El fútbol de Chile tuvo a un delantero dentro de la cancha y a un defensor de la democracia en todos lados. No se olviden de Carlos Caszely, el futbolista que enfrentó al golpe asesino de Augusto Pinochet.
La dictadura de Augusto Pinochet fue una de las más sanguinarias de nuestro continente. Los primeros años fueron particularmente brutales, y aquellas voces que se declaraban públicamente en contra de lo que ocurría -pocas- eran apagadas, cualquier acto de rebeldía podía tener consecuencias fatales. Pese a esa amenaza letal, desde todos los sectores sociales, incluyendo al deporte, existieron quienes públicamente se declararon en contra del dictador Augusto Pinochet.
Uno de los máximos representantes del fútbol chilenos en la década del setenta fue Carlos Caszely. El ídolo del Colo Colo fue uno de los que alzaron la voz ante el atropello democrático que sufrió Chile hace 50 años. Ganó 8 títulos con el club colocolino y fue la gran figura de "el equipo que retrasó el golpe" por haber llegado hasta la final en la Copa Libertadores de 1973 (campeón Independiente).
El goleador jugó en un histórico equipo del Colo Colo en 1973, al que algunos sostienen que cada vez que jugaba mantenía a Chile unido en un contexto de fuerte tensión política. Además, como el equipo estaba muy vinculado con Allende, cada vez que ganaba traía tranquilidad a las autoridades.
Por aquellos días Caszely siempre mostró su adhesión política al partido socialista Unidad Popular y su admiración a Salvador Allende. En la campaña de 1973 apoyó abiertamente a Gladys Marín como candidata a diputada y a Volodia Teitelboim, para el senado. Esa elección legislativa, que se llevó adelante el 4 marzo, sería un impulso determinante para que la derecha chilena acelere el Golpe de Estado (11 de septiembre).
Ese día
En una entrevista que le concediera al periodista argentino Gustavo Veiga, el ex jugador recordó aquel 11 de septiembre de 1973: “Me acuerdo como si fuera el día de hoy. Cincuenta años después esos recuerdos florecen nuevamente. Yo me levantaba a las 7 de la mañana y me iba a la Universidad. Llegaba a las 7.30 en mi auto para juntarme con algunos compañeros y poder conversar un poco sobre lo que estaba pasando en el país. Entraba a las 8 a clase y terminaba a las 9.30. Pero a las 9.15 empezaba a retirarme porque tenía que irme a entrenarme con la selección nacional, porque en esos días partíamos a Rusia a jugar el repechaje. Y cuando llegamos a Pinto Durán, el gran maestro Luis Álamos, nos dice: 'están bombardeando La Moneda'. Tipo 9.30 más o menos. Me pregunté: ¿estamos en guerra con los argentinos? ¿nos están bombardeando los bolivianos? ¿nos están bombardeando los peruanos? Pero nunca había pasado por mi mente que aviones chilenos estuvieran atacando La Moneda. Vivía en un mundo maravilloso de dinero, autos, viajes, grandes hoteles y el otro mundo de la universidad donde teníamos que juntar dinero entre todos para que pudiéramos almorzar. Cabían dos vidas en un ser humano. Después me fui a buscar a mi polola, María de los Ángeles, donde ella estudiaba Psicología del niño y no estaba. Y salí hacia la casa de ella para saber cómo estaba y si había llegado bien. Eso pasó aquel 11 de septiembre”.
Cara a cara
A fines de ese mismo año, ya con la dictadura de Pinochet, Caszely jugó con Chile el repechaje al Mundial del 74 contra la URSS, pero se negó a jugar en el Estadio Nacional de Santiago, sitio que se había convertido en un centro clandestino de detención, tortura y muerte.
La URSS decidió no presentarse después de que Chile no aceptara el cambio de sede. Finalmente, el equipo andino simula un partido y salió a jugar en el Estadio Nacional contra nadie: “el teatro de lo absurdo”, así lo definió el propio Caszely.
El seleccionado chileno consiguió la clasificación al Mundial 74 y Pinochet los recibió en el edificio Diego Portales (el Palacio de la Moneda estaba destrozado) para felicitarlos. Sin embargo, el jugador no aceptó estrechar la mano con el dictador.
“Abre la puerta, aparece un tipo con una capa, lentes oscuros y una gorra militar. Una cara agria, sucia, dura. Empieza a caminar y saludar a los mundialistas que irían a Alemania, y cuando se me acerca yo llevo mis manos hacia atrás, cuando estira su mano yo no se la doy. En ese momento se produce un silencio que para mí fueron cien mil horas, ahí se dio vuelta y siguió caminando”, narró Carlos Caszely en una nota televisiva.
Ese hecho le trajo consecuencias, no lo convocaron a las eliminatorias del Mundial de 1978 ni tampoco a la Copa América de 1983. Y como si eso fuese poco, también se frustró un posible pase al Real Madrid cuando supieron que apoyaba a la Unidad Popular. “A mí por la Copa Libertadores de América, Real Madrid me siguió durante un año. En esa época tenía veedores en todas partes del mundo y cuando llegué al Levante, un compañero mío que venía del Real Madrid, Antonio Calpe, me dijo: chileno, te viene siguiendo la gente del Real para ser reemplazante de Amancio, porque él ya estaba terminando su carrera, pero no te trajeron porque eras partidario de Allende”.
El segundo encuentro con Pinochet fue para la despedida del plantel a la Copa América 1975. Caszely decidió, tras consejo de su esposa, vestir una corbata roja para la reunión. Allí, según contó, se produjo el siguiente diálogo:
—Te voy a cortar esa corbata roja.
—No importa, en mi casa tengo más corbatas rojas.
—Yo puedo mandar a cortar todas las corbatas rojas de su casa.
—Las puertas de mi casa están abiertas para todos, pueden ir y cortarme todas las corbatas rojas, pero mi corazón seguirá siendo rojo.
Con valentía materna
Las muertes, torturas, desapariciones y violaciones fueron moneda corriente en la dictadura de Pinochet, y el propio ídolo chileno lo sufrió con su madre. “Fue detenida y torturada poco antes del año 1974, recuerdo muy bien cuando mi madre abre su blusa, me muestra los pechos y me dice ‘mira lo que me hicieron’, el abrazo que me di en ese momento con ella, llorando ambos, me llevó nuevamente al vientre materno y los dos fuimos uno. Por todos los medios averigüé el motivo de la detención de ella, pero nunca tuve respuestas”, contó en la TVN de Chile.
Años después acompañó a su madre en un spot de campaña en el histórico plebiscito para decir NO a la continuidad de Pinochet en el poder. Allí su madre contó algunas de las atrocidades que le cometieron en un centro de detención clandestino.
En 1985 se retiró del fútbol y su partido despedida se transformó en el acto político más potente de oposición a la dictadura de Pinochet, con más de 90 mil personas en el estadio se veían las pancartas en contra del régimen y se escuchaban los cánticos con el grito "se va a caer".
Defina Carlos, defina
“¿Por qué fue el golpe? ¿Cómo fue? Porque un país solo, pobre como el mío, no podía hacer por sí solo un golpe de Estado. Tenía que venir con el respaldo de EE.UU. La Operación Cóndor, la Operación Chumbo como la llaman en Brasil que arrasó con las democracias de Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Argentina. Si me preguntan de qué partido soy, respondo: soy del partido del deportista con conciencia social”.