No queda más margen para especulaciones: acá no vale ni el plan de la motosierra ni el sistema que ponga el foco en el ser humano bajo una filosofía muy interesante. ¿No entendiste? Ya vas a entender.
Cerrá los ojos. Respirá hondo. Pensá en un prado. Un prado verde, fresco, enorme. Acolchonado, como un campo de soja. Con la paleta de colores de uno de esos fondos predeterminados que venían en el Windows 98. Cantan los pájaros, un venado corretea y se pierde entre los yuyales, a la izquierda una familia de carpinchos se terminan su casita y le cuelgan a la puerta un cartel del "Procrear". Descalzo y sin miedo caminás por el prado. Sin frío, sin calor, sin humedad, sin dengue. A lo lejos, resuenan las chicharras que anuncian la inminente llegada del atardecer. Una mesa, a unos metros, aguarda. Sin sillas, sin mantel. Una linda mesa de algarrobo como las que tienen nuestras abuelas, no esas mesas de melamina deprimente o de pino mal cortado que tenemos ahora. No, una buena mesa. Una señora mesa. Sobre la mesa, reposa ella. Espera. Perfectamente cuadrada, sellada con la faja de protección de la Cámara Nacional Electoral. No hay presidente de mesa, no hay cuarto oscuro, no hay fiscales. Inspirás hondo, y el prado te entra verde y fresco por los pulmones. De pronto, te cosquillean las manos. Es el hocico del carpincho, húmedo y amigable, que quiere llamarte la atención. Tiene los ojos honestos y esa desfachatez del tipo que se anima a apropiarse de un jardín en Nordelta sin tenerle miedo a las esposas de los narcos que mandan a sus "mucamas" a que los corran a escobazos. De cuclillas, te acercás al bichito con la esperanza de entablar algún diálogo que te permita entenderlo y, si todo sale bien, entablar algún tipo de amistad. Y cuando estás por ponerle la mano en la cabecita, el carpincho te mira, te tironea, y te dice "votá bien, Martín. Por favor te pido. No estamos para andar boludeando". Sin dudar, sin chistar, buscás la boleta. Metés el sobre en la urna. El prado revive, vuelan las mariposas, los carpinchos pinchan un barril. El milagro de la Democracia ha sucedido, una vez más. Porque aunque un milagro se repita con regularidad, no pierde su condición de excepcional.
Podés ser Martín o no, pero sabés a lo que nos referimos. Todos queremos vivir en ese prado. Ese prado es la Democracia. O quizás el carpincho es la democracia, y el prado la justicia social. Por ahí a lo mejor el prado es la igualdad de oportunidades y el carpincho es la movilidad social ascendente. No sabemos, la verdad es que ya nos perdimos un poco en la metáfora. Lo que es seguro, que hay que apostarle a todo menos al avión fumigador que pasa por arriba del prado y lo destruye y deja a las chicharras muertas y a los carpinchos sin casa y a los lapachos sin flores.
(Esta campaña, como ven, nos hizo mucho mal).
Extenuantes fueron las jornadas en las que nos dedicamos, como grupo humano que le pone muchísimo empeño a las cosas aún sin saber si van a funcionar, a resumirles a ustedes todos los días que sucedía en lo que ha sido sin lugar a dudas la campaña mas descabellada, insólita y absurda desde el retorno de la Democracia. Hemos discutido sobre la posible venta de órganos y bebés, sobre el maquillaje a las papadas y la posibilidad de que vuelva el plan Bonex. Hemos pasado 67 días en los que Patricia no pudo explicarnos ni una sola de las propuestas que propone pero que son propuestas que ella propuso y son muchas. Descubrimos que Córdoba es Noruega. Pasamos dos meses especulando hasta que supimos lo que siempre habíamos sabido: que lo importante son los amigos que nos hicimos en el camino, y que Guillermo Moreno jamás va a votar a un peronista que no sea él, porque él es el único peronista que queda. Es Will Smith en la peli esa que recorre la ciudad abandonada con el perrito, pero del peronismo.
Post-PASO la vida comenzó a resultar confusa para todos: Milei le pegó muchas veces al Conicet, Patricia y Larreta se sacaron 2345 fotos juntos para dejarnos bien en claro que ellos laburan en equipo, y a Unión por la Patria le costó mucho aclimatarse a los resultados. Milei le prometió al fondo un ajuste más fuerte que el que el propio FMI pedía, y los libertarios se cercioraron de destruir en Twitter a cualquier artista que osara pronunciarse medianamente en contra de cualquier cosa que sus candidatos propusieran.
Una constante de toda la campaña fueron las dudas en torno al rol que Macri estaba jugando dentro del armado de Juntos por el Cambio, e incluso dentro de las filas de La Libertad Avanza. Milei incluso llegó a ofrecerle un cargo en su gobierno, algo que Mauricio declinó pues sabemos que lo segundo que más disfruta en el mundo es no trabajar. Lo primero, nos queda ahora en claro, es dinamitar la imagen pública de cualquier integrante de Juntos por el Cambio que levante un poco la cabeza.
Algo que, al menos para Patricia, parecía resultar siempre un camino cuesta arriba: en ningún momento de la campaña logró transmitirnos no ya un proyecto, un esquema, un concepto. No pudo siquiera redondear una idea. No tanto como Melconian, su perro de compañía y designado Ministro de Economía, que resumió: "con la dolarización te rompen el culo".
Nos dejó igual Pato dos cosas: el imborrable recuerdo de sus intervenciones en los debates, y el video de la mejor/peor respuesta de la historia de TN.
siempre que escucho bullrich me acuerdo de este video JAJAJAJAJAJA. No entiendo 😐 pic.twitter.com/N5qrZzTdHW
— 213💎🔝 (@LionelMoyanoo_) October 19, 2023
Párrafo aparte para los radicales, a quienes se los notó incómodos durante toda la campaña. La conducción de Macri, y su tendencia a pisotear todo, no convive del todo bien con la noción de que este año el radicalismo se hizo con la gobernación de muchas provincias argentinas. Es decir, una cosa es andar boqueando cuando no tenés nada de qué preocuparte. Otra muy distinta es andar jugando a ser amigo de La Libertad Avanza cuando te toca gobernar un distrito. Las críticas no pasaron desapercibidas.
Y así como le dedicamos un párrafo a los radicales, dejamos esta breve reseña del peor día de Ramiro Marra: uno en el que Lali (nuestra insignia nacional por excelencia) los ninguneo con estilo, y en el que él nos contó que su principal fuente de información es su mamá.
Ninguna campaña estaría completa sin la buena cuota de chimentos y carpetazos, y esta los tuvo a todos. El primero en llegar fue el de la relación entre Fátima Flores y Javier Milei, que nos dio algunos de los momentos más bizarros e imposibles de olvidar de este 2023. La expresión "cringe" tomó una dimensión completamente nueva. Su primera aparición pública como pareja fue en una publicación en redes sociales de un canje de huevos, y una foto viral del alcolchado de Fátima Flores manchado con fluidos nos tuvo al menos dos días hablando del tema.
Nada estuvo tan sistemáticamente presente en esta campaña como las vicisitudes sexuales (reales y metafóricas) de Javier Milei: nos dejó un tendal de comparaciones que siempre involucran violencias del tipo sexual, preferentemente a mujeres y a niños. También nos enteramos de que es un mugroso, y de que aparentemente un poco se ratonea con su novia haciendo de Cristina. Este último detalle escandalizó a Mirta Legrand, y eso es mucho decir.
La primera bomba de alto calibre, de todas formas, explotó en el centro del peronismo bonaerense: la saga de Insaurralde, la señorita y el yate "Bandido" surgió con la rapidez de un carpetazo bien armado y terminó tan rápido como terminan todas las relaciones extramatrimoniales cuando ven la luz del sol. Dejó heridos, igual. El conteo final de cuántos y adónde, lo veremos cuando se abran las urnas.
La segunda bomba explotó con forma de "audios conseguidos de manera medio espuria pero que cierto sector del periodismo publica igual porque total, perdido por perdido, lo peor que puede pasar es una carta documento". El involucrado fue Melconian, hombre fundamental de Patricia Bullrich, a quien se escuchaba exigiendo sexo a cambio de cargos públicos. Como ven, amiguites, un amante del sexo autoaplicado te puede complicar la campaña. Sea Insaurralde, Melconian o Marra. En esto, no hay distinción.
Lo gracioso es que un par de días antes, la mismísima Patricia se había mostrado a favor de las escuchas ilegales. Es el perro que se muerde su propia cola y en ese gesto se pincha su teléfono.
El oficialismo se anotó varios porotos, igual. El ingreso a ilos BRICS, la batería de medidas para apuntalar a la clase media, el lanzamiento del Programa Emplea Pymes, las modificaciones al Impuesto a las Ganancias (que beneficiaron a miles de trabajadores, y dejaron a la oposición en jaque), los beneficios para los trabajadores informales, la llegada del Mundial 2030 a la Argentina (al menos por un partido) y la devolucion del IVA en los productos de la canasta basica. En ese tándem entre "Ministro de Economía del oficialismo que tiene una inflación de tres dígitos" y "candidato a presidente que te promete que tiene la receta para que la cosa mejore", Massa eligió durante estos meses de campaña forzar siempre a la oposición a sus lugares incómodos, a veces con mejores resultados, a veces por arriba del travesaño. Si en 2015 surgió el "massismo", en 2023 tenemos el "sergismo". No podríamos explicarlo con mayor precisión.
Párrafo aparte para uno de los momentos más nefastos de esta campaña: la vuelta de la "teoría de los dos demonios" y de los "excesos del Estado en dictadura", de la mano de Villarruel y del propio Milei, que disfrutó te introducir a la motosierra entre los elementos permitidos en las marchas de su espacio. También disfrutó de reunirse con Barrionuevo, Bussi y los Menem, que serán todo menos "casta". Ojo que entre tanta declaración también tuvieron tiempo para festejar la "eficiencia" de la Gestapo.
Quizás aquí está resumida la épica de esta campaña, la expresión mínima de estos meses de desquicio, insalubre rosqueo, insospechadas alianzas, operaciones a cielo abierto y declaraciones entre repudiables e ilegales: Baby Etchecopar llama a votar por Massa en caso de balotaje, y los bancos (!!!!!) salieron a pedir cordura después de una corrida provocada por declaraciones de Milei.
El final está abierto. Tan abierto como en aquella tarde de diciembre cuando Di María la picó por arriba del arquero de Francia. Tan abiertas como las posibilidades de juego previo entre Fátima (la mujer de las mil voces) y Javier. Tan abierto como el Frente de Unidad que se nos puede venir si esto termina en una segunda vuelta.
Tan abierto como ese prado, en esa colina de la vida, frente a ese cielo celeste, en el que podemos corretear mañana mismo si definimos, como Nación, afrontar el futuro crítico y doloroso con alguien con quien se puede dialogar o con un señor que tiene tantas red flags acumuladas que no se lo presentarías ni a tu amiga soltera para que salga una noche a tomarse una hespiridina.