Con Javier Milei vamos hacia un mundo donde se discutirán cuestiones elementales sin el más mínimo lugar para quien piense distinto. La única forma de que no gane es votando a Sergio Massa.
Podés decirle a cada uno lo que quiera escuchar. Muchas veces ya pasó lo mismo en otras elecciones. A unos, una cosa, a otros, otra. Podés decirle a todos los que te conocen que votaste en blanco. Pero el 19 de noviembre hay una sola forma de evitar que Argentina atraviese el umbral hacia una degradación de la que no hay retorno. El 19 de noviembre, si gana Javier Milei, tu país se va a convertir en un mundo que te va a resultar desconocido, absurdo, agobiante, violento. El 19 de noviembre, la única forma de que no gane Javier Milei es votando a Sergio Massa.
Por más que ahora busque desmentir lo que acaba de decir hace menos de dos semanas, las teorías de Milei ya son conocidas. El sólo hecho de tener que debatirlas es un atraso insoportable. Planteos dogmáticos, fuera de la realidad. Los más atroces: venta de órganos, mercado libre de venta de niños, defensa de la esclavitud, lotear el mar, libre contaminación de los ríos, privatización total de la salud y la educación. Hasta proponen dejar de bancar la provisión de insulina y cerrar los parques nacionales.
Con Milei vamos hacia un mundo que no queremos conocer. Un mundo donde se discuten cuestiones elementales sin el más mínimo lugar para quien piense distinto. Para Milei, los zurdos son mierda, los socialistas, excremento, y Alfonsín un objeto de sus trompadas a un punching ball.
También se dice que Milei no está en condiciones de cumplir con los desatinos que promete. Arriesgado consuelo. Repetidas veces Milei defendió el estallido económico como purga social para implementar su plan y varios de sus disparates están a tiro de una resolución ministerial simple. Una megadevaluación, que llevaría la pobreza a niveles que nunca padecimos en nuestras vidas. La venta de YPF. El ajuste en la seguridad social y en los salarios públicos, a través del congelamiento de paritarias. El desguace total del PAMI y el recorte de prestaciones públicas de salud; millones de niños y niñas dependen directamente de la salud pública. El recorte de las pensiones y ayudas por discapacidad. Todo eso está a tiro, ahí nomás.
Sólo el voto a Sergio Massa puede detener la consumación de un cambio feroz en la cultura política argentina. Una cultura política donde el poder lo va a tener una facción que desprecia la institucionalidad de punta a punta, como nunca se ha visto en estos 40 años de democracia.
Milei es el plomo que retorna y ese es el principal retroceso que está en juego este 19 de noviembre.
No alcanza el voto en blanco. Y no estamos metiendo miedo. Es el explícito programa de seguridad de Milei el que afirma que va a integrar Defensa (Ejército) y Seguridad (policías) en un solo mando y fuerza.
En verdad, es Milei quien hizo su campaña en base al miedo. “La casta tiene miedo” es su cántico principal, coreado por sus militantes, mayoritariamente varones vestidos de negro. ¿Qué tipo de autoridad desatada van a ejercer esos camisas negras del siglo XXI? ¿Quién les va a poner límites? ¿En qué se convertirían con la liberación de la portación de armas?
Qué cambio
Hay cientos de miles de argentinos que han votado a Néstor Kirchner, a Cristina o a Alberto Fernández y hoy votan a Javier Milei. Muchos son trabajadores y la están pasando mal, horrible, sufriendo la inflación todos los días. Con Milei la van a pasar infinitamente peor: se enorgullece de desconocer cuánto cuesta el colectivo o la carne. ¿De verdad creés que es mejor que recorten a fondo los subsidios? ¿Te olvidaste cómo pegaron esos recortes entre 2015 y 2019?
La disyuntiva, incluso con las cosas como están, es simple. Una cosa es que el sueldo no alcance, otra cosa es directamente no tener sueldo. Todas las ideas económicas de Javier Milei acentúan medidas viejas que ya se tomaron durante la dictadura, durante el menemismo y durante el macrismo, siempre con el mismo efecto: la desocupación masiva. No importa cuántos años tengas, al menos una de esas intemperies asoló tu vida. Ya las conocés. Milei no es el cambio, es el pasado que insiste otra vez, en su peor versión.
¿Quién va a sostener a Milei cuando desate la crisis salvaje que va a causar con sus medidas? ¿Su nuevo aliado Mauricio Macri, que fue corriendo a negociar cargos? El plomo, otra vez, será la única respuesta cuando la desesperación gane la calle.
Las internas del gobierno de Fernández y Cristina fueron hasta obscenas; Sergio Massa representa una renovación efectiva del peronismo. Massa va a ser el presidente y va a tener el comando. Su candidatura misma representa su triunfo sobre todas las otras líneas internas del peronismo. Su gobierno es un cambio mucho más real y posible.
Es ahora o nunca
También, para cientos de miles de argentinos, esta quizá sea la primera vez que van a votar al peronismo.
El antiperonismo tiene sus raíces legítimas. En el relato familiar es una respuesta a un daño, pero también es un argumento racional. En mi familia, un punto de ese vasto relato es la cinta negra de luto que le obligaron a llevar al abuelo durante semanas, tras la muerte de Eva Perón. Y el argumento racional alude al autoritarismo, los excesos del Estado sobre la vida privada.
Por derecha o por izquierda, por línea liberal o conservadora, el antiperonismo atraviesa nuestra sociedad y lo seguirá haciendo. Nadie dejó o dejará de ser antiperonista en cuatro semanas. Y nadie dejará de ser antiperonista por votar por una vez al peronismo.
¿Quién tiene que estar enfrente para que el voto a un peronista se haga realidad? ¿Emilio Eduardo Massera, que tenía su partido político? Bueno, ahí está Victoria Villarruel, que iba a las marchas para la liberación de ese genocida y de tantos otros. Iba a las marchas, los acompañaba a los juicios como sostén moral, le llevaba todas las mañanas la hostia consagrada a Jorge Rafael Videla en el penal donde la Justicia lo encerró hasta su muerte.
El peronismo es hoy la representación del legado de 40 años de democracia. Es la calma frente a odio, es el diálogo con las diferentes corrientes democráticas en el lugar de los gritos de “mogólico” o “parásito de mierda”. Lo hubiera sido Horacio Rodríguez Larreta, si hubiera llegado a esta instancia. Hubiera podido serlo Patricia Bullrich. Pero no sucedió.
¿Vas a votar en blanco, vas a dejar de ir a votar? ¿Vas a dejar que vuelva el menemismo recargado de delirio y plomo? ¿Querés que asuma como jefe de Estado un tipo que piensa que, y es literal, el Estado es “el pedófilo en el jardín de infantes con los nenes encadenados y bañados en vaselina”?
Ese tipo que vas a dejar que sea presidente. ¿Lo querrías como jefe? ¿Como cuidador de tu hija o tu hijo?
Los votantes estamos obligados a ser mejores que nuestros dirigentes, sobre todo los que no tienen modo de salir de la tibieza. Primero está la democracia. Porque lo que está en riesgo es la democracia tal como la conocemos. No podemos retroceder a épocas anteriores a 1983. Hoy es necesario que el antiperonismo haga su sacrificio en defensa de la democracia.