Con Brigadas Solidarias, el Frente Patria Grande busca asistir a personas en situación de calle y visibilizar su situación. Sus referentes Gastón Restagno y Agostina Bottaro cuestionaron la falta de respuesta del Municipio.
En poco más de siete meses, el gobierno de Milei empeoró las condiciones de vida del grueso de la población. Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, en el primer trimestre la pobreza alcanzó al 55,5% de la población y la indigencia pasó del 9,6% al 17,5%; es decir, que casi 25 millones de personas están bajo la línea de pobreza.
Pero la crisis no afecta a todos por igual. Según el Indec, entre el primer trimestre de 2023 y 2024 el poder adquisitivo cayó un 23,7% en promedio, pero el decil más pobre fue el que más perdió: 33,5%. Esto explica por qué la desigualdad aumentó enormemente y alcanzó el mayor nivel en 17 años: desde 2007 no había una brecha tan grande entre ricos y pobres.
Si la crisis empuja a gran parte de la clase media a la clase baja, a los que ya eran pobres los arroja directamente al abismo, o, lo que es lo mismo, a la calle. “La calle no es un lugar para vivir”, reza el lema que adoptaron las organizaciones que abordan la problemática, intentando garantizar condiciones mínimas que permitan a las personas sobrevivir al hambre, al frío y a la violencia. Mientras realizan esa labor, exigen al Estado políticas públicas integrales y transformadoras, que le devuelvan a la gente la capacidad de proyectar horizontes de vida dignos.
Sin embargo, como el Estado siempre tiene otras prioridades, las organizaciones deben redoblar esfuerzos. En Santa Fe, en la Plazoleta Ana María Acevedo, el Frente Patria Grande llevó adelante la semana pasada la tercera edición de las Brigadas Solidarias, una actividad que se viene realizando a nivel nacional.
Decenas de personas se acercaron a recibir un plato de comida caliente, una frazada y un abrigo, a cortarse el pelo, a medirse la presión y completar el calendario de vacunación y a recibir asistencia para reponer el plástico de su DNI o llevar a cabo trámites migratorios. El objetivo de la actividad –que planean seguir realizando mensualmente–, además de brindar asistencia, es visibilizar la situación de la población en situación de calle y su magnitud.
En diálogo con Pausa, Gastón Restagno y Agostina Bottaro, referentes del Frente Patria Grande en Santa Fe, dieron más detalles sobre la jornada y expresaron su parecer en torno a la ausencia de políticas públicas de la gestión municipal para atender las demandas del sector.
No es la noche ni es el invierno
“Estamos viendo un recrudecimiento de la situación”, afirma Restagno: “Están llegando muchas más personas a la calle a causa del aumento del desempleo, del vaciamiento de los comedores y de la desregulación de los alquileres, y las personas empiezan a tomar la decisión de estar en la calle porque no les queda otra”.
Para Restagno, la gestión de Juan Pablo Poletti “está administrando lo público pero no está gobernando”, y cuestiona que no se esté pensando “una política estratégica” para las personas en situación de calle: “No están abriendo nuevos paradores ni centros de integración social ni están haciendo un relevamiento anual”. Hace más de quince años que la única respuesta del Municipio es un parador que abre solamente en invierno, y que cubre sólo una pequeñísima parte de la demanda.
—En 2021 se crea la Ley Nacional de Personas en Situación de Calle, que planteaba la importancia de abrir centros de integración social que complementen la lógica de paradores municipales que abren solamente en la nocturnidad y en invierno –continúa Restagno–. Esos centros estarían abiertos los 365 días del año, las 24 horas, y harían un acompañamiento de las personas en situación de calle con equipos interdisciplinarios –jurídicos, de salud, promotores educativos– para que puedan revincularse con las principales instituciones: escuela, hospitales, familia. En Santa Fe faltan espacios como esos, pero la Municipalidad no está ni siquiera conveniando con los que ya vienen funcionando.
Mientras hablamos, la gente va llegando cada vez en mayor número. Varios grupos de voluntarios salieron a recorrer las avenidas Perón y Freyre y el Boulevard Gálvez para convocar a las personas que están en la calle. “Primero se acercan por un plato de comida y cuando ven este despliegue no lo pueden creer”, cuenta Agostina Bottaro. Es el caso de Carlos, que llega en su bicicleta y la apoya sobre un poste para anotarse y recibir su plato de comida. “Los años no vienen solos”, me dice, y le pregunto cuántos tiene: 47, me responde, aunque parece de más. Me dice que no tiene drama en pasar hambre él, pero sí le duele que el que lo pase sea su nieto.
Bottaro retoma la charla remarcando que, en los más de siete meses de gestión de Poletti, todavía no pudieron rubricar un convenio: “Con las gestiones anteriores sí; era una miseria, pero al menos teníamos convenio. Ahora tenemos diálogo, pero no respuestas concretas, y no solo en términos económicos. Nuestro trabajo lo vamos a seguir haciendo igual. Pero hace muchos años insistimos en mesas de trabajo donde estén todas las organizaciones que abordan la problemática. Queremos diálogo, pero también acción directa”.
El año pasado, Santa Fe fue una de las ciudades en las que se llevó a cabo el Relevamiento Nacional de Personas en Situación de Calle, que arrojó que había en la ciudad 505 personas en situación de calle, y que las principales causas por las que habían llegado allí eran los conflictos familiares, el consumo problemático de sustancias y el precio de los alquileres. “Hoy no se está haciendo nada en relación a ninguna de estas tres dimensiones”, señala Restagno: “Hay un parador que abre en invierno, solamente a la noche, y que tiene 40 plazas, menos del 7% de la población según el relevamiento; para nosotros esa cifra hoy debe estar entre un 30% y un 40% más arriba”.
“Hay un estigma y un odio muy fuerte con el sector, y no se quieren pensar soluciones integrales que se sostengan en el tiempo y permitan a las personas salir de esa situación”, agrega Bottaro. “No les importa, no tienen ganas de ponerle cabeza, ni cuerpo, ni plata a la problemática”, sintetiza.
Una ciudad más humana
A nuestro alrededor, las personas hacen fila para llevarse un abrigo o una frazada. La gente de Irma Carrica, la rama de salud del Frente Patria Grande, toma los datos de quienes se acercan, les mide la presión, les entrega preservativos y arma grupitos para que las personas que tienen incompleto el calendario de vacunación pueda ir a vacunarse. La idea inicial era instalar una carpa en la plaza, pero desde el Ministerio de Salud provincial se opusieron; el problema se solucionó gracias a la ayuda de decenas de trabajadores del ex Hospital Iturraspe.
A su lado, la gente del área sociolegal brinda asesoramiento en diversos trámites, principalmente reposición de plásticos de DNIs y migratorios. También se realizan las diligencias para las personas que necesitan el Certificado Único de Discapacidad.
—La persecución a las cooperativas, el vaciamiento de los comedores, todo eso se ve reflejado en nuestras casas estalladas y en las vidas de las personas, que llegan cada vez más rotas –describe Bottaro–. Hay cada vez más pibitos y pibitas en situación de consumo, y a los que estaban un poco más organizados, como cartoneros o trapitos, los están barriendo. El Municipio primero se sentó a hablar con los vecinos de Candioti para que decidan sobre sus vidas, y esa gente llega a nuestras casas con sus vidas cada vez más arrasadas.
—Nuestra intención es seguir haciendo brigadas para visibilizar el problema –añade Restagno–. Por sobre todas las cosas queremos construir una ciudad más humana, donde no haya personas durmiendo en la calle, donde todos tengan un plato de comida y puedan trabajar dignamente, descansar y disfrutar de la vida. Nuestro objetivo es que la Municipalidad empiece a financiar los dispositivos que están funcionando, que abra nuevos refugios y centros de integración social y que promueva un plan estratégico para el sector.
La comida ya está lista: es arroz con pollo. Decenas de personas de todas las edades hacen fila con su bandeja y se sientan a comer bajo el sol. Uno de ellos es Ignacio, que vivió varios de sus cortos 22 años en la calle. Hace unos días que no consume, y mientras me cuenta con entusiasmo su historia –se fue de su casa a los 13, fue limpiavidrios y decidió no ver más a su pareja por un tiempo porque sabe que juntos tienen más chances de recaer–, resume en pocas palabras sus ganas de salir adelante: “A mí no me importa nada; pero en realidad sí me importa”.