A poco más de 20 días para el balotaje, el punto estará en observar qué sucede entre las derechas y cómo lograr el apoyo de su electorado.
Para unos, las elecciones generales de este domingo mostraron un capítulo sorpresivo: el oficialismo se reubicó competitivamente en el primer lugar y dejó descolocados a los libertarios para el balotaje de noviembre. Para otros, el resultado fue la confirmación de lo que ya habían anticipado: la única certeza que teníamos era la incertidumbre.
Lo real y lo concreto es que Sergio Massa logró su cometido con gran éxito y renovó las esperanzas de colocar otro proyecto de país diferente al de Javier Milei a partir del 10 de diciembre. Sin embargo, aún entre los festejos de quienes creemos en un horizonte de mayor igualdad para nuestro país, considero necesario detenernos a mirar la fotografía completa. Esa imagen es el crecimiento de la oferta electoral (competitiva) por derecha.
O tal vez podríamos decir una obviedad a esta altura: una diversificación del campo de las derechas. Muy a pesar de quienes piensan que Milei y Bullrich son lo mismo, es innegable que hay quienes deciden elegir una por sobre el otro. Esto no es un factor a desatender porque es necesario “sectorizar” la campaña de Massa en las próximas semanas: indagar cuáles son las motivaciones de quienes eligieron a Bullrich y qué incentivos se les puede proponer.
Del mismo modo, Milei corre con una ventaja en este aspecto: más del 50% del electorado consideró que es mejor una vía por derecha. Es definitivamente un crecimiento si comparamos con las presidenciales de 2019. Y si bien los días y las semanas no sobran, aún existe un margen que puede perjudicar al candidato del oficialismo en el tramo final de la campaña: una posible (y tardía) estrategia a la santafesina.
Para Sergio Massa será relevante prestar atención a dos procesos que parecen desencadenarse en simultáneo: la discusión interna en Juntos por el Cambio y las tensiones en La Libertad Avanza.
Antecedente provincial
Está de más recordar que Juntos por el Cambio alcanzó una aplastante victoria en la provincia de Santa Fe este año. El famoso “Frente de frentes” (Unidos para Cambiar Santa Fe) tuvo la acertada lectura sobre el fracaso electoral de 2019 frente a la candidatura a gobernador de Omar Perotti: separados, perdemos.
Es así que si se buscan los resultados electorales de 2019 por separado de las distintas fuerzas integrantes de ese “Frente de frentes”, en comparación con los resultados de este año, no se hallarán grandes diferencias cualitativas. Pero esto lo lograron comprender mucho antes de la competencia electoral de este año. Ni Juntos por el Cambio ni La Libertad Avanza lo entendieron a nivel nacional. Si lo hubieran comprendido, la historia tal vez sería otra.
Quien definitivamente lo asimiló fue Mauricio Macri, que este año no tuvo ningún decoro en esconder su simpatía por Javier Milei y de buscar acuerdos a toda costa. Esos acuerdos hubieran significado absorber a Milei dentro de la estructura de JxC, no una síntesis diferente o la hibridación de los dos espacios. Por lo tanto, ¿cuáles eran los incentivos para el dirigente con complejo de león?
Hoy ya es tarde para esta estrategia. Por eso el candidato libertario va a intentar dinamitar lo que queda de JxC, porque, paradójicamente, Milei se olvidó de la más grande enseñanza de su querido Murray Rothbard: no hay que pelearse entre derechas, hay que unirse.
Es así que la mejor apuesta de Javier Milei es profundizar la destrucción de Juntos por el Cambio. De Juntos por el Cambio, no del PRO. Pero el mismo PRO está atravesando una crisis de coalición dominante, es decir, ¿quién tiene realmente el mando en la estructura de poder interna del partido?
A esta altura parece ser que los motivos que alejan a JxC de LLA se centran en que el primero podría dotar de estructura y de estabilidad al segundo, que es lo que este carece; pero los libertarios no están dispuestos a resignar espacios de poder como contraprestación.
Parece que este aspecto está siendo reconsiderado, ya que Milei salió rápidamente después de la derrota del domingo a ofrecer un posible lugar en su gabinete a Patricia Bullrich. Está claro que eso puede funcionar siempre y cuando no avancen los enfrentamientos internos del campo libertario y que su electorado reciba de brazos abiertos un acercamiento de parte de la casta – que a esta altura es un concepto cada vez más laxo.
¿El comienzo de una fractura?
Al día siguiente de las elecciones, Lilia Lemoine, ahora diputada electa, mostró abiertamente en redes que hacia el interior de La Libertad Avanza se hicieron eco de las críticas externas por las propuestas extravagantes (cuando no espantosas), como la suya respecto de la “renuncia a la paternidad”.
"Claro, no fue la alianza con Barrionuevo, ni cortar relaciones con el Vaticano...o hablar de vender niños y órganos. La culpa es mía”, fue lo que escribió en sus redes Lemoine. Quedó más que claro que estas decisiones no pasaron sin más entre los libertarios, sino que produjeron rispidices. Habrá que ver si esas tensiones fueron por disidencias internas o resultado de la antipatía generada a nivel externo. De todas maneras, continúan siendo tensiones.
Esta situación no solamente alivia a Sergio Massa en un contexto de calma interna de Unión por la Patria como punto de comparación, sino que le permitirá enaltecerse frente a su contrincante llegado el momento: ¿tendrá Milei la capacidad de ponerse al frente y dar un cierre a los conflictos internos?
“El responsable y el que lidera el movimiento soy yo. Yo fui prudente y los desvíos no forman parte del core, son cosas que pasan", dijo Milei al día siguiente de las elecciones. Por ello, habrá que ver hasta qué punto tanta libertad no producirá fugas que deterioren a los libertarios de cara al balotaje.
Un escenario poco usual
Estas dos cuestiones, el rol de Juntos por el Cambio y las tensiones en La Libertad Avanza, deberán ser tenidas en cuenta por Sergio Massa para desplegar una estrategia coherente y ordenadora del sistema político para las próximas semanas.
Por un lado, definitivamente será un escenario complejo en términos interpartidarios, ya que atravesamos un contexto inusual para la política nacional: una discusión dividida en tres sectores, de forma simplificada. La competencia no se ciñe a un binarismo, sino que dos polos aguardan la decisión de un tercero.
Por otro lado, y resultado de la presencia de estos tres espacios, cualquiera sea el candidato victorioso, el año próximo nos encontraremos con un sistema político fragmentado, en el que la búsqueda de consensos será fundamental.
Es por ello que resulta atinada la proyección de un gobierno de unidad nacional que pide Massa. En su moderación también está la clave, porque en coyunturas de diversificación de las derechas y de una agenda que ya está establecida en ese campo, será por lo menos interesante observar cuáles serán sus estrategias para equilibrar posicionamientos en un consenso nacional.