Fumio Kishida invitó a su gabinete de ministros a saborear un plato de Sashimi, contradiciendo las críticas de países como China que suspendieron la importación de mariscos nipones.
A lo mejor había otra forma de promocionar esto, pero al gobierno japonés no se le ocurrió mejor idea para contradecir a los países que los criticaron por liberar material radioactivo al océano que hacer un festín con pescados del lugar. El primer ministro nipón contradijo que este derrame al agua podría traer efectos contaminantes y para demostrarlo decidió invitar a su gabinete a la oficina para comer un almuerzo de sashimi con mariscos que fueron capturados en la prefectura de Fukushima.
La decisión de transformar la ingesta de este alimento en un gran hecho político es para apoyar económicamente a la zona ya que países como China prohibieron las importaciones de mariscos japoneses.
El ministro japonés de Economía, Comercio e Industria, Yasutoshi Nishimura, el ministro encargado de las políticas relacionadas con la infancia, Masanobu Ogura, y el ministro de Finanzas, Shunichi Suzuki, comieron junto a Kishida este plato que contiene diversos frutos de mar y pescados como platija, lubina y pulpo capturados en aguas cercanas a Fukushima.
La Agencia de Pesca del gobierno japonés realiza muestras diarias de peces, capturándolos en la zona para analizarlos y publicar los resultados, al menos durante un mes. El Ministerio de Medio Ambiente nipón recogió muestras de agua marina en un radio de unos 50 kilómetros en torno a la planta para examinarla.
El agua contaminada fue tratada con el sistema ALPS, capaz de retirar por completo 62 tipos de materiales radiactivos, a excepción del tritio y del carbono-14. El proceso del vertido fue supervisado por las autoridades japonesas y por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) para garantizar que se ajuste a los estándares de seguridad internacionales.