Paisajes, texturas, sabores, gentes, calles e historia. Una jornada enchilada en Ciudad de México, enmarcada en el avance del año electoral.
Por Juan Pablo Gauna
Aguacate, chapulines, elotes, chile, tamales, chavo, guajolote, chamaca, pulque, mezcal, tequila, mariachis, chaparro, mexa… son palabras que flotan en el aire espeso de una ciudad cosmopolita, la sexta en población a nivel mundial, con 22 millones de habitantes según los guarismos de National Geographic para 2024. El día en esta metrópolis puede tornarse largo, pues para trasladarse a veces se requiere de combinar tres medios de transporte, en un sistema que ofrece: bicicletas, bicitaxis, taxis, Uber, autobús, trolebús, subterráneos y teleféricos.
En el centro de la antigua Tenochtitlan ―fundada en 1345― se vivencia una atmósfera de feria, con puestos callejeros tapizando sus avenidas principales y una variada oferta gastronómica con todos los sabores locales. Las librerías del Fondo de Cultura Económica conviven con artistas callejeros, bares, restaurantes, museos, mercados, cantores a capela, estatuas vivientes, espacios exclusivos para fumar marihuana, cajitas musicales vibrando al pulso de manivelas con ejecutantes vestidos con traje militar local, y un hormiguero de turistas circulando.
Estamos en la Ciudad de México ―ex Distrito Federal. Al centro histórico se puede llegar a través de Avenida Insurgentes, una de las más largas del mundo con 28,8 kilómetros ―según el diario El Universal―, la cual atraviesa la megametrópolis de punta a punta. Si nos detenemos en el Monumento a la Revolución, comienza un recorrido nutrido de historia y donde se aprecia distintas expresiones de una cultura milenaria.
Continuando por Avenida de la República, se cruza el Paseo de la Reforma y se llega a Avenida Benito Juárez. En la misma se encuentra una feria a cielo abierto, con la Alameda Central como pulmón verde del casco histórico de CDMX ―abreviatura actual de la ciudad. Allí es posible pasarse horas viendo artesanías, deteniéndose en la sucesión de museos, iglesias, galerías y comercios. Pero una de las atracciones centrales es el Palacio de Bellas Artes, una joya arquitectónica de estilo art nouveau y art déco erigida sobre mármol, con un interior que presenta todo el confort para disfrutar de las distintas expresiones de la danza y la música que transitan este mítico templo social.
La gente de la capital es amable y servicial con el turismo, y regala consejos como “ten cuidado con la venganza de Moctezuma”, en referencia a no “enchilarse”, o sufrir una descompostura por el consumo de alimentos picantes. O dichos con un tono sumiso o de resignación para los oídos argentinos: “si te dan limones aprende a hacer limonada”. Más aún, esta pasividad también se observa frente a las alertas de sismos que llegan a los celulares esporádicamente; frente a lo cual recibimos los consejos de abandonar lo que se está haciendo, seguir los protocolos de evacuación y tener en cuenta que “el metro es el lugar más seguro”.
Luego de esquivar los picantes, superar el peligro de terremoto, reconciliarse con el tránsito, puede aparecer otro desafío para el foráneo: el alerta por smog. Como es conocido, México es una de las ciudades con mayor polución ambiental del mundo, donde se activa un protocolo que, ante la turbiedad del aire, prohíbe la circulación de una parte del parque automotor propiedad de privados, y se sugiere a las personas con problemas respiratorios no exponerse a la intemperie ni realizar actividades físicas exigentes. Esta realidad contrasta con una ciudad que se muestra vibrante, dinámica y atractiva; y que en el pasado fue un poblado rico en bosques, lagos y fue valle pintoresco, pero que actualmente ha desertificado algunas zonas y ha soterrado la mayoría de sus espejos de agua.
El periplo por la antigua tierra mexica ―y no azteca, como la denominaron los españoles― puede proseguir por la histórica calle Madero. La tradicional peatonal céntrica, donde predomina ―¿misteriosamente?― el rubro óptica. Sí, se vocean por doquier ofertas para lentes de todo tipo, y se ofrecen test para la vista en el acto.
Entre tanto gentío, no puede faltar el tour gastronómico, donde es posible degustar deliciosos helados de xocoatl o chocolate ―vocablo originario de la lengua yutoazteca, el náhuatl―, variedad de chiles y tequilas, y los infaltables tacos al paso. Y si se quiere conocer restaurantes mágicos, la cadena Sanborns ―propiedad del magnate mexicano Carlos Slim― deslumbra con su pintoresca atención, variada oferta culinaria, en locaciones selectas, pero accesibles para un público amplio.
A esta altura el viajero ya se deja llevar por la música callejera y termina en la Plaza de la Constitución, también conocida como El Zócalo. Centro neurálgico de la vida política, social y cultural de la antigua capital mexica. Allí pudimos presenciar un megaconcierto, con más de 1.200 músicos en escena, de la Orquesta Monumental Pilares. La misma se compone de músicos capacitados en todos los barrios de la CDMX a través de clases integradoras, que buscan convertir a los talleristas en músicos, y que tienen como broche de oro anual esta gala pública en la gran plaza nacional. El repertorio interpretado es universal, pero guarda un lugar especial para la música popular mexicana, donde público e intérpretes se funden al ritmo de Cielito lindo. Este evento es el fruto de una política pública del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido gobernante encabezado por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador y que tiene entre sus mentoras, a quien se convertirá en la primera presidenta mujer de la historia de los Estados Unidos Mexicanos: la científica Claudia Sheinbaum ―las elecciones presidenciales son este año y todas las encuestadoras la dan ganadora por amplia mayoría.
Ciudad de México se torna infinita por sus paisajes, texturas, sabores, sus gentes, sus calles y su historia; es todo un desafío llegar a conocerla, por eso nos retiramos desistiendo de dicha empresa. Retornamos en el metro balbuceando la variedad de chiles existentes para entretenernos un buen rato, sus tipos son: achilito, apaxtleco, chawa, chilpaya, coxle, guajillo, habanero, huacle, jalapeño, lajoyero, miraparriba, tabaquero, tecpín, zacapaleño… entre más de 60 variedades. De modo que… ¡aguas con el chile!