ANUARIO 2023 | La presidencia de Javier Milei es una realidad: mirar para adelante para poder derrotarlo es reconocer qué puede hacer ese 44% que lo rechazó contra viento y marea.
En una escena que inaugura el nuevo período institucional, se cruzaron apenas una semana después de sus asunciones, en Bahía Blanca, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el presidente Javier Milei. La ciudad estaba destrozada por un vendaval. Kicillof llegó antes, Milei fue a votar a Boca a pedido de Mauricio Macri. Fue puteado por los socios y su lista perdió. Los recursos y el personal para atender el desastre los puso la provincia. Milei dio una conferencia de prensa en la que avisó que no iba a mandar nada “Van a resolver esta situación de la mejor manera posible con los recursos existentes”. En todo momento estuvo disfrazado con un uniforme militar camuflado. Era una crisis de defensa civil, no un ataque de un ejército enemigo.
La tensión de Buenos Aires y la nación será la clave de todo lo que vendrá. De un lado está el mejor cuadro político profesional del kirchnerismo, con el aval de una reelección. Del otro, un panelista de la televisión que en dos años escaló al puesto mal alto, sin estructura política en ninguna provincia ni en el Congreso. Sólo tiene, eso sí, la banca política internacional de las redes que fomentan las ultraderechas en todo Occidente. Hoy, la Internacional es neofascista de mercado.
No de nuevo, decía
Hay quienes dicen que el ajuste tiene cierto grado de apoyo popular porque cada uno, de forma individual, siempre cree que la desgracia le va a caer al otro. Puede ser. Quizá haya algo más profundo y difícil de disolver: cierta ligazón entre la idea del mérito y el esfuerzo particular como valor que sólo se puede poner a prueba en la adversidad. Quizá haya de trasfondo algo tan siniestro como querer realmente el ajuste para uno mismo.
Como sea, fatigan las caracterizaciones sobre Milei y sus votantes. Los analistas porteños, que siempre llegan tarde, ahora sacan libros diciendo que no se veía venir. Ya en 2019 se ninguneó al 41% macrista sobre el que advertimos que se iba a pintar la cara y no le iba a caber ninguna.
Entonces, en 2023, hay que poner un poco más el ojo en ese 44% que tuvo un convencimiento tal de no votar a Milei como para elegir al ministro de Economía que tenía más de 140% de inflación. y al que las petroleras le sacaron la nafta unas semanas antes del balotaje.
Hay mucho cansancio y no future en el 44% que no votó al hombre de la motosierra. En su mayoría, son personas que sí vivieron el 2001, incluso el 89, y que hoy oscilan entre la incredulidad y el desapego ante la realidad. Apagaron el noticiero y la sola idea de movilizar les resulta lejana, amarga. Sin embargo, eso quiere decir que son sobrevivientes. Y que, a la hora de los bifes, cuando no haya otra salida que la resistencia, allí estarán. Allí estaremos.