ANUARIO 2023 | No es necesario “darle tiempo” al gobierno para saber lo que va pasar, porque está aplicando un manual que ya se usó al menos cuatro veces en los últimos 40 años, siempre con los mismos resultados de pobreza y estallidos.
Con metáforas simples, la ortodoxia económica convence. El problema es que el déficit fiscal no tiene punto de comparación alguno con las deudas hogareñas y que un plan económico conservador tiene sus consecuencias ya trazadas desde el comienzo, por lo que no es necesario esperar para ver si hay luz al final del túnel. No la hay ni la va a haber.
Los anuncios presentados por el ministro de Economía, Luis Caputo, agravarán los problemas existentes y crearán otros nuevos. Los únicos ganadores bajo este modelo serán las empresas o particulares con capacidad de generar bienes y servicios exportables, con independencia de las ventas en nuestro país. Todas las medidas pulverizan el mercado interno.
Toda esa explicación sobre cómo funciona la libre oferta y demanda es también una metáfora. Una de las metáforas más peligrosas y eficaces de la ortodoxia económica. Sirve para ocultar la concentración económica y, también, para no explicar qué pasa con los que quedan fuera del famoso precio de equilibrio en el mercado.
Tras el fogonazo de inflación por la megadevaluación, vendrá ahora un segundo fogonazo por la suba de tarifas y combustibles. La última medida, la reducción de las tasas por debajo de los niveles de inflación, echa fuego sobre el dólar blue. Impulsados por los costos, los precios seguirán subiendo por mucho tiempo. Ya hoy el consumo interno está cayendo en picada. Eso es gente que se queda afuera. ¿Bajarán los precios? No hay manera: nadie pone un precio por debajo del costo. ¿Qué va a pasar? Las empresas van a quebrar.
El ajuste público, sumado a las quiebras de privados, que van a ser un reguero en el verano, van a llegar de nuevo a la desocupación a los dos dígitos para mediados de 2024. La quita de Aportes del Tesoro a las provincias más la suspensión de la obra pública terminan de cerrar el cuadro recesivo, que compromete las finanzas públicas provinciales. Ya se escuchan voces de pagos de salarios desdoblados e, incluso, impresión de cuasimonedas. Es preocupante que todavía no se tome debida nota de cómo va a impactar la falta de obra pública nacional: los municipios no pueden pagar ni el cordón cuneta. Las ciudades van hacia un deterioro total por falta de mantenimiento.
Las empresas públicas serán rifadas y pasadas a desguace o apropiación usuraria (modelo noventista para el ferrocarril y la telefonía, en cada caso). Fue el Estado el que salvó a YPF y fue el Estado el que creó Arsat, empresa tecnológica de punta. Incineraremos en el altar de los manualcitos de la ortodoxia, propalados a toda hora por TV, cualquier atisbo de gobierno y promoción del desarrollo nacional.
Todo esto sin saber todavía si Caputo podrá volver a hacer lo que mejor le sale: endeudar al país en dólares.