Festejando sus primeros 25 años, el festival es una institución para la escena local, pero con una dificultad común para prácticamente todo emprendimiento cultural: el apoyo económico es flaco.
En la ciudad de la cumbia se escuchan, se interpretan y se festejan muchísimas otras formas de la música. Sin ir más lejos, hacen ya 25 años desde que existe un Festival de Jazz de Santa Fe que es organizado por los propios músicos que durante el resto del año se encargan de sostener la tradición de este estilo que quizás no esté muy arraigado en el oído popular, pero que innegablemente tracciona y moviliza a las distintas generaciones de artistas que se van comprometiendo y que renuevan el entusiasmo año tras año: en este caso, serán unos 20 músicos de afuera y otros 60 de la ciudad y la zona quienes estarán entre el 22 y el 26 de noviembre celebrando conciertos, jam sessions, talleres, clínicas y charlas repartidas entre varias sedes como, por ejemplo, el Teatro Municipal 1ero de Mayo; La Redonda, Arte y Vida Cotidiana; Foro Cultural Universitario de la UNL, el Instituto Superior de Música de la UNL.
En el caso de los conciertos, que son todos gratuitos y abiertos al público, constituyen la forma mejor de acercarse al género: escuchándolo en vivo. Fue a finales del siglo 19, en Nueva Orleans (EEUU), donde las tradiciones musicales africanas, europeas y estadounidenses se fusionaron para dar origen al jazz. Esta música, que se caracteriza por la improvisación y el sentir puro, se convirtió en un espacio de libertad para los esclavos africanos, quienes podían expresarse a través de ella, a pesar de las limitaciones de su condición.
En su momento, incluso fue tildado de música superficial y con fines de manipulación del público que buscaba una distracción en su tiempo libre para evadirse de su condición social. ¿Qué habrían dicho esos académicos de hace casi 100 años de estilos como el reggaetón o el pop industrializado de estos días? No es difícil suponerlo. Lo que sí podemos asegurar, es que el jazz hoy significa en un sentido diametralmente opuesto, considerado algo para entendidos, elegante y, por qué no, canchero.
El de la casa
En Santa Fe, el jazz tiene una tradición más que considerable. La Santa Fe Jazz Ensamble funciona nada menos que desde 1981 y siendo desde hace un cuarto de siglo la anfitriona de este festival que ya vio pasar artistas nacionales como Ernesto Jodos o Remigio Pereira Pintos e internacionales como Hugo Fattoruso y Conrad Herwig.
Dicho esto, quizás la riqueza del festival no reside tanto en los nombres rimbombantes que engalanan sus grillas, sino en el sentimiento de pertenencia que se genera para seguir haciendo crecer a la escena y a la propia ciudad. Así lo reseña Lucas González, miembro del comité organizador: “Los organizadores somos siempre músicos de la Santa Fe Jazz Ensamble que, a su vez, fuimos en buen número ya integrantes del Ensamblín (la formación juvenil del grupo) y que fuimos haciendo todo el camino hasta hoy ser los anfitriones del festival, movidos siempre por las ganas de aportar al medio y al crecimiento de la ciudad”.
Retomando otras experiencias con premisas similares, como el caso de Trombonanza (organizado por Rubén Carughi, factor común entre ambos festivales), es remarcable también que más allá de enseñar a tocar un instrumento, los docentes santafesinos también inculcan la pasión por engrandecer lo propio: “Toda esa camada de músicos ha generado muchos espacios, simplemente por el interés de hacer música, de abrir puertas a la escena local y de que haya cosas acá. El amor por la ciudad y el amor por el arte volcado en este trabajo es un montón de esfuerzo que, bueno, a veces es remunerado económicamente y a veces no. Sin embargo, siempre se sostiene por este hambre de querer que la ciudad crezca, de querer que el medio se amplíe, se fortalezca y cuente con nuevas herramientas. Y eso, la verdad, es algo que no se ve en muchos otros lugares del mundo. Pero bueno, en resumen, hay una comunidad de músicos en Santa Fe que está dispuesta a trabajar y a mirar para adelante, poniendo el cuerpo, incluso si no te pagan por hacerlo.”
En este sentido es que se resiente la debilidad principal de sostener el Festival de Jazz de Santa Fe. Nunca hay seguridades sobre el presupuesto del que se dispondrá, pues la cultura es siempre una variable de ajuste (negativo) y, más todavía, en años de elecciones: “Las campañas electorales siempre se llevan el mayor caudal, es la misma situación a la que nos enfrentamos cada cuatro años. Una institución como el Festival de Jazz de Santa Fe, que tiene 25 años de trayectoria y cuenta con una participación tan amplia de músicos, incluso del extranjero, es importante que pueda sostenerse de forma autónoma. El apoyo económico del gobierno es importante, pero no es suficiente, ya que puede caerse en cualquier momento. Por eso, es necesario que el festival tenga sus propios medios de financiación”. En lo simbólico, es habitual contar con alguna carta de respaldo de alguna cámara, que por estos días parece será el caso del Concejo Municipal.
Por otro lado, debido a las complejidades económicas que enumeramos, se dispuso una cuenta de Mercado Pago para realizar donaciones destinadas a cubrir los gastos de esta edición: “Estamos manejando un presupuesto similar al de 2021, como para que se den una idea”, avisan. “Aparte de los espectáculos (todos gratuitos, remarcamos de nuevo), las instancias de formación son muy importantes y hasta su potencial turístico puede escalar mucho más todavía”. Entendiendo al festival como una apuesta educativa y cultural para nuestra región, se invita a contribuir a voluntad al alias festivaldejazz2023, que se encuentra a nombre de la Asociación Amigos del Jazz Ensamble. Para mayor información, podés ingresar a las redes sociales del evento: @festivaldejazzdesantafe
La edición de este año contará con la presencia de figuras del jazz argentino como Rodrigo Domínguez, Carlos Lastra, Juan Cruz de Urquiza, Carlos Michelini, Hernán Jacinto y Daniel "Pipi" Piazzolla.