Se trata de un proyecto de formación musical del que participan alrededor de 450 niñas y niños de barrios periféricos de Santa Fe. Sus docentes y coordinadores denuncian que realizan su labor en la más absoluta informalidad y por salarios magros. Dialogamos con un grupo de profesores.
El programa municipal Somos Música fue creado en 2007 como una iniciativa de formación musical destinada a barrios periféricos de la ciudad de Santa Fe: Cabaña Leiva, Yapeyú, Barranquitas, El Pozo, Guadalupe, Alto Verde, Santa Rosa de Lima y Las Flores. Actualmente, alrededor de 450 niñas y niños reciben clases de instrumentos (de cuerda o viento), lenguaje musical y ensamble; además, el programa cuenta con una orquesta integrada por los alumnos más avanzados junto a otros de otras instituciones de la ciudad.
Desde sus inicios, la situación laboral de las y los los trabajadores del Somos Música (docentes y coordinadores) estuvo signada por la más absoluta informalidad. En la actualidad conviven dos regímenes: uno es el de las practicancias, que no permiten contar con otro trabajo en relación de dependencia, y el otro son los contratos de prestación de servicio, que implican para los trabajadores el pago del propio bolsillo del monotributo y las cargas sociales. Estos últimos, además, no cuentan con mecanismos de actualización salarial, y la respuesta de la gestión frente a la inflación, en lugar de aumentarles los sueldos, es reducirles la carga horaria semanal a medida que avanza el año, lo que representa una merma en la calidad educativa.
Hoy, las y los trabajadores del Somos Música exigen al Municipio una estabilización de su situación laboral y del programa en su conjunto, que garantice además la continuidad del mismo y lo convierta en política de Estado, entendiendo que es una forma de brindar educación musical a las infancias más vulnerables. En concreto, los reclamos son la reincorporación de cuatro docentes dados de baja por reducción presupuestaria; asignación de presupuesto para la compra y arreglo de instrumentos e insumos; estabilidad laboral para docentes y coordinadores del programa; actualización salarial conforme al índice de inflación, equiparándolo al resto de los trabajadores municipales; y la formalización del Somos Música para garantizar su continuidad.
Un grupo de docentes del Somos Música -que prefirió no dar nombres individuales- dialogó con Pausa para dar más detalles sobre la situación irregular que atraviesan.
—¿En qué consiste el programa? ¿Cuántas personas trabajan en él y cuántos niños asisten?
—El proyecto funciona desde el 2007; comenzó con tres profesores y fue creciendo hasta llegar a más de 30. Hoy cuenta con clases de instrumentos (de viento y de cuerda), de lenguaje musical y de orquesta. Además tiene una orquesta principal donde terminan los chicos más avanzados.
—¿Cómo es la situación laboral de las y los trabajadores del programa?
—Desde el comienzo la relación laboral de los profes fue inestable. Muchos acuerdos de palabra y pocas cosas por escrito. Siempre hubo tres formas de trabajar en el programa. Una eran las pasantías, que duraban unos 18 meses y hoy por hoy ya no existen. Quedaron otros dos vínculos laborales. Uno son las practicancias, que son bastante irregulares y no te permiten tener otros trabajos en relación de dependencia, lo cual es absurdo, porque hoy hay que trabajar de varias cosas. El tercer tipo es el contrato de prestador de servicios. En esta relación laboral usan de excusa las vacaciones para hacerte cumplir el resto del año un montón de horas extra. Tampoco tenés derecho a enfermarte: tenés que hacer acuerdos internos presentando un certificado médico, pero después devolver las horas. Por ejemplo, una compañera quedó embarazada y el mismo día del parto tenía que llevar el certificado médico para constatar que había nacido su hijo. No se respetan derechos laborales básicos.
—¿Y todos los acuerdos son de palabra?
—Claro. Hay un papel que regula las practicancias -al cual no podemos acceder-, pero para los contratos no. En otros espacios está todo por escrito, acá no hay derechos ni obligaciones claras, y es muy difícil acceder a la información. Ha habido casos, por ejemplo, de compañeros que se lesionaron y los apuraron para que vuelvan a trabajar con la excusa de "pensar en los chicos". Se llenan la boca diciendo que lo importante son los chicos, cuando nosotros justamente llevamos adelante el proyecto por los chicos, porque creemos que la educación vale la pena, y por eso luchamos por la estabilidad del programa.
—¿Y cómo es la situación de los salarios?
—Las practicancias van actualizando los salarios automáticamente en función de las paritarias de los empleados municipales. Los contratos, en cambio, tenemos un monto fijo que la inflación nos va comiendo día a día. Además tenés que ser monotributista, y ese monotributo tiene que salir de tu bolsillo. El último aumento de las practicancias fue de 30%, y nosotros después de mucho insistir logramos sólo un 11%: reclamamos igualdad de condiciones de trabajo.
—¿Y del gremio tampoco han recibido una respuesta?
—No, nos dicen que ellos no pueden hacer nada, que no pueden hacerse cargo. En algún momento los salarios de las practicancias y los contratos se equiparan, pero después vienen las paritarias y hay que luchar de vuelta: pasó a principio de año y volvió a pasar ahora. Entonces, la forma que encuentran para equiparar el salario por hora entre los dos tipos de vínculo es reducir nuestra carga horaria, pero eso afecta directamente a la calidad de las clases. Pasás de tener siete horas a tener cinco y después tres. ¿Cómo hacés para mantener la currícula? Es imposible. Terminás metiendo a dos chicos cada media hora, o hacés clases grupales, o te las ingeniás de alguna forma. Tener trabajo digno es algo elemental. Esta es una herramienta de formación, es lo que estudiamos, nos gusta y vemos el efecto que tiene. Muchos chicos hoy son profesionales de la música gracias al programa. Hemos compartido filas con chicos que tocaron en la orquesta de chiquititos. Hay también una profe que empezó como alumna y hoy es docente del proyecto. Desde la gestión piden que te pongas la camiseta y que le pongas onda al programa, pero cobrás dos mangos trabajando más horas de las que deberías, y sin derechos laborales.
—¿Y trabajan, además, cumpliendo otras funciones?
—Sí, porque cumplimos funciones docentes y administrativas. Año a año tenemos que ir a convocar a los chicos en las escuelas del radio de donde damos clases, hacer las fichas de inscripción, tomarles los datos a los padres e hijos, hacerles firmar contratos de cesión de imagen, una serie de cosas que cualquier otro docente no lo hace. No hay una ordenanza que regule el programa: lo único de lo que habla el contrato es de "cumplir funciones en el programa Somos Música". Tampoco hay una política de Estado que garantice que el programa continúe a pesar del cambio de gestión. ¡Nos han llegado a amenazar diciendo que teníamos que agradecer que esta gestión continuó con el programa! Ninguna organización, ni el Liceo Municipal, tiene tantos alumnos ni profesores como este proyecto. Nosotros lo llevamos adelante, después de tantos años, y nunca dejó de funcionar. Pese a toda la precarización siempre seguimos con las clases y los conciertos. Este programa crece gracias a los profesores.
—¿Ahora hay una ordenanza que busca regularizar la situación del Somos Música? ¿De qué se trata?
—El armado de la ordenanza empezó hace casi 4 años, pero recién el 1 de noviembre la presentaron. Siempre quisimos acceder al detalle de la ordenanza, pero no pudimos. Supuestamente se va a tratar en el Concejo el 30 de noviembre, aunque estamos descreídos. El texto dice de qué se trata el proyecto, con cuántos profesores tiene que contar, cuántas horas trabajamos, la cantidad de sedes, cómo funciona. También garantiza que exista por ley, entonces cualquier político de turno no podría cerrarlo. Es una piedra fundamental para darle estabilidad al proyecto y que perdure. Por eso estamos peleando: por nuestra estabilidad y para garantizar la educación para los chicos.