Milei y el fin de las políticas de género

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Foto: Gisela Curioni

Qué implica la desaparición del Ministerio de Género y el desmantelamiento de todos sus programas mientras crecen los discursos de odio y dos de cada tres personas con menores ingresos son mujeres.

El video es tan humillante que verlo más de una vez es casi imposible: Javier Milei recibe de Jair Bolsonaro y su hijo Eduardo la “medalla de las tres i”. El presidente argentino, como suele hacer cada vez que se encuentra con sus ídolos, babea de entusiasmo. Eduardo le explica: “Imbrochável, imorrível e incomível”.

Imorrível significa inmortal; imbrochável es una expresión que el hijo del ex presidente explica que hace referencia a que su padre siempre tiene “el miembro duro” cuando va a la cama con una mujer; incomível significa incomible y Bolsonaro explicó que en Brasil hace referencia a la imposibilidad de un hombre a ser abordado sexualmente por otro hombre. “Ningún otro hombre te va a coger”, le explicó el brasileño a Milei.

Esa escena grafica bastante bien la misoginia y homofobia que Milei y su séquito pregonan, desde que estaban en campaña, y aplican, desde que son gobierno.

Desde los actos más simbólicos como cerrar el Salón de las Mujeres de Casa Rosada o “prohibir la perspectiva de género en toda la administración pública nacional”, hasta la motosierra más dura que terminó recientemente con el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, pasaron sólo seis meses y décadas de institucionalización de políticas feministas arrasadas.

El zorro a cargo de las políticas de género

El 6 de junio, desde la cuenta de Twitter del Ministerio de Justicia, se publicó un comunicado que informaba el cierre del ex Ministerio de las Mujeres.

Según el gobierno de Milei, el Ministerio “fue creado y utilizado por la administración anterior con fines políticos-partidarios” y “ninguna de sus acciones concluyó en la baja del índice del delito”, en alusión a los femicidios. “Por el contrario, el pueblo argentino fue testigo de su sesgo ideológico en la defensa discriminatoria de las víctimas”, agregaron desde el Ministerio de Justicia.

Semanas después, el 30 de junio, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, anunció con entusiasmo: “Hemos despedido al 85% de los empleados del ex Ministerio de la Mujer. Los restantes pasarán a cumplir funciones dentro de la órbita de la Dirección de Protección a la Familia, y asistirán a TODOS los argentinos que atraviesen una situación de violencia y riesgo”.

Mientras esto sucedía, el estudio de abogados del ministro de Justicia defendía a José Alperovich, quien finalmente fue sentenciado a 16 años de prisión e inhabilitado para la función pública al ser encontrado culpable de abuso sexual a su sobrina.

¿Qué otra cosa iba a hacer Cúneo Libarona al frente de las políticas de género? “No vamos a tener política de género. La violencia no tiene género”, dijeron desde el área de prensa del Ministerio de Justicia de la Nación.

En ese 85% de empleados, había trabajadoras de todo los programas que a lo largo de estos años dieron contención y apoyo a víctimas y sobrevivientes: Línea 144, Asistencia Integral en Femicidios y Travesticidios, Hogares y Refugios, Acompañar, Producir, Prevención y Formación, Programa Travesti Trans, Ley Micaela, Escuelas Populares, Acompañamiento a diversidades, Políticas de Cuidados e Igualdad, entre otras.

Nadie del otro lado

La Línea 144 fue creada en 2013 y desde entonces atendió a más de 920 mil personas que sufrieron violencia de género. Este espacio brinda atención las 24 horas, de manera gratuita (se puede llamar aunque no tengas saldo en el teléfono) y en todo el país. No es un call center, del otro lado del teléfono hay trabajadoras sociales, psicólogas y abogadas formadas en perspectiva de género, que brindan asesoramiento en caso de querer realizar una denuncia así como contención en términos más emocionales o psicológicos.

Según el último informe sobre la Línea presentado en 2023, el 91% de las intervenciones por violencia de género a partir de comunicaciones al 144 corresponden a violencia doméstica, mientras que el 2% violencia laboral y un 1% a violencia institucional. Ell 96% de las personas que se comunicaron son mujeres y el 89% de los agresores son varones.

“Yo estaba en la guardia de la oficina, de 16 compañeras que estaban atendiendo la Línea en su puesto de trabajo, 14 recibieron el mail de despido. En esa guardia quedaron dos compañeras atendiendo la Línea”, dice Fernanda Fuentealba, secretaria general de ATE del ex Ministerio de las Mujeres y actual trabajadora de la Línea 144, en diálogo con Página/12. En esa oficina, el 30 de junio, fueron despedidas 75 de las 146 trabajadorxs que había. Quedan 71 personas para todas las guardias las 24 horas de todos los días del año y en todo el país.

Solas, sin políticas de género

Otro de los programas claves para mujeres en contexto de violencia de género que fue vaciado por el gobierno de Javier Milei, es el Acompañar. Creado en agosto de 2020, con la pandemia en su punto álgido, este programa brindaba un monto equivalente al salario mínimo, vital y móvil por seis meses, y acompañamiento psicosocial coordinado con los gobiernos provinciales y locales, a mujeres y diversidades de todo el país que atravesaban situaciones de violencia de género.

Era una ayuda económica que les permitía autonomía para salir del ámbito y la relación de maltrato. Desde el programa también se les daba acompañamiento para que pudieran usar el dinero de la forma más eficiente. Los relatos de las beneficiarias dan cuenta de eso: desde comprar una máquina de coser para ponerse un pequeño emprendimiento, pasando por materiales para construir o arreglar una pieza en la casa de algún familiar, hasta “los dientes que me había bajado mi ex”.

Según datos estadísticos del Acompañar, el 98% de las destinatarias sufría violencia doméstica, y casi nueve de cada 10 había padecido violencia física y psicológica de parte de sus parejas. El 45% se encontraba en “riesgo altísimo” de volver a vivir la misma situación y el 44% tenía medidas de protección, dictadas por la justicia. Además, el 74% tenía hijos menores de 14 años por lo que se estima un “impacto positivo” del programa en 625.097 niñas y niños que dejaron de convivir con un padre o padrastro violento. ¿Qué va a pasar ahora con todas esas mujeres e infancias sin la asistencia del Estado?

Un femicidio es mucho más caro

Entre el 1 de enero y el 30 de abril, en Argentina se registró un femicidio cada 24 horas, es el peor récord en años y un dato que no puede leerse aislado. No se trata solo de si existe un Ministerio de Mujeres o no, y de esa lectura simplista, lineal y maliciosa de los actuales funcionarios nacionales respecto de “el Ministerio no hizo que bajaran los crímenes”.

“Prohibir la perspectiva de género” implica negar todas las desigualdades y el impacto diferencial por género que tienen las medidas y decisiones de políticas públicas en general. El brutal ajuste y empobrecimiento de las y los argentinos no impacta de la misma forma en en varones y mujeres.

Según el informe Los primeros 100 días de gestión del gobierno de Milei, de Amnistía Internacional, entre las personas con menores ingresos, dos de cada tres son mujeres y son, además, las que mayormente están a cargo de las tareas del hogar y del cuidado del 57,5% de los niños, niñas y adolescentes que hoy viven bajo la línea de pobreza. Sin trabajo, sin asistencia social, en contextos de extrema vulnerabilidad, solo es esperable que los índices de violencia aumenten.

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Foto: Gisela Curioni

El desmantelamiento de todos los programas de prevención de la violencia de género y asistencia a víctimas y sobrevivientes que se articulaban desde el Ministerio de las Mujeres significa un “ahorro” de menos del 0,04% del gasto del presupuesto nacional. ¿Cuánto más le “cuesta” al Estado un femicidio?

La exaltación y legitimación de los discursos de odio por parte del gobierno nacional y de La Libertad Avanza no son gratuitos. El corrimiento a la más extrema y cruel derecha, corrimiento que algunos “compañeros” también están legitimando hablando contra leyes que han sido orgullo y ejemplo como la de matrimonio igualitario o el aborto, se descarga sobre los cuerpos de mujeres, travas, trans, lesbianas y maricas.

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