Nació Palabra Andante, la Red de Bibliotecas Rodantes Independientes, y tuvo su primer encuentro en Villa Ventana, Buenos Aires. Santa Fe estuvo representada por La Tacuarita, de Cecilia Moscovich.
“Dos mujeres que descalzas caminan, cuentan y cantan”, dice la sinopsis de uno de los espectáculos de La Luna, Compañía de cuentos. Erika Brandauer y Fer Gómez, las hacedoras de la agrupación desde 2009, tienen muchos caminos recorridos: llevan libros, espectáculos de cuentos y música y una librería ambulante. Acaban de organizar Palabra Andante, el Primer Encuentro de Bibliotecas Rodantes.
Seis bibliotecas independientes se reunieron en Villa Ventana, provincia de Buenos Aires, para intercambiar experiencias, brindar talleres y funciones para todos los niveles educativos y sobre todo compartir historias y convidar encuentros con la lectura.
Fueron dos días de programación gratuita, el 12 y 13 de abril, en articulación con la Biblioteca Popular Macedonio Fernández, escuelas y la comunidad de Villa Ventana. En comunicación con Pausa, Fer Gómez agradece, antes que nada, a los proyectos que se sumaron a la movida: “A Tricletas, una biblioteca rodante que nace originalmente como una familia en bicicleta llevando una pequeña biblioteca. A Doña Galinda, que es una biblioteca rodante que va en una combi violeta, con Laura, que es su chofera, narradora y también titiritera. Encontramos también, en el camino, a la Biblioteca Descubrir, de Tandil, de Juli Moreno, pensada especialmente para la primera infancia, con un exquisito repertorio de cuentos y canciones”. Y a las dos que viajaron desde Santa Fe: “A La Tacuarita, una biblioteca rodante santafesina que además comparte hermosos talleres vinculados a la confección de fanzines. A Abracuentos, otra biblioteca ambulante hermosa de Santa Fe que convida mucha variedad de libros para que cada lector pueda encontrar ahí el disfrute del encuentro con la palabra”.
En el cierre, al calor de un fogón que resistió contra la lluvia, nació la Red de Bibliotecas Rodantes Independientes. Será una plataforma para intercambiar estrategias para sostener y expandir los proyectos y hermanar voluntades para multiplicar los espacios de mediación de lectura. Mientras, las políticas públicas de lectura nacionales, responsables de distribuir libros a todas las niñas y todos los niños del país, están siendo suspendidas. El segundo encuentro ya se prepara para abril de 2025 en Arroyo Leyes.
La Luna
“Llevamos historias, relatos, poesías, cuentos, haikus, susurros a las escuelas, a los jardines, a los centros culturales, teatros independientes, festivales. Así venimos haciéndolo hace dieciséis años, aunque cada una de nosotras tenga más ya de veinticinco años en su profesión” cuenta Fer sobre La Luna, Compañía de cuentos. Las ganas de salir a rodar aparecieron durante los días en suspenso de la pandemia. “Nos quedamos sin trabajo, el tiempo se detuvo, pudimos repensar un poco y al encontrarnos con nuestra biblioteca nos dimos cuenta que queríamos resignificar todos esos libros y compartirlos, que no podían estar ahí sólo para nosotras”, recuerda Fer. Las dos son muy amantes de los libros álbum, sobre todo los dedicados a las infancias, así que juntaron sus más de 200 títulos en una casa rodante que acondicionaron como Biblioteca y salieron a rodar con espectáculos de narración oral y música.
“Para nosotras es muy importante no sólo el hecho de compartir libros, sino también la recopilación de la tradición oral de cada lugar adonde llegamos. Cada rincón del mundo tiene la suya propia, por supuesto que están ya muy entramadas ahora, con el paso de los años, pero hay algunos lugares que las tienen olvidadas. Tantos años de silencio en nuestro país, de represión, han hecho que la tradición oral se menosprecie. Y es la tradición oral la que atraviesa con otra lógica el tiempo, el espacio, las generaciones, es muy importante la oralidad como parte de la literatura”, comparte Fer, por mensaje de audio desde la plaza de Dugan, su pueblo natal. Es un lugar de 1500 habitantes donde La Luna montó una biblioteca de paso a modo de “ranchito literario”.
Con ese horizonte, La Luna llegó a África. Erika y Fer tuvieron la posibilidad de viajar a Mozambique para hacer un trabajo de recopilación de cuentos e historias de la tradición oral africana, y compartir la propia. “Fuimos sin libros en mano, sin casa rodante, con todas las historias puestas. Nos trajimos muchas historias maravillosas que ahora hacemos rodar por los lugares donde viajamos”. Hasta que, en ese camino, “andando y andando, nos dimos cuenta de qué bueno sería encontrarnos con otros que hacen lo mismo”, puntualiza Fer. Acercar libros donde casi nadie llega, mediar encuentros entre nuevos lectores y las obras más bellas de la literatura universal, básicamente hacer efectivos los derechos a la cultura y la lectura es la tarea compartida por las bibliotecas rodantes que se dieron cita en Villa Ventana.
“Hoy más que nunca, creemos que el acceso a los libros, el acceso a la cultura, tiene que ser un derecho sostenido por todos los que hacemos esta hermosa tarea, porque a todos el libro nos llega de las manos de otre. Y es importante que circulen los libros, hoy más que nunca”, cierra su mensaje Fer.
La fuerza
La organización del encuentro, que contó con el apoyo del programa Julio Verne de la Fundación Williams, comenzó con relevar las bibliotecas rodantes del país que trabajan de manera independiente para mediar y difundir la lectura. “Un encuentro se hace con la fuerza de muchas voluntades, por la realidad económica que atravesamos en este momento en Argentina, además del apoyo de la Fundación Williams tuvimos que salir a pedir mucha ayuda y así fue como lo logramos”, resalta Fer. También colaboraron el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, la dirección de Cultura de Tornquist, la Cooperativa Obrera y AES Parque Eólico Vientos Bonaerenses.
Llovió los dos días del encuentro, pero eso no impidió que todo sea “mágico y maravilloso”, celebra Fer. La Biblioteca Popular Macedonio ofició de anfitriona y las escuelas y jardines convidadas en la grilla también abrieron sus puertas. Todas las actividades fueron gratuitas: hubo espacios para acomodarse a leer entre canastas, mantas, almohadones y cajones y un escenario para disfrutar de funciones de narración oral.
Enmarcó todo el encuentro una muestra de arte de estudiantes secundarios, de obras realizadas con el soporte de libros en desuso, algunos viejos y hongueados, otros amarillos, que ya no pueden circular en bibliotecas. Entre familias, amigos y estudiantes, llegó Roberta Iannamico, con sus poesías y canciones.
“Justo para el cierre paró de llover y pudimos encender un fogón al calor de las historias, el público también compartió las suyas y se armó una ronda donde todos los que tenían ganas pudieron contar. Finalmente, cerramos el día con una comida y un baile entre nuestras biblios” cuenta Fer.
Desde Santa Fe
Hubo momentos para trabajar en grupos y reflexionar sobre “qué era lo que nos movía y cuáles eran los palos de la rueda”, cuenta Cecilia Moscovich, que llegó desde Villa Adelina, Santo Tomé, al volante de La Tacuarita Biblioteca Rodante. “Lo que nos mueve, el entusiasmo, la pasión, los libros, la escucha, la flexibilidad. Los palos, obviamente, todo lo económico y lo caro que están los libros”, resume. Cuenta que el encuentro habilitó la posibilidad de dejar las catarsis y las búsquedas de recursos para otro momento y aprovechar lo que permite la presencialidad.
También, de compartir todas las artes que acompañan la mediación de la lectura arriba y abajo del escenario: títeres, narración oral, música y edición artesanal, entre otros. Todo en un ámbito de intimidad y con espíritu colaborativo. Otra de las dinámicas, cuenta Ceci, propuso “pensar con el lado izquierdo del cerebro, porque la lógica a menudo no nos lleva a ninguna solución, entonces pensamos a modo de oráculo poético, que te lleva a pensar desde otro lugar, desde lo inusual, lo excéntrico”.
Nora Carelli, de Abracuentos Libroteca Ambulante, resalta que el principal factor que posibilitó el encuentro fue “el deseo de aprender, intercambiar, compartir, crecer, de quienes participamos”. “Nos trajimos unas vivencias enriquecedoras y felices, y muchas ganas de que se repitan, de darle forma y contenido a una red de bibliotecas rodantes para seguir intercambiando saberes y difundiendo los quehaceres que nos unen, a favor del arte, la literatura, los libros, la lectura”, afirma.
Por su parte, Laura Bovero, también de Abracuentos, celebra que “participar del encuentro significó un momento importante en la construcción y reafirmación de quiénes somos y cuáles son nuestros para qué”. “Todas las propuestas están formadas por amantes y perseguidores de las lecturas, los libros, las palabras, las ilustraciones, las historias, el vínculo con las infancias y el deseo de que todo eso circule generando lazos, tramas visibles e invisibles”, dice sobre las bibliotecas, y concluye: “Desde nuestro inicio, en el Carrito de los libros,sabíamos que el rodar era nuestro destino y ahora en Abracuentos y formando esta red con estas bibliotecas compañeras crece amorosamente el movimiento, con nuevos ritmos y latidos”.
Cecilia enumera: “entusiasmo, alegría, amor, identificación, pertenencia, celebración, imaginación, resistencia”.