El fenómeno del Niño ya impacta en la región, desnudando la negligencia estatal a todo nivel. La Provincia arrancó las obras, pero tarde. La Municipalidad no controla y la Costa es un aquelarre de irregularidades.
“A nosotros nos preocupa que de todas las obras que se plantearon, ninguna está terminada. Del terraplén Garello, ni hablemos, pero después dijeron que iban a limpiar los reservorios, los canales de guarda y demás, y no vemos que se avance con eso”. Quien habla es Celia Machado, una de las 200 integrantes de Defensa de la Costa, grupo de vecinos autoconvocados que surgió ante la inquietud por el riesgo hídrico que los acecha en la zona que habitan.
Tras licitarse en noviembre de 2022, en mayo de 2023 se iniciaron los trabajos en el Garello, anillo que protege desde La Guardia hasta Rincón Norte, el cual tiene una rotura alarmante a la altura de Colastiné Norte, que Pausa pudo observar en el lugar. Asimismo, el 4 de noviembre pasado comenzó la primera etapa de mantenimiento en la totalidad del Gran Santa Fe, que son tareas puntuales de reparación de la defensa. Los plazos de ejecución estimados por la Provincia son de 12 y seis meses, respectivamente. Es decir, con mucho viento (o agua) a favor, se llegaría con las obras a mayo y noviembre de 2024.
Mientras tanto, desde 2022 que el Instituto Nacional del Agua (INA) dice que se viene El Niño, fenómeno que amenaza con lluvias intensas y creciente del río Paraná y sus afluentes (como el Colastiné). Y ahora, un informe del Centro de Monitoreo Meteorológico y Climático SAT Santa Fe precisó el impacto del fenómeno: será con mayor fuerza entre diciembre de 2023 y marzo de 2024.
Entonces, la preocupación e indignación de los vecinos tiene sustento. Porque, además, antes del Niño, estuvo La Niña, que implicó tres años de sequía. Es decir, hubo tres años para hacer las obras que paliaran el riesgo hídrico en la Costa. Tres años que se perdieron.
Hacé la tuya
A lo largo de todo el anillo defensivo se dan irregularidades: basurales, incendios, animales y vehículos circulando sobre el terraplén. Pausa constató una más: entre el río y el talud se pueden ver lo que los vecinos llaman ‘viviendas VIP’. Son casaquintas (sólidas, de ladrillo, con patios frontales y cercas) que ciertos ‘propietarios’ construyeron impunemente a un metro del agua, en la mayoría de los casos para pasar sus fines de semana en la tranquilidad del ambiente costero.
Y ni hablar de las cosas que pasan, y que se dejan pasar, al interior de los barrios: obstrucción de canales, construcción de lo que sea donde sea, arrojamiento de residuos en cualquier lado. Todas cosas que en una simple recorrida se pueden observar, y por lo tanto penalizar. Un ejemplo: sobre calle Ibirá Pitá (Colastiné Norte), a unas tres cuadras del terraplén, un vecino y una vecina levantaron hace años sus casas bloqueando totalmente Las Encinas, que no solo es una calle sino que tiene la funcionalidad de permitir el escurrimiento del agua. Y meses atrás, para no anegarse ellos, el vecino le sumó a su vivienda un tapial frontal, y la vecina una cerca baja de material. Así, sin más.
Por cierto, con las últimas lluvias ocurrió lo previsible: una segunda vecina que vive al lado de la primera vecina se inundó, porque toda el agua se desvió para su vivienda. Entonces, vecina 2 le derrumbó a mazazos la cerca a vecina 1. Y estalló el escándalo, como corolario de las innumerables presentaciones que los demás vecinos venían haciendo a la Municipalidad, ante tamañas infracciones.
Pero las infracciones más graves no las cometen particulares. Con fotografías en mano que documentan lo que dice, Gabriel Soto, otro integrante de Defensa de la Costa, asevera que en La Guardia hace al menos una década que la empresa Hormigonera Spahn arroja sus desechos en el canal de guarda del terraplén Garello. Como resultado, lo que debería ser un zanjón de contención de excesos hídricos contiguo al talud, es hoy una montaña de bloques de cemento. “Podrían aportar al barrio que les da lugar para hacer su actividad, donar esos requechos de hormigón para mejorar calles o veredas; pero no, deciden tirar su mugre en el canal”, se indigna Gabriel en conversación con Pausa.
Aparentemente, Hormigonera Spahn no es la única firma ligada a la construcción que acostumbra deshacerse de lo que no le sirve en el sistema de prevención de inundaciones. El reservorio que está a la altura del kilómetro 3,5 de la Ruta 1, al lado del Garello, está tapado de escombros (se ven con claridad), y según los vecinos fueron arrojados allí por Coemyc. En un principio, dicen, tiraba los restos de las obras de esa ruta, que estaban a su cargo, pero luego de terminarla, continuó tirando los despojos de vaya uno a saber qué otras obras.
La correspondiente denuncia fue hecha ante la Provincia. Funcionarios de la gestión de Omar Perotti les aseguraron a integrantes de Defensa de la Costa que la empresa recibió una multa y una sanción, consistente en la obligación de devolver al reservorio su estado originario. De la multa poco se sabe, pero la sanción nunca se hizo efectiva. Ahí siguen los escombros.
Lo que sí se sabe es que, junto a otras dos sociedades anónimas, Coemyc se quedó con la licitación para hacer las reparaciones en el terraplén, precedentemente mencionada en esta nota. O sea: contra toda lógica, la firma que tapó uno de los reservorios del Garello hará ahora negocios restaurando el Garello. Esto, obviamente, despertó la furia de los vecinos. En la última reunión de mediación organizada por Jorge Henn (defensor del Pueblo de Santa Fe), el histórico referente de la Costa Antonio Yapur increpó fuertemente a miembros del Ministerio de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat. La respuesta que obtuvieron por parte del secretario de Recursos Hídricos, Roberto Gioria, es que Coemyc cumple todos los requisitos técnicos, y que de todas formas es solo una de las tres compañías que conforman la UTE (Unión Transitoria de Empresas) ganadora.
Nunca más
—Ahora, cuando ustedes plantean todo esto, ¿mínimamente tienen un reconocimiento oficial de que estos problemas existen?
Gabriel Soto: Sí, ellos están alertas. Pero porque no quieren pagar los costos políticos de inundarse. Porque Santa Fe está marcado por agua.
—¿Cómo se ven de acá unos meses? ¿Qué va a pasar?
Celia Machado: Si sigue lloviendo como está lloviendo, el ‘sálvese quien pueda’.
En 2003, Mario Regazzoni vivía en barrio Alfonso. El 29 de abril de ese año decidió salir de su casa cuando el agua le llegó al cuello. Pasó la noche en lo de su padre y su madre, y al día siguiente volvió. Como es buen nadador, se adentró en esa masa barrosa del Salado y rescató a siete personas. Y se quedó por 12 días en su techo.
Graciela Ferreyra, su pareja, lo recibió luego de eso en su casa en Colastiné Norte. Ella sabía de qué se trataba: había sufrido la inundación de 1982-1983 en La Guardia, y la de 1994 en la vivienda donde cobijó a Mario.
“Es lamentable que estemos hablando sobre una cuestión de emergencia: que se viene la crecida. ¿Por qué diablos tenemos que estar discutiendo esto todavía cuando hace cuatro años empezamos a exigir que las obras se hagan?”, se indigna el cofundador de Defensa de la Costa.
"Independientemente de que caiga lluvia o no, crezca el río o no. Independientemente de que vaya a tener lluvia, la casa tiene que tener el techo. No te podés poner a hacer el techo cuando se vienen las nubes. Mejor que lo hagan ahora, sí claro, pero el problema que se plantea acá es la negligencia y la indiferencia del Estado en su conjunto, tanto municipal como provincial y nacional, que hicieron oídos sordos a los reclamos de quienes realmente necesitamos que esto se resuelva. Porque acá hay 70 mil personas que van a ser afectadas. Hay un juego muy perverso, de parte del Estado, de entretenernos, de tirar las cosas para adelante, de echarse la culpa entre distintos organismos, y siempre con la intención de justificar por qué las cosas no avanzan", agrega Regazzoni.
Esa indignación es su motor. “No les creemos nada. Hemos intentado todos los aspectos burocráticos. Nos hemos gastado tres resmas haciendo notificaciones, los cajones de ellos ya no alcanzan para poner tantos papeles. Pero ahora tenemos los elementos para transitar un camino de oposición a todo esto y tratar de conseguir que las cosas se resuelvan”, remarca. ¿Cuál es el camino? La movilización, la lucha, no tiene dudas. Esta vez, el agua no los va a sorprender desarmados. Ellos sí aprendieron. Y de algo están convencidos: inundación, nunca más.