Por Guillermo Jerez
El 7 de diciembre pasado venció el mandato de la banca de Barrio 88 que obtuvimos para el período 2019-2023, en el Concejo de la ciudad de Santa Fe. La llegada a esta institución representó una experiencia inédita: por fuera de los partidos tradicionales y los grupos políticos que se han alternado en la administración del poder político y en estos 40 años en la política de la ciudad de Santa Fe, pues se logró sin financiamiento encubierto, sin padrinos políticos y con un partido político propio fundado al calor de la militancia.
Estos cuatro años dejan un cúmulo de enseñanzas que añoramos que puedan volcarse prontamente en nuevos proyectos. Siento el deber de hacer un balance en nombre de todos los que hemos trabajado en cada uno de los proyectos y ante quienes nos eligieron para ocupar esa banca.
Propongo un recorrido que contemple tanto el trabajo legislativo propiamente dicho, como también la inscripción de esta labor en una dinámica y cultura institucional: juego de mayorías y minorías, usos y costumbres arraigados, etc. Asimismo, el fin de mandato coincide con un profundo cambio del ciclo político de más de 20 años, que arrancó en el 2001 y termina con Javier Milei como presidente. Por lo tanto, las experiencias y enseñanzas que nos llevamos, lejos de extinguirse en las fechas de un calendario, estarán presentes en los vectores vitales de nuestras militancias políticas.
A la hora de evaluar el trabajo legislativo entiendo que lo más relevante es el trabajo sustantivo, esto es, las agendas de temas sobre las que se pudo incidir, con las que se confrontó, los aportes singulares y las dificultades inherentes a un monobloque. Con independencia de otros parámetros, como los cientos de proyectos presentados, considerando las jerarquías de los proyectos, en donde las ordenanzas están en primer lugar.
En ese sentido, por fuera del impasse que impuso la pandemia, se sancionaron dos ordenanzas de nuestra autoría: una que regula el acceso informado al cannabis con fines terapéuticos, que durante la intendencia del exintendente Emilio Jatón nunca se implementó. Y otra que pretende abordar la seguridad desde una perspectiva integral y preventiva, que tampoco fue tenida en cuenta por dicho intendente. En estos proyectos, pudimos darle nuestra impronta y poner de manifiesto la mirada de la ciudad que tenemos, bajo la premisa de que los ejecutivos locales tienen que estar al frente de la resolución de problemas, demandas y de la conflictividad social en la ciudad.
Por otra parte, sobre los mensajes de ordenanza que envió el Ejecutivo al Concejo, hemos participado activamente en los principales. En el nuevo Código de Habitabilidad, una de las normas más importantes sancionadas en el Concejo durante el período (acompañada de la nueva ordenanza de Habilitaciones), sumamos la mirada sobre la “ciudad informal” para que tengan un abordaje particular del poder de policía municipal en aquellas “obras en zonas especiales de integración sociourbanas y/o de producción social del hábitat”, en el certificado de obra habitable como los permisos de obra. Para lo cual el Ejecutivo tendrá que elaborar una propuesta de las zonas de interés social de la ciudad (lo que aún no se ha efectuado).
Los aportes realizados a la ordenanza de nocturnidad estuvieron orientados a erradicar la discrecionalidad de las habilitaciones de eventos y disponer de parámetros objetivos al momento de medir ruidos y el impacto sonoro de las actividades nocturnas. Esto fue con el objetivo de que permitieran poder disfrutar de la noche y el ocio con libertad, con una atenuada y normada intervención municipal. Muchos de estos aspectos aún no encuentran traducción práctica y se suman a una serie de falencias que tiene la ordenanza y que será tensionada en el futuro.
En diciembre del 2022 venció la concesión de Milicic S.A quien opera la disposición final de residuos en el relleno sanitario. El Ejecutivo, con el apoyo del Concejo, aprobó una prórroga de siete años para construir un segundo módulo de 8 hectáreas. De lo contrario el municipio no iba a disponer de un lugar en donde disponer de los residuos a partir de diciembre de este año.
De esto se ha hablado poco en la ciudad. Es decir, en siete años vamos a tener esta misma discusión, agravada porque en el ejido de nuestra ciudad no hay terrenos disponibles para construir un nuevo relleno. Tampoco se hablará de los riesgos de contaminación del río Salado de acuerdo al informe técnico que se presentó en aquel momento.
Ante este escenario, logramos incorporar dos artículos: uno que conforme una mesa técnica para que evalúe tecnologías alternativas y/o complementarias a la del relleno, y otra que cree un “Eco-Parque” de economía social en el complejo ambiental. Además, logramos que se le mejoren las condiciones de trabajo con herramientas y arreglos de máquinas a la Asociación Civil Dignidad y Vida Sana. Todo esto porque estamos convencidos de que el municipio de la ciudad de Santa Fe tiene que modificar el modelo de gestión de residuos. Por ello, presentamos un proyecto de ordenanza para crear destinos sustentables dentro de la ciudad sobre las corrientes de residuos secos: que se puedan valorizar y generen puestos de trabajo (“empleos verdes”). También presentamos a instancias de organizaciones del noroeste un proyecto para proteger el Humedal Laguna Setúbal y crear allí una reserva.
Las compañeras de Barrio presentaron un proyecto de ordenanza de Cuidados. Los principales puntos fueron incorporados por la gestión saliente (la ordenanza no se aprobó). Otros proyectos fueron para garantizar el derecho a la alimentación a través de un Mercado de Alimentos Social. Sobre el transporte público de pasajeros, fuimos los primeros en plantear que, para garantizar el derecho a la movilidad, se necesita un transporte eficiente y sustentable. Es indispensable contar con herramientas técnicas como la matriz origen-destino, lo que llevará a un rediseño de las líneas de colectivos. Ese es un debate abierto.
También por decreto se creó el Premio a las Ciencias Sociales, que premia a las producciones de estudiantes de las universidades e institutos terciarios que tengan un impacto sobre la ciudad y que puedan aportar a la elaboración de políticas públicas. Asimismo, hemos reconocido a la movida cultural: escritores, actores y actrices, gestores/as culturales de nuestra ciudad, así como a investigadores y clubes de barrio, emprendedores, cooperativas y mutuales.
Como decía al comienzo, todo este trabajo legislativo se inscribió en una dinámica institucional determinada por la composición del cuerpo: bloques e interbloques que cambian con las elecciones cada dos años. Siempre fuimos un monobloque. Esto hizo que las altas expectativas reformistas con las que ingresamos se toparon con un muro macizo de “usos y costumbres” y con el oficio (reglas tácitas) de los/as concejales de los bloques mayoritarios. El ferviente deseo colectivo chocó contra la realidad concreta institucional. En ese contexto, tallar para aprobar cada ordenanza fue una proeza.
En otro orden de cosas, me gustaría apuntar que esta dinámica “corporativa” de la política no se romperá si no es a través de la fuerza del voto popular. De lo contrario, en el mejor de los casos quedará el lugar de la denuncia. El desafío está a la vista: se necesita una amplia coalición con el poder electoral suficiente para que las soluciones a los problemas históricos que padece nuestra ciudad (algunos fueron referidos, y la lista es larga) vayan más allá de las “migajas” que estén dispuestos a ofrecernos; que las decisiones que determinan el crecimiento y desarrollo de la ciudad no las tomen los mismos de siempre: el bloque de poder que hace 16 años gobierna la capital provincial y que en la actual composición del Concejo se expresa en un interbloque de 11 de 17 concejales.
En ese camino y para los tiempos que vienen es indispensable democratizar el oficio político: que los saberes sobre el andamiaje institucional del poder político local se abran a los que hoy no participamos de las decisiones que hacen nuestra ciudad.
En el horizonte inmediato se avizora un Estado municipal que, en contextos de ajuste y recesión, dará cada vez menos respuestas a las demandas de la ciudadanía (ciudadanos cada vez más activos y volátiles en sus preferencias). En efecto, la redistribución del poder no llegará desde el Estado, sino de la sociedad civil, de las organizaciones libres del pueblo, de las redes que se construyan. En esa densidad organizativa, en las experiencias concretas que construyen esperanzas, ahí están las fuerzas que necesitamos para porfiar el único futuro que nos quieren imponer.