El legendario acordeonista correntino Raúl Barboza volvió al país y actuará en Santa Fe este 24 de febrero en el Centro Cultural Provincial Francisco Paco Urondo.
Raúl Barboza y su acordeón están de vuelta en Argentina después de dos años y en su calendario tiene fijado presentarse en Santa Fe este sábado 24 de febrero en el Centro Cultural Provincial Paco Urondo. Reconocido con galardones como el Konex y Atahualpa en Argentina, ganador del Premio Charles Cross a la mejor música del mundo en tres ocasiones, distinguido con la Orden de Caballero de las Artes y las Letras en Francia, este embajador internacional del chamamé charló por teléfono con Pausa antes de volver a la ciudad.
A sus 85 años, Barboza no está apurado por nada ni por nadie. Su temperamento es reflexivo, se toma su tiempo para respirar y para modular cada palabra, tal como lo hace desde hace más de 75 años mientras toca chamamé, su amada música guaraní que lleva “en los genes”. Aún habiendo estampado firma en casi 70 discos, el correntino no se ufana de lo publicado y dice: “No es mi música. La música es rica en sí, claro, yo la hago como yo puedo, con mis limitaciones, pero trato de hacerla lo más bella posible porque la música es la respiración del alma del ser humano”.
En esta última salida desde París, la ciudad que lo adoptó allá por 1987, dio funciones en Porto Alegre y también en Cosquín, Bariloche e incluso hasta recibió el título Dr. Honoris Causa de la Universidad Nacional del Nordeste, lugares a los que llegó mayormente en auto, vehículo que no es el que más prefiere: “Argentina es un país muy grande, aunque parezca que no. Pero no tenemos hoy las comodidades que se tenían antes, claro, hablo el tren, eso existía y ayudaba a la gente modesta y a la nota modesta poder viajar y hacer viajes relativamente tranquilos. Había un bar, había un restaurante, pero ahora hay que viajar o en colectivo que por ahí por el camino se rompe o viajar en auto, que son habitáculos pequeños para un equipo de seis personas, por ejemplo. Entonces a lo mejor hay que buscar la manera de poder, digamos, no aumentar los gastos que son este faraónicos en estos últimos tiempos, ¿no?”.
Más allá de la falta de trenes populares para trasladarse por el país, otra observación, más ceñida a la experiencia del músico durante el vivo, asalta a este intérprete. En sintonía con lo anterior, su preferencia por la contemplación y el accionar paciente y delicado, advierte públicos muy pedigüeños, sobre-acostumbrados al consumo on demand: “No hay una necesidad de agregar nuevos temas. Todavía se tocan las canciones hechas por Cocomarola, Ernesto Montiel, Tarragó Ros en los años 1920, 1930, 1940. Noto que los chicos tocan cada vez más ligeros y no hay matices, es todo exaltación, palmas y sapucay atado a una demanda de que siempre se toque lo mismo y de una determinada manera. No hay libertad de buscar temas nuevos, colores o armonías.” YouTube y Spotify algo habrán tenido que ver, seguramente.
En este sentido, Barboza propone una consigna común para cada vocación: “Hay que intentar ser lo mejor que se pueda en lo que cada uno elija hacer. El chofer de colectivo, el maestro o el músico, debe enfrentar sus dificultades y limitaciones diarias pensando en mejorar, no en lo que se va a ganar o en el beneficio que se puede cobrar.” Esto lo aprendió muy bien, sobre todo en sus años de novato cuando para ganar el mango se la pasaba tocando en bailes y, "habiendo terminado, digamos, a las tres de la mañana, había que pasar algunas horas de frío o lluvia esperando hasta el primer colectivo de las 5 para volver al barrio".
Fue justamente un santafesino, el legendario Ariel Ramírez, "el primer hombre que me sacó de los bailes y me invitó a tocar tres años seguidos en el Teatro Odeón, en Esmeralda y Corrientes. Fue gracias al maestro que yo comprendí al ver a la gente gozar y aplaudir que el chamamé, o la música del litoral, estaba necesitando cambios, que le de lugar también a la gente que quería escuchar". En en el aviso de su visita a Santa Fe, otra cuota de afecto aporta al cariño de Barboza para con la ciudad: su vínculo con Fernando Birri a través del propio Ramírez, quien lo convocó para sumar acordeones al tema "Los Inundados", del film homónimo de Birri.
—Para cerrar, Raúl, ¿nos puede contar con qué deseo se va a dormir cada noche?
—Últimamente sueño con que la Argentina encuentre paz. Sueño con que hayan menos gritos, menos insultos, menos hambre, menos muertes. Sueño con que, aunque sea, haya una pequeña casita para aquel que vive en la calle. En eso pienso cuando me voy a dormir.
La fecha
76 años de trayectoria artística respaldan a Raúl Barboza, leyenda de la música del litoral argentino. A su talento destacable se suma su aporte en la difusión del chamamé a nivel internacional, que llevó hasta países como Francia, Japón, Estados Unidos y Alemania. Y el próximo 24 de febrero, la gente de Santa Fe tendrá la oportunidad excepcional de disfrutar de su espectáculo en vivo en el Centro Cultural Provincial desde las 21. Las entradas pueden adquirirse en boletería del teatro y por ticketway. Platea general: $ 8000; numeradas fila 8 a 16 y palcos: $ 10000; numeradas filas 1 a 8: $ 12000.
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