IA papa franciso inteligenia artificial

—Buenas, ¿cómo anda? Lo veo contrariado, pero con un leve aumento de intolerancia a la humanidad.

—Nada que ver. Feliz de la vida, sabiendo que nunca me voy a jubilar. Buscando opciones en un laboratorio global de guisos espesos sin posibilidades.

—Ah, re tranqui. Y yo le iba a contar mis grandes ideas de futuros distópicos…

—Y bueno de utopías se vive hasta el primer aguinaldo.

—Los que cobran aguinaldo o los que tienen trabajo formal.

—De eso le quería hablar. Se imagina un mundo donde no existe el trabajo.

—Bueno, tan lejos no estamos. 

—No, me refiero a un nuevo sistema donde la gente cobra por ser simplemente humana. Una asignación por la simple existencia.

—Planeros globales. Viviendo de la nuestra.

—Tampoco se haga el productivo que vive de prestado.

—Pero no siempre, hay veces que vivo de rentas.

—Bueno esto sería como un ingreso por vivir en la tierra. 

—Y quién produce en ese futuro ausente de yugo laboral y de cargas sociales.

—Los robots y la inteligencia artificial. Necesitamos que surja un nuevo contrato social de esta crisis que reequilibre las profundas desigualdades que prevalecen en todas las sociedades. Para decirlo sin rodeos: la cuestión ya no debería ser si se pueden encontrar recursos para una protección social efectiva, sino cómo se pueden encontrar.

—Yo no sé cómo pagar el alquiler y usted me habla de un nuevo contrato social. 

—Un estudio estima que hasta 375 millones de trabajadores en todo el mundo tendrán que cambiar de profesión en los próximos años debido a la automatización de los trabajos. 

—No sé, yo de casualidad que puedo entenderlo. 

—Mire según otro estudio, el 85% de los trabajos que existirán en 2030 aún no han sido inventados. Además, la IA podría crear más de 133 millones de empleos.

 —Yo debería ir pensando en un parripollo o un emprendimiento gastronómico con alcance popular, un Guaymallén de las brasas. 

—Hay que abrir puertas al nuevo mundo. Lo del Guaymallén a las brasas es una buena oportunidad. Quizá similar a la idea que tuvo de armar una franquicia de chipa relleno de chocolate. 

—No lo sé Rick, lo veo falso.

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