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Foto: Gabriela Carvalho.

Se hizo realidad una consigna histórica. Cerca de 30 mil personas marcharon para defender la Universidad pública y algo más, nuevo y profundo.

Y qué importa ya en qué abismo nos hundimos para llegar a que la consigna se haga realidad.

Cuentan que los estudiantes de la Facultad de Ingeniería Química fabricaban bolitas de acero para que los caballos de la montada terminasen despatarrados en el suelo. El corazón de su edificio, ese octógono que décadas después fue replicado en la Ciudad Universitaria, fue sede del fervor de una militancia que hoy, 50 años después, estuvo presente en el bulevar frente al Rectorado y, también, derramándose hacia el sur por San Jerónimo.

Docentes y profesionales jubilados, con sus hijos profesores y sus nietos de jardín de infantes, y estudiantes de todas las edades y ropajes y géneros y carreras se reunieron en la esquina de la FIQ, cerca de las 16:00. El paisaje habitual de la previa de una marcha universitaria. Nadie sabía que una hora después, junto a los trabajadores de los sindicatos, iban a ser una masa gigante de personas, 30 mil santafesinos presentes y apelotonados como nunca, convocados por algo mucho mayor a la defensa de la universidad pública argentina, única en el mundo, orgullo vivo y legado de cinco generaciones.

Foto: Gabriela Carvalho.

Como nunca

Desde la Capital Federal llegan noticias de una movilización sólo comparable a las del debate por el aborto legal, en 2018, o el 2x1 a los genocidas, en 2017. En Buenos Aires se impone la imagen del país, sí, pero en Córdoba también. En Rosario, en Paraná, pero además está Moreno en el conurbano, Santiago del Estero, Comodoro Rivadavia donde te empuja el viento y Formosa donde el calor tiene espesor. Hay universidades en todo el país y en todo el país hubo movilizaciones formidables.

Y en Santa Fe, como nunca, se hizo realidad la consigna. Los sindicatos llegaron un toque más tarde, pero le dieron una impronta completamente diferente, nunca vista a la tradicional y potente capacidad de movilización del estudiantado santafesino.

ADUL y APUL, los sindicatos de trabajadores de la universidad, iban adelante, desde el comienzo. A la cuadra, llegó la dirigencia de la CGT y la CTA. Y al rato estaban los bloques de Luz y Fuerza, Camioneros, y tantos otros, los bombos, la trompeta, “El que no salta, es liberal”, “La patria no se vende” y la consigna que se gritó con alegría por su verdad: “Universidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode”.

A la serpiente se la fue pisoteando muy lento en las tres cuadras que separan la FIQ del Rectorado. Al llegar la punta de la movilización, el bulevar ya estaba lleno de santafesinas y santafesinos que habían ido por la propia a abrazar el edificio, a las 17:00. Los sindicatos hicieron sonar varias bombas de estruendo y empezaron a abrirse lugar, al poco tiempo ya no cabía más nadie. Una cola de dos cuadras, con un pequeño giro más, tiró ancla sobre San Jerónimo, sin llegar. Buena parte de las organizaciones estudiantiles quedaron allí arengando, sobre todo la nutrida columna de los terciarios provinciales, que ocupó casi una cuadra.

Foto: Gabriela Carvalho.

Al documento, como siempre, no lo escuchó nadie. El sonido nunca alcanza y, además, las marchas están hechas para encontrarse, reconocerse. Hubo tramos que merecen ser rescatados:

“En estos últimos meses, el salario de las trabajadoras y trabajadores ha perdido 50 % respecto de la inflación. Este deterioro salarial se hermana con el del resto de los sectores del mundo del trabajo. Ello lleva a retomar consignas de hace más de 20 años: ¡Ningún trabajador o trabajadora de las universidades nacionales por debajo de la línea de pobreza!

“La educación es un derecho humano fundamental porque se impone sobre el ingrato azar de la desigualdad. Defender esta concepción de la educación es de vital importancia y, más aún, en una universidad argentina en la que sus estudiantes se enfrentan al aumento generalizado de precios que impacta sobre salarios, servicios, alquiler y transporte, poniéndose en jaque el acceso, la permanencia y el egreso”.

“A través de las universidades y centros de investigación distribuidos federalmente, la Argentina se ha caracterizado por ser una referencia de ciencia y tecnología en el mundo entero, dotando de desarrollos de punta y profesionales de excelencia al sector público y privado. Nuestras científicas y científicos son desprestigiados respecto de la calidad de sus trabajos, cuestionados respecto del valor que la ciencia y la tecnología tienen para el desarrollo nacional y privados del reconocimiento que poseen sus arduas labores, muchas veces de dedicación exclusiva”.

“No queremos que nos arrebaten nuestros sueños: nuestro futuro no les pertenece. Somos orgullosos hijos e hijas de la Universidad Argentina; somos la Universidad pública, gratuita e irrestricta en el ingreso, de excelencia, con libertad y equidad. Somos la Universidad para el gran pueblo argentino. Por eso, lucharemos, en una irrenunciable resistencia democrática y pacífica, por la educación que queremos, por el país que anhelamos”.

El picante

Sobre la explanada, también hablaron los dirigentes sindicales. Ante la mirada silenciosa del diputado nacional radical Mario Barletta tiraron: “Estamos acá en contra del DNU y en contra de la Ley Bases”. Nadie desconoce cómo obró cada partido político en ballotage y quién es quién a la hora de levantar la mano en el Congreso.

La adhesión de último momento de la UCR a la marcha federal universitaria tiene una prueba de fuego mañana: Unión por la Patria convocó a una sesión especial en la Cámara de Diputados para el tratamiento como ley de la actualización del financiamiento para las universidades, el pago del Fondo Incentivo Docente y la movilidad jubilatoria. En el recinto se verán los pingos.

Algo nuevo

La serie es conocida por quienes le siguen el latido a la democracia. La primavera de los 80 fue de los universitarios. El freno al arancel del menemismo fue de los universitarios. La eyección de Ricardo López Murphy del ministerio de Economía en el 2001, fue de los universitarios. La primera estocada profunda al macrismo fueron las tomas y movilizaciones de los universitarios de la primavera del 2018.

Foto: Gabriela Carvalho.

La primera gran marcha de este ciclo en Santa Fe fue el 24 de enero. Nadie esperaba semejante concurrencia de trabajadores en el primer paro general. La segunda, el 24 de marzo más grande que se haya visto. El 23 de abril se rompió otra vez la cuenta. Ebullición.

La universidad es parte inseparable de la vida de cientos de miles de argentinos que trabajan o estudian ahí, pero también es la firme ilusión de otros tantos, que ven ahí la realización de sus esfuerzos futuros. La universidad es una fantasía feliz, la del futuro profesional de los hijos. Es el reconocimiento a la profesora de lengua de los pibes o al médico que te atendió a tiempo. Es el orgullo por mandar un satélite al espacio.
 
Es la biografía individual, el anhelo personal, el destino anhelado para las futuras generaciones, el proyecto de una nación.
Hace 121 años se estrenó “M’hijo el dotor”. El sainete sigue siendo un género que todavía dice mucho de la realidad argentina. El título de la obra teatral que hizo famoso a Florencio Sánchez, también. La Universidad pública nos infla el pecho. Ahora, como nunca pasó, la Universidad ruge junto a los trabajadores ante tanta celebración oficial del oscurantismo. La columna vertebral del país avisa que algo que no conocemos está saliendo a la luz.

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