Holístico/a: Parece un adjetivo, pero quien es capaz de tal alquimia, sabe que no se trata de una simple palabra, sino de la forma más acorde y plena de haber alcanzado la esencia misma del conocimiento y la virtud, el sentido de la vida, del universo y sus alrededores. Se recomienda revisar y no perder de vista todo tipo de pertenencias, bienes materiales, equilibrio psíquico e integridad sexual durante la epifanía lingüística.

Soltar: Expresada sin la aclaración “literal” “real” o “facto” imprime en quien la profiere un aura de sabiduría, espiritualidad y bondad, a la vez que provoca como acto reflejo el indómito impulso de admirar, imitar y aprender.

Facto /real/ literal: Indican que hay que considerar lo dicho en relación directa con lo referenciado, entenderlo en sentido llano, sea material, verdadero, real o explícito. La novedad impresiona más en su dimensión de facto que de dictum.

Hace nada, el “ah re” marcaba el sentido figurado, no literal, de un mensaje. Todavía lo dado era lo literal, lo fáctico y lo real. Era relevante entonces aclarar la excepción o transgresión de dicha expectativa o regla tácita. Facto, real, literal, quizás también sean indicios de un nuevo orden o experiencia; donde lo virtual, lo ficcional, lo figurado, lo discursivo, es lo esperable, lo obvio, mientras que sus opuestos, apenas una posible o eventual diferencia, circunstancia o accidente, generalmente irrelevantes. No sé lo que esto implica, pero me da cierto miedo, literal, facto.

Más allá de: Más allá de que los monosílabos no se acentúan, “más” lleva tilde para distinguirse de “mas”, más allá de que “mas” sea un arcaísmo. Más allá de su valor adverbial, esta expresión ha ido ganando terreno en la gramática, la semántica, la lógica, la filosofía y la argumentación. Más allá de no ser la única frase con estas características, no es descabellado afirmar que es una de las más frecuentes, polifuncionales y polisémicas. Más allá de esto, puede expresar cualquier tipo de relación, estado, circunstancia o atributo, más allá de que no siempre sea la más precisa, correcta o necesaria. Más allá de que todo lo que esté regido por la frase “más allá” es algo que no vale la pena tener en cuenta, más allá de que esto equivalga a casi la totalidad de lo dicho o aún más allá.

Fin/Punto final: Expresión de uso referencial, analítico o imbécil. En el primero de los casos expresa la conclusión o término de algo. En el segundo señala un elemento de una estructura o discurso. Se dice fin para comunicar el final de algo, pero no para informar que el acto comunicativo terminó: una carta de despido no termina con la palabra fin. El punto final se lee, no se nombra. Cuando no sucede de este modo; se trata por fin del tercer tipo de casos: Fin/punto final significan algo así como “game over, te gané”. Con lo cual, además de su utilidad para triunfar épicamente en cualquier discusión con el solo requisito de arrojar la frase primero, ofrece la misma eficacia para identificar las capacidades intelectuales y éticas de tales ninjas de la retórica.

Conversatorio: Es igual que una conversación o una charla debate, no obstante, y sin razón conocida, no es lo mismo sino algo distinto o nuevo. 

Poderosamente: Curiosa palabra cuya existencia quedó circunscripta a otras dos. Se trata de una especie de prisión que de modo dantesco contradice irónicamente tu significado. Se usa exclusiva y obligatoriamente, después del verbo “llamar” y antes del sustantivo “atención”. Me llama poderosamente la atención que no haya otro adverbio capaz de describir el estricto modo en que dicho acto se presenta, y que, aun así, no podamos prescindir de este pobre diablo.

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