¿Cuánto tiene que sacar cada candidato para que haya una segunda vuelta? ¿En qué escenario se puede dar un balotaje y quiénes tienen chances de entrar?
Estamos monotemáticos, pero el momento lo amerita: este 22 de octubre vamos a ir a las urnas a elegir nada más y nada menos que al próximo Presidente de la Nación y su Vice. Pero esta cita con la democracia podría no ser la última de este año que estuvo cargado de jornadas electorales: hay serias chances de que tengamos un balotaje o segunda vuelta.
Es decir: puede que ni siquiera este domingo tengamos la certeza de quién va a ser el próximo presidente. La agonía se prolonga. Y para que esa agonía no sea tan angustiante, te ahorramos el momento de andar con la calculadora para ver si tenemos (o no) balotaje.
¿Qué tiene que pasar para que lleguemos a un balotaje?
Primero, algo de historia: desde 1995, la legislación de nuestro país define que un candidato presidencial debe alcanzar el 45% de los votos afirmativos o por lo menos el 40% de los votos y una diferencia porcentual mayor a 10 puntos con respecto al segundo puesto, según los artículos 97 y 98. Es decir, si saca el 40%, quien quede en segundo lugar tiene que sacar menos del 30%.
Si se confirma la elección de tercios de las PASO, por ejemplo, en donde ningún candidato sacó más del 30% de los votos, estaríamos en un escenario de segunda vuelta. Con una particularidad: sólo pasan los dos candidatos más votados. No importa que la diferencia entre el segundo y el tercero sea de un voto. El balotaje, siempre y sin distinción, es entre dos propuestas.
En el caso en que ningún candidato logre los números estipulados, la segunda vuelta debe realizarse dentro de los 30 días de realizada la elección general.
El cálculo indica, tal y como lo confirma la Cámara Nacional Electoral, que esa última chance para los candidatos será el domingo 19 de noviembre. Llegada esa instancia, el ganador o ganadora es el que logre sacar la mitad mas uno de los votos (o más).
Breve historia del balotaje en la Argentina
El mecanismo entró en funcionamiento en 1995, aunque efectivamente no se usó hasta mucho después. Un año después de la reforma de la Constitución Nacional de 1994, Argentina comenzó a usar este sistema que tienen varios esquemas electorales en distintas democracias del mundo. Este balotaje – proveniente de la palabra ballotage en francés – implica una segunda votación entre los dos candidatos más votados en las elecciones generales.
Según esta reforma que se hizo durante el menemismo en la Constitución "un presidente asume su cargo cuando su fórmula ha obtenido más del 45% de los votos afirmativos o por lo menos el 40% de los votos y una diferencia porcentual mayor a 10 puntos con respecto a la fórmula que le sigue en cantidad de votos".
Lo gracioso es que el primero en poder usarlo fue el mismo Carlos Menem, pero nunca llegó a hacerlo: en las elecciones del 2003, entre Néstor Kirchner y el riojano, Menem vio que las encuestas lo daban como perdedor y se bajó de la candidatura, dejando a su contrincante de la provincia de Santa Cruz como presidente de la Nación. El dato es que Kirchner terminó asumiendo la presidencia con el 23% de los votos.
Hasta ahora, en el año 2015 fue la primera y única vez que se usó, con los candidatos Mauricio Macri y Daniel Scioli, en una segunda vuelta que ganó el líder del PRO.