“Tu esencia queda” fue el nombre del homenaje que realizó la E.E.S.O. “Juan Bautista Bustos” para su director Prof. Roberto Yacovella. Su recuerdo quedará grabado por siempre en las paredes de la escuela.
“Tu esencia queda” fue el nombre del homenaje que durante una hora se realizó en la calle y la puerta de la E.E.S.O Nº 256 “Juan Bautista Bustos”, con un corte de tránsito programado desde las 12 hasta las 14 en calle Rivadavia entre Hipólito Irigoyen y Crespo.
Las actividades fueron un abrazo simbólico, una intervención de artes visuales sobre la calzada, palabras del centro de estudiantes, dos canciones interpretadas por alumnos, suelta de globos blancos y palabras finales de los docentes. El homenaje buscó recordar y visibilizar la gestión seria y a la vez humana del Prof. Roberto Yacovella, despedirlo y tomar la posta, visibilizando en la calle lo que usualmente no se ve en las escuelas porque sucede puertas para adentro: que el trabajo de docentes y directivos de escuelas públicas no es un engranaje más de la educación sino uno de sus pilares.
Roberto Yacovella fue docente de Educación Física de la escuela desde el 2014 y director desde el 2017. Todos en la comunidad escolar quedamos sin palabras el viernes 22 de septiembre, cuando en los grupos del celular nos empezamos a enterar: había ido a festejar su cumpleaños con su grupo de amigos de la secundaria y mientras preparaban el asado y conversaba sobre su trabajo, salió al patio y se descompensó.
Nadie sabe todas las acciones de gestión, de cuerpo y de emoción que implica ser docente hoy. Solemos ser noticia por los paros, nunca por el sostén pedagógico. Toda acción pedagógica es política: lo sabemos desde Paulo Freire. Esa palabra que es vista como adoctrinamiento, es casi la única cosa que permite que el sistema de educación secundaria siga vivo en Argentina.
Roberto quizás no lo sabía pero su gestión fue política porque él estaba presente. Jamás se ausentaba, y no me refiero a una firma, sino al respaldo decisivo que da el saber que este compañero, también director, decidía, organizaba, escuchaba, daba la palabra. En educación, “ahora” es también el futuro, porque lo que cuenta es cómo intervenimos. Dice un compañero que lo tuvo de profe en su secundaria: “No nos dejaba relajarnos pero marcaba toda actitud de hostigamiento. Fue la primera vez que no padecí Educación Física”.
Durante la hora y media que duró el homenaje, algo poderoso apareció: la comunidad educativa movilizada en una despedida comunitaria pero también preparándose para seguir. Dicen, por ejemplo, algunos de los mensajes que los alumnos dejaron en las guirnaldas y las pintadas callejeras: "Gracias por enseñarnos lo bueno, gracias por estar presente"; "Si bien no nos conocíamos, eras parte de nuestros días"; "Nunca dudaste de mí ni de tus alumnos"; "Gracias por el entablillado"; "Gracias por hacerme entrar a la escuela"; "En estos años que llevamos en la escuela, te hicimos enojar, espero que también te hiciéramos reír, siempre al vernos mal nos brindaba su sabiduría para decirnos que el sufrimiento es sólo una etapa, y como quinto vamos a recordar sus últimas palabras: vayan y disfruten que este es su último año"; "En las paredes de la escuela tu recuerdo siempre queda".
La palabra de los docentes
Se murió un director de escuela en Santa Fe. El fin de semana. Y no fue noticia. Se murió de un ataque al corazón, yendo a comer un asado con sus amigos, después de una semana (otra más) agotadora. Se murió un director de escuela en Santa Fe y no fue noticia, excepto tristísima para su círculo más íntimo y para quienes trabajamos cotidianamente, codo a codo, en esa escuela que amamos. Quienes transitamos las escuelas sabemos que las condiciones de trabajo son cada vez peores, muchas veces insostenibles. Pero ahí vamos, a pesar de, a costa de. Y nos explota una garrafa, o nos apuñalan en la puerta, o morimos en la ruta mientras vamos de una escuela a otra. Con el stress de los CEOs de las multinacionales, con la flexibilización laboral impuesta por el Estado como una patronal despiadada, con el sueldo bajo la línea de la pobreza, con doble y a veces triple jornada de laburo.
Si sos docente es así, si sos laburante es así. Así se vive. Así se muere. No fue noticia. No es noticia la epidemia silenciosa de compañeras y compañeros consumidos por el desgaste extremo, que se ve ya en los rostros de los que hacen sus primeras armas en la docencia y te dicen “yo no aguanto 30 años así”. A veces se ve, un poquito más apenas, cuando hay huelgas docentes y te hablan de los “docentes vagos”, de “la cantidad de días que faltan”, de “los docentes de ahora que nunca dan clases”.
Poco dicen de la cantidad de situaciones sociales, exigencias administrativas y delirios curriculares ministeriales que atajamos todos los días mientras seguimos apostando a construir futuro con nuestros estudiantes. Y pandemia mediante, sin horarios y sin días fijos. Cualquier día, cualquier hora, en cualquier lugar. Mails jerárquicos e institucionales exigiendo premura en la respuesta o notificando cambios inmediatos al mal enviado 5 minutos atrás por decisión ministerial; mensajes de padres, madres y alumnxs con consultas y reclamos, a deshoras, violando nuestro espacio privado y nuestro tiempo de descanso. Y así, hasta hoy. Basta de naturalizar el maltrato, basta de naturalizar la explotación. Como si trabajar de lo que amamos hacer fuera una maldición, un castigo y no una alegría.
En esta educación herida, en este nivel secundario dinamitado, sepan, quienes lean esto, que la amargura, la tristeza, la ira que provoca esta muerte, no debe dejarse pasar, aunque no salga en los diarios. Vamos a vivir a las aulas, no a morirnos. No vamos a permitir que nos sigan haciendo dejar la piel y la vida sólo porque amamos trabajar en la docencia.
No seremos noticia, pero vamos a defender nuestro derecho a mayores salarios y menos trabajo. Porque no se puede ser un juguete roto de los delirios curriculares de los gobiernos de turno ni de sus sueldos de hambre. La tristeza no nos hará bajar los brazos. Digan lo que digan, seguiremos gritando bien fuerte, aun en medio del llanto, que somos docentes para construir vida, alegría y futuro.
Ariela Borgogno, docente de Lengua y Literatura de la E.E.S.O. 256
La palabra de los estudiantes
Hoy nos toca encontrarnos a todos acá para despedir a nuestro director, alguien que fue papá, esposo, deportista, docente y compañero. En estas palabras le dedicamos un agradecimiento a Roberto por su total entrega al funcionamiento de la institución todos estos años, así como su interés por el bienestar de nuestra escuela secundaria, su consideración con profesores y alumnos por el esfuerzo y la búsqueda diaria de la evolución de una escuela pública con todo el trabajo que esto conlleva.
(…) Mas allá de todas las emociones que nos atraviesan, nos gustaría que al irnos de acá hoy, pensemos en el gran trabajo de todas y todos los que conformamos la escuela día a día, de tener siempre presente que para poder construir y trabajar tenemos que encontrarnos bien con nosotros primero. Que ese cariño que nos lleva a esforzarnos todos los días por lo que queremos lograr no se vuelva una carga.
Roberto optó siempre por darnos la oportunidad, como organización y como alumnos, accediendo a la palabra y contribuyendo con un espacio de escucha abierto a la diversidad y la libre expresión. Buscando el avance, la evolución. Desde su cargo eligió antes que todo que la lucha por nuestros derechos sea escuchada.
A Roberto y a todos los docentes que apuestan siempre por la educación pública y por enseñarnos que antes de un alumno hay una persona: seguiremos poniendo siempre lo mejor para construir un lugar de aprendizaje y compañerismo, y así honrar la memoria de aquellos que dejaron su esfuerzo y cariño. Valoremos a los que nos enseñan.
Hasta siempre director y muchas gracias.
Emiliana Utrera (4°C “Economía”), presidenta del Centro de Estudiantes.
Inés Candioti (4°A “Humanidades”), delegada del Centro de estudiantes.