Las Pelotas vuelve a Santa Fe y en la previa charlamos con Gaby Martínez, la bajista más reconocida del rock argentino.
Muchas de las poses adoptadas por el rock and roll cambiaron mucho desde sus primeros calores, hace más de 50 años, hasta hoy, época en la que ya no integra tanto el mainstream. En buen número, sus protagonistas son personas menos entregadas a los excesos y acostumbran hoy a rutinas más prolijas y sustentables. Y eso se nota en la calidad de los shows.
Adelantado, a principios de los ‘80, Luca Prodan llegó a las sierras cordobesas a rescatarse y rápidamente se asoció con Germán Daffunchio para formar la que sería una de las bandas de culto argentina más importantes de las últimas cuatro décadas. Más allá del desenlace trágico que tuvo Luca, a lo mejor hay ahí un legado que Luca no pudo capitalizar pero sí sus herederos musicales.
Antes de una nueva vuelta por Santa Fe, Gaby Martínez le atiende el teléfono a Pausa, desde algún rinconcito de esas mismas sierras que son escenario de tantos mitos y leyendas, tal como pasó con la fundación de Sumo: “Para nosotros, la falta de distracciones de la ciudad es una ventaja a la hora de trabajar, además de que por acá encontramos otros tipos de estímulos para hacer canciones, como el canto de los pajaritos… ¡o sentarte a tocar el bajo en un rollo de alfalfa!”, se ríe la bajista más icónica de la escena argentina, sin duda.
La Dama del Bajo empezó a siendo una niña guitarrera, instrumento que empezó a estudiar a sus cinco años, después de haber flasheado con ese rejunte de cuerdas y maderas en una peña folclórica en Salta, durante unas vacaciones familiares. Su entrada al Conservatorio Municipal en 1984 marcó un antes y un después, fusionando su educación con ese aliento creativo que se respiraba en un país recién salido de una dictadura.
El bajo llegó a su vida a los 15, cuando adquirió un Faim Precision, su primer bajo de industria nacional. El encuentro de Gaby con el instrumento de su vida fue apadrinado por un vecino suyo que algo sabía: Machi Rufino, integrante de Pappo's Blues e Invisible, fue su sensei de la presión manual y la duración de las notas. Así, asumió el bajo para encarar su destino musical que sería, para ella, una aventura colectiva: “De por sí, el instrumento que yo elegí siempre me perfiló a trabajar en grupo y lograr esa sinergia con otras personas me apasiona. Tampoco es lo más normal que alguien que es bajista haga carrera solista, la verdad.”
En 1993, Las Pelotas se encontraba en un período de cambios y no pasaron pocas audiciones hasta que al fin llegó la hora de Gaby, que después de pifiar un tempo y de que le dijeran “todo bien, gracias”, pensó lo que cualquiera pensaría ante esa despedida: “qué lástima, fue”. Pero no fue nada: “Me terminé enterando de que había quedado leyendo el diario. O sea, estamos hablando del año ‘93, no existían celulares. Yo en mi casa no tenía teléfono de línea. Yo para la audición había escuchado Corderos en la noche y había visto la banda en vivo, pero bueno, nunca había tocado los temas; al principio empezamos a tocar y todo bien, pero, cuando llegó el reggae, yo no pegué una así que cuando me dijeron ‘todo bien’, pensé que me habían fletado. Eso fue un domingo. El lunes yo volví a mi oficina a trabajar y esa misma semana llego un día a la oficina y veo el Clarín y decía que Gustavo Jove era el nuevo baterista y yo la nueva bajista.”
Desde entonces hasta ahora, ella estuvo en todo el camino de la banda , desde los viajes de 70 horas arriba de un micro para volver sin un mango hasta los diez shows con Rolling Stones. Su biografía y la de Las Pelotas son prácticamente la misma que, con sus altibajos (con compañeros de banda fallecidos, incluso) la banda se funcionó como refugio, lugar de pertenencia y forma de enfrentar el mundo con determinación. La presencia de la Dama del Bajo en el escenario es inconfundible, su pasión por la música es palpable y su contribución al legado de Las Pelotas es innegable: “Nuestra independencia, coherencia y nuestro espíritu federal, el amor por actuar en cada rincón de nuestro país es el legado que me gustaría que la banda deje”.
Cuando piensa en Santa Fe, Gaby se acuerda de varios shows multitudinarios que se hicieron en espacios públicos: uno sobre Bulevar, en la explanada de la UNL y otro en la Costanera, en ocasión del recordado Música en el Río. En festivales imaginarios, mientras echa leña al fuego para calefaccionar su hogar en la montaña, sueña con un universo en el que Las Pelotas comparte escenario con Bob Marley, Bowie, Joni Mitchell y Depeche Mode.
La fecha
"El futuro llegó: la humanidad está en la cornisa, suspirando penas casi sin aliento ni fe." Las Pelotas retoma el mensaje de la canción Esperando el Milagro que dio nombre a su octavo disco de estudio, editado en 2003, para presentar una gran gira que tendrá lugar a lo largo de este año en la República Argentina.
Asumiendo su repertorio como un reflejo de los tiempos y poniendo su obra en perspectiva, la banda evoca su historia como eje disparador de una serie de conciertos únicos, impregnados de la fuerza arrasadora del rock.
Con su brillante performance en vivo, Las Pelotas llegará a la Santa Fe el próximo viernes 1 de septiembre presentarse en el Anfiteatro Juan de Garay a las 21 hs. Las entradas se encuentran disponibles a través de Ticketway.com.ar y sus puntos de venta.
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