Andrea Luna es la secretaria de Políticas de Género de Festram y en este diálogo con Pausa evalúa la implementación de las mismas en los ámbitos municipales y comunales, así como la coyuntura del país y la amenaza de quita de derechos de las y los trabajadores.
Entre la salida de la pandemia, en marzo de 2021, y este revuelto diciembre mileista de 2023, Andrea Luna transita sus dos primeros años al frente de la Secretaría de Políticas de Género, Niñez, Familia y Medio Ambiente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Municipales (Festram) de la provincia de Santa Fe.
Luna es Trabajadora Social de profesión y llegó a la actividad gremial desde el municipio de Sauce Viejo. “Yo venía trabajando en la Festram en lo que tiene que ver con la Red de Mujeres Provinciales que hay acá en la Federación y que de alguna manera es coordinada por la Secretaría de Políticas de Género”, cuenta Luna sobre su recorrido. “La Red de Mujeres tiene integrantes de los 43 sindicatos que están nucleados en la Festram y yo estaba haciendo la representación de ese espacio en la Mesa Ni Una Menos. Después, cuando la secretaria anterior se va, me quedo yo en esa función”.
-A dos años de iniciado tu mandato al frente de esta Secretaría ¿qué objetivos crees que pudiste cumplir y cuáles son las cuentas pendientes?
-Como yo soy trabajadora social, una de las cuestiones que me parecía importante era reconocer un poco el territorio en el cual transitamos las mujeres municipales de distintos lugares. De la Red de Mujeres participaban compañeras de distintos sindicatos, pero no todos los sindicatos tienen áreas de género o secretarías, son alrededor de 16 sindicatos los que tenían una vida más activa en las cuestiones de género. Entonces uno de mis desafíos era tratar de llegar a la mayor cantidad de lugares, de sindicatos, con la Red de Mujeres y con actividades que tengan que ver con perspectiva de género. En ese sentido, otro de mis desafíos tenía que ver con la formación, porque también una va descubriendo que hay un montón de limitaciones, de desconocimiento en nuestros compañeros y compañeras municipales y también en las conducciones, obvio. Entonces intentamos llegar a la mayor cantidad de sindicatos, desde la Secretaría, con formaciones y con la idea de construir nuevos liderazgos sindicales no machistas y fortalecer, fundamentalmente, a las compañeras que son secretarias generales y secretarias adjuntas.
-¿Y qué evaluás de ese proceso?
-El 2 de enero va a asumir una nueva secretaria general en el sindicato Asoem de Funes, también tenemos una nueva secretaria general en el sindicato de Esperanza, eso es algo que reconforta y que muestra que vamos llegando a más lugares porque hubo cosas que pudimos hacer. También fue un logro haber hecho una formación en Género dentro de esas instancias de formación que eran específicas para comisiones directivas y delegados de cada uno de los sindicatos de base. Se juntaron en una ronda de varones a discutir masculinidades y fue interesante, porque nosotros tenemos compañeros con muchas limitaciones en cuanto al ejercicio de la charla, del taller, de expresarse, con el peso de todos los mandatos que tienen ellos, de no expresar sentimientos. Fue interesante y ahora la idea es replicarlo en los distintos sindicatos, un poco más íntimo, porque también así fue demandado por algunos de ellos. Y lo que podemos evaluar es que todo es necesario y que debemos profundizar el trabajo en este sentido, pasa que hay un montón de cuestiones coyunturales que tienen que ver con nuestra paritaria, con los problemas de cada uno de los sindicatos, y que por ahí retrasa todo lo que queremos hacer.
-¿Qué cosas quedaron pendientes en ese sentido?
-Tenemos una deuda con la Ley Micaela sindical, que lo venimos conversando con las compañeras, y poder avanzar con los protocolos internos de violencia, acoso y discriminación de cada sindicato. Nuestro objetivo es que cada sindicato pueda construir su propio protocolo y trabajarlo conjuntamente con el municipio, con la comuna o con el Concejo para todos los trabajadores municipales. Hay cuatro sindicatos que avanzaron en la construcción de estos protocolos, pero resta la aprobación. Los compañeros nos piden a nosotros, como Federación, un protocolo, pero creemos que eso necesita ser construido entre todos y que las cuestiones de género no tienen que ser abordadas solamente por las mujeres. También tenemos un déficit con las diversidades, y tenemos que abordarlas porque hay un cupo laboral trans que viene demandando el ingreso. Sabemos que hay compañeras trans que fueron utilizadas en la campaña pero que están precarizadas. Entonces no respetan la legislación, las usan a las compañeras, y eso tiene que ver con que no nos apropiamos de lo que estamos diciendo, de lo que estamos haciendo. Cuando nos juntamos a discutir y pensar somos todas mujeres, y cuando se lo planteamos los compañeros no es fácil, es muy costoso, es una negociación permanente, y por eso necesitamos generar estrategias para fortalecernos entre nosotras y para poder sostenernos en estos espacios.
La crisis y las estrategias
El discurso anti Estado tuvo un rol casi central en la campaña del actual presidente Javier Milei. Para él y para una buena parte de su electorado -y de las corporaciones detrás- el Estado debe reducirse a su mínima expresión, y en esa pasada de motosierra también se lleva puestos a los y las trabajadoras.
El mega DNU y la Ley Ómnibus enviada al Congreso, auguran tiempos muy difíciles para el pueblo, con desempleo, represión, privatizaciones y desregulación total de la actividad económica.
-Ante este contexto ¿cómo piensan la estrategia de lucha desde los sindicatos y la Federación?
-Hay que organizarse. Sabemos que no nos dan los cuerpos para hacer todo, pero tenemos que pensar realmente en estos cambios de paradigmas y en cómo abordarlos. Tenemos que darnos discusiones nodales más allá de las urgencias. Nosotros ya sabemos qué hacer ante las urgencias, hay cierta sistematización de eso, ya sabemos que si hay hambre tenemos que poner la guita en los alimentos; pero después nosotros tenemos que pensar a quién estamos acompañando con alimentos, qué tipo de sujeto es. Hoy estamos en una sociedad en la que no sabemos muy bien qué queremos y entonces lo primero que apareció y se mostró como un cambio, se votó. Acá hay más que enojo, hay un gran nivel de frustración, de nosotros, de cada uno, y nos tenemos que interpelar, cambiar por cambiar no nos va a resolver la vida.
Como dirigente sindical, Andrea hace ese ejercicio de revisión y plantea: “Veo que hay compañeros que solamente se calientan porque mejoremos el tema de su ingreso en la paritaria, pero el compañero no me dice, y nosotros tampoco le ofrecemos, a ver cómo puede mejorar en la carrera administrativa, cómo ir superándose, si puede terminar el secundario, hacer un cursito de plomero, pedir concurso para ser el jefe del área. Bueno, tenemos que caminar para llegar a eso, para que se piense en eso como un proyecto de vida, que hoy parece no estar, como que no hay sentido ni pertenencia a nada. Entonces terminamos en estas personas, que son de alguna manera mesiánicas y estamos esperando que nos salven”.
La “casta” aparece en el diálogo y Luna la pone sobre la mesa: “Cómo no van a votar a alguien que promete eliminar a la casta si nosotros la vemos ahí, cerquita, en los municipios donde trabajamos. Vemos lo que hacen y como lleva a que entre compañeros nos odiemos, porque en los municipios hay muchos trabajadores que entran con las gestiones políticas y pocos por concurso, entonces terminás conviviendo con compañeros y gestiones que son de otros partidos, y teniendo cada dos años elecciones y disputas. Es muy difícil esa convivencia. Entonces ¿cómo mejoramos eso para volver a dar respuestas?”.
La autocrítica lleva a la dirigenta sindical a pensar en qué demandas no resolvieron y qué lugares no ocuparon los gobiernos peronistas, y cómo eso dejó un terreno propicio para el avance de esta derecha furiosa. “Hemos logrado mucho y avanzado en un montón de cosas, pero también hemos permitido un montón de otras. ¿Cómo puede ser que tengamos naturalizado que todas estas nuevas generaciones no puedan acceder a la casa propia? Es un derecho consagrado en la Constitución y si no podemos tener una casa es porque no hay distribución de la riqueza, nada más. Digo, hay que apretar donde hay que apretar, no puede ser que seamos millones en las calles festejando un Mundial y no seamos millones exigiendo un pedazo de tierra para vivir, cuando hay tierra ociosa, hay edificios vacíos, no es ese el problema, el tema es la distribución de la riqueza. Estamos pensando en la inmediatez y no es por ahí, el problema es que no hay un proyecto, un plan nacional, hacia dónde caminar, hacia dónde ir. Necesitamos eso. Creo que hoy tenemos que darnos mucho debate, mucha discusión, formación y tener algunos objetivos bien marcados y trazados, como es, básicamente, no perder derechos”.