En un mismo movimiento, el presidente Javier Milei disolvió la república, al arrogarse funciones legislativas, y perforó toda protección de la población respecto de la voluntad despótica de los más poderosos.
Un presidente no es un rey y el mercado no puede gobernar la sociedad. Comprar y vender no son actos equivalentes a elegir con el voto.
Milei disuelve con un decreto inconstitucional el sentido mismo de la existencia del Estado democrático: que la población pueda elegir qué asuntos de la vida diaria son temas comunes y, por lo tanto, públicos. Todo queda en mano del sector privado, es decir, de unos pocos empresarios, que eligen cómo gobernar tu salud, lo que consumís, tu trabajo. Todo.
Milei está destruyendo la política y la razón pública, la democracia y el Estado de derecho.
Quienes estén en Congreso y, por acuerdo u omisión, dejen que el DNU anunciado esta noche quede firme, adquirirán la categoría de cómplices del vaciamiento institucional y económico de nuestro país.