Digresión I
No dejes que te quemen la cabeza.
Digresión II
“…no estoy en contra del verdadero budismo oriental, en realidad el problema es ese budismo occidental que parece haberse convertido en la principal opción espiritual de la gente educada de nuestra era. La inmensa mayoría de los jóvenes gerentes de grandes firmas capitalistas se consideran budistas. No creo en los que aseguran que el budismo es un camino apropiado para escapar de la locura occidental, todo lo contrario, con el budismo no se escapa, se funciona mejor, uno no se vuelve loco y se convierte en alguien más apropiado para vivir precisamente en una realidad capitalista.”
Slavoj Žižek
Digresión III
En estos tiempos de ajustes en diversas áreas del estado pensar en términos de soberanía cultural parece al menos imposible. Si bien entendemos la cultura, como aquello que excede al hecho artístico y no solo desde ya, vinculado a la industria es interesante ver cómo la idea de superávit se inocula con toda idea ajena a todo rasgo de humanidad. Somos pobres, no podemos tener cultura. Hay que ajustar abajo y siempre abajo. Así nos peleamos con cualquier trabajador y nunca con la cúpula de los viejos chotos que la levantan con pala. Bajo el lema, no se puede vivir por encima de nuestras posibilidades. Todo lo nuevo es viejo hasta el punto de rompernos un ministerio en secretarías. El principal ajuste a la cultura se ve en el salario. Cobras menos y dejas de ir al cine, no compras un libro y dudas de disfrutar de una obra de teatro. Luego, como estado te retiras de a poco y desfinanciar diversas áreas de cooperación, y promover que un realizador intente vender una serie de Doc-ficción que cuenta la historia de cómo Coca Cola no pudo ingresar a Santa Fe a una plataforma o, ante los grandes productores del mundo. Si, obvio… son re fáciles de convencer.
En particular el cine argentino suele ser “atacado” por la participación del estado en el financiamiento de las producciones. El ejemplo a seguir sería Hollywood, donde también participa el Estado, pero no de una manera evidente. En una hipótesis descabellada podríamos demostrar que Walt Disney, fue un empleado de inteligencia. Total, la tierra es plana.
Walt Disney y un grupo de animadores había sido enviado a América del Sur en 1941 por el Departamento de Estado de Estados Unidos como parte de su Política de buena vecindad y garantizaron la financiación para la película resultante: Saludos Amigos.
Sí, el departamento de estado puso plata para que Walt, viaje por Latinoamérica, bailar samba en Brasil, recorra Uruguay y se coma un asado en Argentina.