Por Marina Matarrese y Diana Lenton. Instituto de Ciencias Antropológicas (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires), Conicet
La Reducción de Napalpí, creada en 1911 en la actual provincia de Chaco, es la primera de un sistema concentracionario, compuesto por otras tres ubicadas en Formosa –Bartolomé de las Casas, y las colonias Francisco Javier Muñiz y Florentino Ameghino–, y desplegado por el Estado hasta el 1955.
Estas reducciones completaban la avanzada militar sobre pueblos y territorios indígenas que aún no estaban bajo control estatal, al tiempo que concentraban, e incorporaban en condiciones similares a la esclavitud a los pueblos indígenas en el marco de la creciente industria agrícola en la zona, en particular la del algodón. Estas reducciones se caracterizaron por su complejidad administrativa, y por ser pensadas como el destino definitivo de los pueblos indígenas bajo su dominio. Puntualmente en Napalpí eran “reducidos” los Qom, Moqoit, Wichí y Vilela.
En coincidencia con lo sostenido por numerosxs investigadorxs (ver compilaciones específicas sobre la temática como Bayer 2010; Delrio, Escolar, Lenton y Malvestitti, 2018) estas políticas concentracionarias fueron parte de un proceso genocida[1] orientado a los pueblos indígenas y desplegado, con particularidades regionales, por los gobiernos locales en todo el país. Las reducciones constituyeron espacios de concentración y de excepción, caracterizados por la anulación de las garantías básicas consideradas esenciales al ser humano en la misma época. Esta concentración a su vez liberó territorios de presencia indígena que prontamente fueron apropiados por el estado y la avanzada agroindustrial. En este contexto de explotación inhumana, los indígenas de la reducción de Napalpí se sublevaron y como toda respuesta posible, el 19 de julio de 1924 tuvo lugar el asesinato masivo de cientos de ellos por la gendarmería nacional. Esta masacre fue invisibilizada por los medios y la historia oficial y sus víctimas y descendientes por muchos años tenían grabado en sus cuerpos y en su memoria colectiva el terror de la Masacre de Napalpí.
Pasaron 100 años. El jueves 11 de Julio, en el Centro Cultural Paco Urondo, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, se desarrolló el encuentro A 100 años de la Masacre de Napalpí. Discutir el presente desde el pasado. Este evento, de carácter híbrido, articuló las voces de referentes indígenas, comunicadores de pueblos originarios, investigadores, periodistas, docentes, cineastas, y miembros de la Justicia que llevaron adelante el Juicio por la Verdad. Esta actividad estuvo organizada por el Proyecto UBACyT Memorias, resistencias y agencias políticas de comunidades y colectivos indígenas: trayectorias en contextos post genocidas, del Instituto de Ciencias Antropológicas (Facultad de Filosofía y Letras, UBA), la Fundación Napalpí, la Fundación Luisa Hairabedian y la Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena.
La jornada se organizó en tres mesas, cuyas exposiciones giraron en torno a: Comunicación y representaciones. ¿Cómo se narra hoy Napalpí?; Puentes entre archivos y memorias: Para repensar la masacre de Napalpí; e Investigar, juzgar y reparar: El derecho a la verdad en Argentina. Además, tuvo lugar una intervención artístico-participativa, que convocó al público asistente en torno a la temática.
Una de las participantes, Fiorella Anahí Gómez, artista de la Nación Qom, puntualizó que el silencio fue de la mano del miedo posterior y el profundo trauma de la masacre. Tal como manifestó, “…antes nadie quería hablar de Napalpí (…) había temor de ser descendiente”. Las consecuencias del trauma en la historia y en la identidad de las víctimas tiene numerosas aristas, es esa “enseñanza del miedo” y “ese temor a ser descendiente” –tal como lo expresó la artista– que se replicó en silencios, borramientos, en la negación del lenguaje y del autorreconocimiento por temor a volver a ser violentados, y perseguidos.
Con el tiempo, las diversas generaciones identificaron que ese silencio era un modo de resistencia y una estrategia de los pueblos indígenas víctimas de la masacre. Pudieron de manera agentiva, transformar el silencio en susurros, y quedó la historia, en la memoria, en los cuerpos de los sobrevivientes, en el territorio de dicha masacre.
De un modo u otro, de manera parcializada, susurrada, en las prácticas modificadas por el trauma, a partir de iniciativas traccionadas de manera individual pero luego colectivizadas, se reconstruyó y transmitió a las nuevas generaciones la historia de la masacre.
El hilo conductor del encuentro, acerca del proceso histórico dinámico y no lineal de estos pueblos indígenas, puede amojonarse como el pasaje de las consecuencias del trauma de la mano del silenciamiento, a los susurros y a la fuerza de la reconstrucción histórica. Fue ese “animarse a hablar” cuyo corolario fue el Juicio por la Verdad que se inició en 2014 por el fiscal ad hoc Diego Vigay, de la Fiscalía Federal en Causas de Lesa Humanidad de la provincia, y cuyas audiencias públicas tuvieron lugar entre el 19 de abril y el 19 de mayo de 2022 en las ciudades de Resistencia, Machagai y Buenos Aires. Fue también el grito de alivio de una reparación histórica que, si bien por momentos se torna lábil en el campo de la justicia y en la materialidad de la recuperación territorial, tiene potencia en el campo de la historia, de la identidad, y de la reparación que implicó ser escuchados.
De este modo, surgen a contraluz de la lógica masacre-miedo-silenciamiento y susurros; nuevos sentidos de la mano de la reconstrucción histórica y del reconocimiento del Estado articulados en torno a resistencia-atreverse a contar-reconocimiento-reparación. Ser reconocidos como víctimas de crímenes de lesa humanidad y de una masacre perpetrada por el propio estado implica –en un sentido– ser reparados de tanto años de invisibilización y negacionismo. Esta reparación cobró performatividad en el cierre de la actividad cuando David García, traductor y referente Qom, testigo en el Juicio por el Derecho a la Verdad de Napalpí y miembro de la Fundación Napalpí, cerró el encuentro con la lectura en lengua qomlaqtaq del poema Soy Napalpí, autoría del historiador y líder qom Juan Chico, uno de los principales impulsores de la reconstrucción histórica y de la reivindicación de su pueblo.
[1] Asumimos la definición de la Convención de la ONU para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, que abarca “cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo” (Artículo 2 de la Artículo 2 de la “Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio”).
Para conocer más
Bayer, O. (Coord). 2010 Historia de la crueldad argentina: Julio A. Roca y el genocidio de los pueblos originarios. El Tugurio.
Delrio, W; Escolar, D.; Lenton, D. y Malvestitti, M. (Eds.) 2018. En el país de nomeacuerdo: Archivos y memorias del genocidio del Estado argentino sobre los pueblos originarios, 1870-1950. Viedma: Editorial UNRN. https://doi.org/10.4000/books.eunrn.1254
Lenton, D. 2022 Memoria, investigación y verdad. Un ejemplo esperanzador. El Puan Óptico. Denuncias, memorias, intervenciones, sentidos contrahegemónicos desde Filo Agosto 2022. p. 25-33.
Musante, M. 2018 “Masacres, disciplinamiento y trabajo forzado en las reducciones estatales para indígenas de Chaco y Formosa durante el siglo xx”. En Delrio, W; Escolar, D.; Lenton, D. y Malvestitti, M. (Eds.): En el país de nomeacuerdo: Archivos y memorias del genocidio del Estado argentino sobre los pueblos originarios, 1870-1950. p. 241-280. Viedma: Editorial UNRN. https://doi.org/10.4000/books.eunrn.1254
Malpelman V. y Musante, M. 2010. Campañas Militares, reducciones y masacres. Las práctivas estatales sobre los pueblos originarios del Chaco. Historia de la crueldad argentina: Julio A. Roca y el genocidio de los pueblos originarios. El Tugurio. p. 105-130.