Napalpi
Fotografía del avión utilizado en la Masacre de Napalpí aportada como documentación probatoria por la investigadora de la Universidad Nacional del Nordeste, Mariana Giordano y que fue encontrada en el Instituto Iberoamericano de Berlín, Alemania.

El 19 de julio de 1924, durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear y la dirigencia de Fernando Centeno como gobernador del Territorio Nacional del Chaco (Argentina), un avión biplano Curtiss JN-90 sobrevoló Napa’alpi arrojando comida y caramelos: cuando la gente qom, moqoit y vilela que allí se encontraba salieron a recogerlos, un centenar de policías, gendarmes y civiles terratenientes dispararon y remataron con machetes a familias enteras por haberse negado a seguir trabajando el algodón a cambio de algo de ropa y vales que no podían convertirse en dinero. Masacraron a centenares. A los hombres se los mutiló, o se los decapitó, a veces para colgar luego su cuerpo degollado; violaron a las mujeres y se apropiaron ilegalmente de muchos niños. A quienes lograron huir se los persiguió por el monte, no se pretendía dejar testigos. Sólo consiguieron sobrevivir cerca de cuarenta infantes, y unos quince adultos. Los cadáveres masacrados fueron enterrados en fosas comunes [1].

En septiembre de 2021 —a 97 años de ocurrida la masacre—, la jueza federal de Resistencia, Zunilda Niremperger resolvió habilitar la realización de un “Juicio por la Verdad” en relación a los hechos ocurridos, el primer proceso de este tipo en el cual el Estado argentino debió responder por su responsabilidad en la comisión de crímenes contra la humanidad contra las poblaciones de las sociedades qom y moqoit. En mayo del año siguiente la justicia federal de Chaco consideró que los hechos acontecidos en Napalpí el 19 de julio de 1924 fueron crímenes de lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio de los pueblos originarios, y el Estado Nacional se sumó al pedido de perdón realizado por la provincia del Chaco en 2008. Se declararon probados los delitos de homicidio agravado y reducción a la servidumbre de entre 400 y 500 miembros de las comunidades qom y moqoit, y se dispusieron medidas de reparación en beneficio de las comunidades. Entre ellas, la jueza ordenó la continuidad de los trabajos del EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense) en la búsqueda y exhumaciones de fosas comunes e impulsó al Congreso de la Nación a que determine el 19 de julio como Día Nacional de Conmemoración de la Masacre de Napalpí. Además, conminó al Estado Nacional la realización de un acto público de reconocimiento de su responsabilidad con participación de las víctimas y la constitución de un museo y sitio de memoria en el lugar de los hechos, reconociendo algunas medidas de reparación como el pedido de disculpas a los pueblos originarios realizado por el Gobierno de Chaco en 2008 y la señalización realizada en 2021 por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación del Sitio Histórico Memorial Napalpí.

Rosa Grilo -sobreviviente de la Masacre- junto a Juan Chico, el historiador qom que fue clave para reconstruir lo sucedido en Napalpí.

[1] Para conocer más sobre estos hechos es de imprescindible lectura la obra de Juan Chico, escritor e historiador qom fallecido  en junio de 2021 por Covid-19, quién fue una figura clave en la creación de la ‘Fundación Napalpí’ y autor de “Las voces de Napalpí” (2016), libro que brinda a la sociedad un relato trascendental sobre la masacre fundamentalmente porque se aleja de los que se venían leyendo corrientemente, que aportan un narración aún cargada de visiones coloniales y empobrecedoras del accionar indígena.

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