El gobierno de Javier Milei asesta un golpe brutal al cine argentino con un ajuste feroz al INCAA. Se suspenden contratos, se eliminan apoyos a provincias y festivales, y se cierran plataformas y cines.
Desde el 10 de diciembre hasta esta hora, las únicas respuestas que el gobierno de Javier Milei le da a los problemas argentinos es el despido de empleados públicos, el desfinanciamiento, pelear con Lali, reemplazar el cuadro de María Elena Walsh por uno de Carlos Saúl, trasnochar en X. Así como el propio presidente piensa que comer es “una pérdida de tiempo” y posteriormente cortó asistencias alimentarias a comedores populares, en más de una oportunidad se declaró admirador de la cultura extranjera antes que la nuestra, por lo que no resulta una sorpresa que haya decidido aplicar un brutal ajuste al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
Bajo el título de “Suspensión de Erogaciones Económicas en el marco de racionalización de recursos”, esta resolución publicada en el Boletín Oficial incluye el hachazo a los pilares, los engranajes y los tornillos del INCAA. En el comunicado oficial emitido se refiere, además, un déficit de 4 millones de dólares, cifra ínfima para un presupuesto nacional (asumiendo que tal déficit es real, claro). Para darnos una dimensión un poco más bajada a tierra, los beneficios impositivos que percibe Marcos Galperín, de Mercado Libre, ascienden a 100 millones de dólares anuales, sin producir absolutamente ningún valor agregado. Así es que ya no se contratará personal de seguridad, no se pagarán viáticos y la motosierra mutila a más no poder al Instituto porque a Carlos Luis Pirovano, el director designado, le parece que los números no dan y que tiene “mala imagen desde hace 30 años”, según le dijo a los delegados gremiales en la reunión días antes de la oficialización en el Boletín. Pirovano hizo todas estas apreciaciones con una experiencia igual a cero en el ámbito del cine.
De vuelta a los planes del nuevo director del INCAA, que en su primer día en el cargo despidió a 140 personas, los recortes más dañinos que se comunicaron incluyen:
- Baja de contratos a fin de mes, sin renovación de 90 de ellos.
- Suspensión de horas extras, aportes económicos e institucionales, apoyo a las provincias y adicionales de seguridad.
- Eliminación de la plataforma Cine.ar, cierre y venta del cine Gaumont, y desfinanciamiento de festivales como el de Internacional de Cine de Mar del Plata.
Este desguace de la política audiovisual argentina se comunicó un 11 de marzo, aniversario del nacimiento de Astor Piazzola, cuyo nombre de pila es honrado en los Premios Astor, galardones que entrega el Festival de Mar del Plata. Pero ojo, que el Secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli, se acordó de subir una storie en Instagram homenajeando a Piazzola.
La historia oficial
En 1944, la escasez de materia prima sumió a la industria cinematográfica argentina en una profunda crisis. Para contrarrestarla, se promulgó la Ley 12.299, que fomentaba la producción nacional y obligaba a los cines a exhibir películas argentinas. Esta ley redundó en un auge en la producción de películas, alcanzando un récord de 58 estrenos en 1950. Sin embargo, el gobierno erró al otorgar créditos de forma indiscriminada, lo que llevó a la aparición de productores que buscaban ganancias rápidas sin preocuparse por la calidad.
El 8 de marzo de 1954, el presidente Perón inauguró el primer Festival Cinematográfico Internacional, el que hoy se conoce como Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que actualmente es organizado por el INCAA y al que asistieron leyendas del cine como Jean-Paul Belmondo, Pier Paolo Pasolini o Paul Newman. El de Mar del Plata es el único festival de categoría “A” en latinoamérica.
El golpe de Estado de 1955 marcó el fin de los créditos y una nueva crisis para el cine argentino. La producción se frenó y los institutos provinciales de cine fueron desmantelados. En 1958, se creó el Instituto Nacional de Cinematografía que después pasaría a llamarse INCAA, un organismo nacional para apoyar la producción cinematográfica nacional que tiene como una de sus funciones fundamentales administrar el Fondo de Fomento Cinematográfico, cuya principal y más conocida tarea es el fomento de la cinematografía argentina mediante el otorgamiento de subsidios. Este fondo se compone por el 10% de cada entrada de cine, el 10% del precio de venta de cada videograma grabado, el 25% de la suma total de lo percibido por el ENACOM, legados/donaciones, rentas/intereses, devolución de créditos, el dinero sin utilizar de años anteriores y cualquier otro ingreso no previsto.
Sin embargo, los recortes presupuestarios de 2017 llevaron al cierre de numerosos festivales de cine y a una disminución del apoyo a la industria.
En su momento, el INCAA llegó a programar cine argentino en 55 salas de todo el país, más precisamente en los Espacios INCAA, con más de 18.000 butacas, 90 festivales, concursos y cines móviles. Desde este medio cubrimos, inclusive, estrenos de esos cines móviles en comunidades mocovíes que viven campo adentro que nunca en años, quizás en su vida, tendrían la oportunidad de ver una película en pantalla grande.
Los traidores
Si bien el director del INCAA está cumpliendo con lo que vino a hacer (recortar erogaciones y despedir gente a mansalva), el Secretario de Cultura de la Nación había prometido recorrer un rumbo opuesto. En noviembre pasado, por ejemplo, dijo entrevistado por La Nación que no habría grandes recortes presupuestarios en su gestión y que también se incentivaría “el emplazamiento de las grandes plataformas audiovisuales en el país” (¿valdrá más la plata de Netflix, Prime Video o Paramount que la del INCAA?), se impulsaría una ley de mecenazgo a nivel nacional y hasta que artistas y productores dejarían de pagar Ganancias e Ingresos Brutos. A lo mejor quien prometió todo esto era el Cifelli de otro multiverso.
A todo esto, mientras se decidía dar de baja los contratos del INCAA, Cifelli estaba en Madrid “optimizando los recursos” de cultura y hablando de “generar puestos de trabajo directos e indirectos para los argentinos”; al mismo tiempo que se preparaba un mazazo al instituto que promueve la producción de cine argentino, el Secretario de Cultura prometió a los españoles “exportar la creatividad y el talento de nuestra gente”, pero, ¿qué se exportará cuando ya nada se produzca?
En su discurso grandilocuente en Madrid, Cifelli volvió a hacer anuncios que, a la vista de sus antecedentes inmediatos, son de dudoso cumplimiento. Puntualmente, anticipó alianzas que “permiten incluir y potenciar a los emprendedores y acompañarlos en su proceso de formalización”. Hasta ahora, todas las medidas adoptadas no van en ese sentido y así se lo hicieron saber los productores españoles con los que estuvo reunido durante su gira europea y que le manifestaron su preocupación al respecto, según informó a principio de mes La Política Online.
El abrazo partido
Como era de esperar, distintos referentes del sector empezaron a pronunciarse ni bien los rumores de desfinanciamiento empezaron a amplificarse. En los últimos días, por ejemplo, Joaquín Furriel aseguró en su discurso al ganar el premio Biznaga de Plata del Festival Internacional de cine de Málaga que “el INCAA no le saca un solo peso a los jubilados que lo están pasando tan mal, no es nuestra responsabilidad, tampoco le saca un solo peso a ninguna de todas las personas que viven en nuestro país, al contrario. La cultura existe para poder armar nuestra identidad, sin cultura no hay identidad y eso es el beneficio de los ignorantes que muchas veces nos gobiernan”. Esto fue una clara contestación a lo que dijo la canciller Diana Mondino en la cara de Mirtha Legrand: “¿Cortar a los jubilados o hacemos películas que nadie ve, con honorarios que no se pueden controlar?”.
Asimismo, Axel Kuschevatzky (productor de El secreto de sus ojos, Relatos Salvajes, Argentina,1985…) dijo en la alfombra roja de los premios Oscar que "Inglaterra anunció el miércoles un 40% de beneficio fiscal a la producción de cine y series en el Reino Unido. Inglaterra, que es donde gobiernan los conservadores que están fascinados con Thatcher, devuelve un 40% de la inversión directa en cine y series de televisión. ¿Por qué lo hacen? Porque es un mercado súper competitivo que, o sea, genera mucha actividad económica automática directa e indirecta, entonces por supuesto que hay una lógica detrás de alimentar al sector audiovisual".
Dolores Fonzi, en declaraciones a Futurock, dejó una sentencia todavía más lapidaria: “En el 2025 no vamos a tener películas argentinas que compitan internacionalmente". El país sudamericano con más premios Oscar no competirá ni por ese ni por ningún otro en los tantos festivales en los que sabe destacarse año tras año.
El gobierno parece no solo despreciar la cultura, sino que tampoco la entiende como factor para el desarrollo de un país, tanto en términos económicos como sociales. Nuevamente demuestran no tener idea de cómo hacer andar lo que, según ellos, “no funciona” o “funciona mal” y su única respuesta es “motosierra”. Dentro de poco, la mayoría de las películas argentinas existentes dejarán de ser de acceso libre, porque parece que CineAr es carísimo de mantener, no como Mercado Libre.