Maximiliano Pullaro tiene la gobernación y el manejo de la Legislatura completa. Cómo se consolidó una construcción política sin fisuras. Por delante, una gestión sin fricciones y la puerta abierta a la Reforma Constitucional.
Era la elección para la que se encaminaba Miguel Lifschitz, que fue recordado repetidas veces en el bunker. Tras la muerte del líder socialista por coronavirus, Maximiliano Pullaro, que ya había sonado para la elección de 2019, expresó rápidamente su intención de ser gobernador. Y comenzó a caminar la provincia.
La derrota contra Carolina Losada en las internas para el Senado, en 2021, no le quitó el ánimo ni los apoyos. Pullaro contó siempre con esa UCR real de los departamentos del interior Santa Fe. Sin pausa se fue construyendo como un candidato natural. En las primarias soportó los embates escandalosos de la periodista porteña, casi sin chistar. Tenía estructura ordenada detrás sí, no mero ruido para los medios.
Hoy sacó más de un millón de votos, el 58,4% del electorado. Pullaro es una figura de alcance nacional. Ningún gobernador obtuvo semejante diferencia, ni siquiera Carlos Reutemann.
Pero, además, Unidos ganó en las intendencias de Santa Fe, Rosario, Rafaela, Villa Gobernador Gálvez, Venado Tuerto (donde lo votó el 80% del electorado) y Santo Tomé. Tiene las principales ciudades adentro. Tiene la mayoría propia de Diputados, porque ganó Clara García, y tiene puentes para tender hacia el sector de Amalia Granata de cara a los dos tercios. Tiene 12 senadores, porque dio vuelta cinco departamentos que eran del peronismo, y está a solo un senador de los dos tercios de la Cámara. Los dos tercios de la Reforma Constitucional.
“Adelante radicales, adelante sin cesar” se cantó con euforia, como nunca había sucedido en Santa Fe desde hace 60 años. El radicalismo volvió con una suma de poder que no tuvo nunca el Frente Progresista. Tiene cuatro años para modelar la provincia sin mayores fricciones por delante.