y ella realiza determinada acción, podría significar un delito. Hay que dotar ese centro de monitoreo de tecnología, para que cuando esa inteligencia artificial identifique una situación delictiva, haya un policía que actúe. Hay que articular con el Ministerio de Seguridad, fundamentalmente con el comando radioeléctrico, para que tengan en sus vehículos una tablet informando en tiempo real lo que está sucediendo e ir siguiendo, desde el centro de monitoreo y con las cámaras ordinarias, al delincuente.
Llegar a los barrios para prevenir la violencia de género
Para el candidato local, hay que mejorar el acceso de las herramientas que hay ante los casos de violencia. “Independientemente de que hay algunos avances, no se ha penetrado los lugares profundos de la barriada. Ahí hay un trabajo que hacer con respecto a la información y el abordaje cotidiano. Hay que trabajar más con las estaciones municipales y con los clubes”.
“Respecto a la cuestión deportiva, el otro día una mamá me comentó que todas las pelotas, los conitos y los recursos de los clubes son para los equipos de varones, no para las niñas. Revertir eso tiene que ver con las infancias. Cuando desde niñas y niños los hacés laburar en ese sentido, es muy probable que de grande no generen la misma tasa de violencia que tenemos hoy en día”, analiza
“El municipio puede trabajar mejorando la información que hay, sobre todo en las instancias educativas, y escuchando más a los jóvenes, que tienen una mirada mucho más abierta sobre estos temas”, añade.
Una línea municipal de colectivos
Desde el Concejo Municipal, Fulini propuso una audiencia pública que convoque a la ciudadanía a discutir el modelo de transporte. “Estamos convencidos que si la gente no se sube al colectivo, no va a ser rentable el sistema. No alcanza con los subsidios. La clave está en sostener una alta tasa de corte de boletas. Si no existe eso, no va a poder ser sostenible”, asegura.
La solución, para el precandidato, es la construcción de una línea testigo. Y explica: “La Municipalidad debería tomar una línea, que sea la menos costosa para el estado municipal, para que haga dos cosas. Primero, que dé el ejemplo de cómo tiene que funcionar una línea de colectivos en la ciudad. Segundo, para conocer mejor los costos del servicio y poder discutir con las empresas”.
—Además de los costos, ¿qué otras aristas se debería revisar en relación al transporte público?
—Hay que estabilizarlo para que no siga decayendo. En la pandemia estuvimos a punto de perderlo. Hoy tenemos un modelo de hace 50 años. El servicio se fue tercerizando pero sigue siendo el mismo. Con el crecimiento que tuvo la ciudad para el norte y para el oeste, se tiene que cambiar la matriz del sistema de colectivos e integrarlos a otros. Por ejemplo, a la bicicleta que, dicho sea de paso, son para el centro. La gente que usa la bicicleta para ir a laburar en su mayoría no vive en el centro. ¿Dónde están las bicicletas para barrio Los Troncos, para Yapeyú, para Cabal, para Santo Domingo? Hay que seguir expandiendo las redes de ciclovías, de bicicletas, y fomentar más su uso por una cuestión de salud y ambiental.