Se juega en el país que nos cortó las piernas. Las últimas piernas bonitas de Diego. Entrenadas a campo abierto. Redondeadas, ágiles, y preparadas para tirar paredes con Bati, Cani y Redondo. En el estadio donde Messi marcó tres goles a Brasil en un amistoso inolvidable. Se juega contra ese rival tan cercano y limítrofe, el mismo que nos quitó dos de las tres finales consecutivas. En la ciudad donde Leo estuvo a punto de rendirse en 2016. Aquí se juega, transformando los Estados de este país tan inmenso, espectacular y contradictorio.
Argentina cambia algunos nombres, aunque todos son titulares. Los 14 o 15 que siempre salen en la foto grupal. Algunos son fijas, pilares indispensables. Otros entran y sostienen, aprovechando el momento, según el partido o el rival. Argentina juega con calor y en campos verdes muy malos. Similares condiciones a la Copa 2021, como se acostumbra en tierras americanas. Defiende el título ante la bravura del rival y la falta de tacto del árbitro. Nicolás González para correr a lo largo de la banda izquierda. Corre sin puesto definido, simplemente es dueño insostenible de ese sector. Lisandro Martinez para consolidar una sociedad sanguinaria y virtuosa con Romero. Y un ratito de Enzo, para volver a agarrar ritmo luego de la operación.
Mi país inventado es un precioso libro que Isabel Allende escribió lejos de su tierra. Desde allí relató las memorias de su familia y su nación. Desde afuera, exiliada, con un profundo amor por su pueblo y sus tradiciones regaló este entrañable relato sobre su Chile. La historia de Isabel, como el recorrido de Messi. Desde Barcelona y la Masia. Volviendo a casa en cada partido de la selección. Extrañando a sus amigos del barrio y pensando en la novia de la infancia. La narrativa extraordinaria. Messi y su particular forma de expresarse. Con el acento innegociable. Con la valija siempre lista, tal como dice Casciari.
En el MetLife Stadium el segundo tiempo termina tarde. Los laburantes en Argentina no quieren cabecear pero mañana se labura desde temprano. El desgaste de Julián le sirve la mesa a este Lautaro con gol. El Martínez que disfruta el Inter, ahora recibe rebotes inmejorables para su empeine derecho. Gritamos sobre la hora y en un momento de incertidumbre y tapadas del Dibu. Son diez minutos donde el rival se anima y encuentra el espacio, ese ratito que hay que saber pasar sin sufrir. Lo merecíamos antes, pero estaba reservado para el final. Por fortuna hay más pinceles de Fideo para refrescar y asegurar la clasificación.
Una molestia. No estaba suelto, dice Messi. Lo vemos masajear y elongar. No queremos pensar en un desenlace sin el 10. La comida nos cae mal a esta hora. Es martes por la noche y la semana puede hacerse larga mientras Messi está al costado de la cancha. El partido continúa sin él. Creamos una situación de gol, con uno menos. Y aunque es una chance clara, nadie celebra nada. Una molestia a nuestros corazones. Todas las cámaras y miradas acompañan las manos del doctor. Suben y bajan, profundos dedos acariciando esa zona. Cargando de amor ese aductor que tanta felicidad nos ha dado. En algún momento, en un tiempo absurdo, triste y desdichado, tendremos que resignarnos a jugar sin él. Por suerte, fue solo una molestia.